Capítulo 23

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Erick Colón

Mi cabeza duele como el infierno, primer indicio de la resaca. Siento el cuerpo de alguien más a mi lado, segundo indicio de...

Espera, ¿el cuerpo de alguien más a mi lado? No, no, no... Yo tengo novia no puede ser que ya empiece mal en la relación.

Abro los ojos alterado y me separo lo más rápido posible, la chica suelta una queja ante mi agresivo gesto.

—¿Leilany..? — pregunto, suelto un largo suspiro de alivio antes de sonreír ampliamente.

Al menos no había hecho ninguna estupidez anoche.

—Pues si, idiota, ¿Quién más? — dice sarcástica.

Sus manos tallan sus ojos antes de mirar en dirección al reloj, son pasadas las nueve de la mañana... ¡Y yo tenía una reunión a las siete!

Oh, jodida mierda...

La responsabilidad estos días no es lo mío.

—Buenos días. — la escucho decir mientras se inclina hacia mi para besar mi mejilla—. ¿Cómo te encuentras?

—Con resaca. — digo obvio—. Pero nada que no pueda superar.

Las comisuras de sus labios se alzan, dibujando una bella sonrisa en su rostro. Me es inevitable no imitar su acción.

—Seguro has de tener trabajo. — dijo haciendo una mueca—. Así que...

—No. — soy rápido en interrumpirla—. Creo que es momento de darle importancia a nuestra relación y no dejarla opacada por mi trabajo.

—Erick...

—Leilany, estoy hablando en serio. — murmuro—. Vístete, yo iré a husmear para ver si tienes una pastilla para calmar el dolor de mi cabeza... Después necesito pasar por mi casa para ducharme y cambiarme de ropa. Y ya tendría el resto del día libre para ti.

—Al menos llama a tu empresa para avisar que no irás. — dice levantándose de la cama.

—Bonita, soy el jefe... No tengo que darle ninguna explicación a nadie.

La veo poner los ojos en blanco, eso había sonado feo pero mis empleados no tenían ninguna queja conmigo.

—En la cocina tienes una pastilla para el dolor de cabeza. — dijo ella antes de entrar al baño.

Tomo mi ropa del suelo y empiezo a vestirme, apesta a alcohol... Más tarde debería de preguntarle a Leilany sobre todo lo sucedido la anterior noche. En cuanto estoy vestido bajo a la cocina para poder tomar la pastilla, esta no hace efecto de inmediato por lo que me tocaba aguantar solo un poco más...

Enciendo mi celular para encontrarme cientos de mensajes de mis amigos.

Richard y Zabdiel estaban preocupados porque me había escapado de casa, me limito a responder que me encuentro en casa de Leilany y que estaba bien.

Por otra parte, Joel estaba diciendo que ya habían empezado con los preparativos de la boda que efectivamente sería en Italia.

"Oye, ¿ayer hicimos muchas estupideces borrachos?" decía el último mensaje.

"Me hago la misma pregunta, bro" respondí.

Joel no tardó en leer el mensaje, segundos después ya se encontraba grabando un audio.

—Es que Fiamma me dijo que era un gran cantante... Disque que le canté una ranchera al llegar a casa. — decía, por su tono de voz se notaba avergonzado.

Una sonora carcajada se escapó de mi garganta de solo imaginar a Joel cantando una mexicana.

Fantasía.

—¿Erick, lograste dar con las pastillas? — preguntó Leilany entrando en la cocina.

—Si, ya tomé una. — dije asintiendo—. Ahora vamos a mi casa, amor, creo que no has tenido aún el placer de conocerla.

Me sentía un mal novio al no haberla llevado nunca a mi casa... Aunque estoy casi seguro que como periodista ha de conocer la ubicación y como es por fuerza.

Creo que también es la primera vez que la veo conducir, podría acostumbrarme a esto de verla concentrada en la carretera.

—Mira por la ventanilla, me desconcentras.— se quejó haciendo un puchero.

Reí ante sus palabras pero hice lo que me pidió, lo que menos quería era provocar un accidente.

—¿Estaciono fuera? — cuestiona, yo soy rápido en negar.

—Tengo el mando de abrir el portal en el coche... Así que debo de bajarme para poner el código. — digo haciendo una mueca.

Ella le quita el seguro para que me pueda bajar, me acerco a los portalones que dan la entrada a la finca donde está la casa. Mis dedos son rápidos en poner el código que hace que estes se abran, le doy paso a Leilany para que adentre su auto para así después cerrar nuevamente.

Me gustaba la privacidad.

Y cuando eres una persona conocida te era muy difícil mantener las cosas en privado.

—Wow. — se escapa de los labios de la chica nada más bajarse del auto y mirar a su alrededor.

—Dentro se está mejor. — indico antes de abrir la puerta y dejarle pasar a ella delante.

—Esto es increíble. — susurra.

—Siéntete como en casa, amor. — digo antes de dejar un corto beso en sus labios —. Prometo no tardar más de veinte minutos.

Ella asiente con una sonrisa en los labios.

—¿Puedo ver con detalle cada habitación de la casa?

—Claro que si, ya sabes que también es tu casa. — le guiño un ojo antes de subir al segundo piso.

Me encantaría ser yo quien le enseñara la casa pero en estos momentos necesitaba una ducha con urgencia...

El día había iniciado bastante bien, solo esperaba que continuara así...

Magnate Colón Where stories live. Discover now