Capítulo 22

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Leilany Silver

La oscura noche envuelve la ciudad y un sonoro bostezo se escapa de mis labios, supongo que indicando aburrimiento y no sueño.

Hacía frío, el ambiente se estaba tornando de invierno. A pesar de que llevaba puesto mi pijama, mi piel se erizó debido a las ráfagas de viento.

Creo que ya iba siendo hora de salir del balcón e ir a la cama.

—¡Amor de mi vida! — escuché el grito de alguien en el exterior.

¿Quién se supone que estaba a estas horas de la noche gritando por las calles...?

Mi mirada fue rápida en dar con una silueta bastante alejada como para que pudiera saber de quien se trataba.
Non obstante, él avanzaba más y más... Hasta que una de las farolas lo iluminó.

—¿Erick? — cuestioné sorprendida—. ¿Qué carajos haces ahí...?

Él río, parecía esta más contento de lo habitual...

Ay no... No me digas que está ebrio.

—Verás lindura, mis amigos me han quitado las llaves del auto porque no querían que manejara hasta acá... Pero me escapé cuando ese par de idiotas se fueron a dormir.

—¿Andando? — pregunté incrédula.

—Oh si, ya ves las cosas que hago por ti. — dijo encogiéndose de hombros—. ¿Puedes bajar a abrirme? Hace frío.

Sacudí mi cabeza antes de bajar corriendo, el pobre había de estar congelándose... O no, porque el alcohol ponía a uno más caliente.

Él no tarda en adentrarse en casa cuando le abro la puerta.

Solo espero que nadie lo haya visto en ese estado o mañana sería tendencia una vez más... No le convenía que ahora lo tomaran por alcohólico, no beneficiaba a su reputación de buen Magnate.

—¿Tú también eres de las que se quiere casar en Italia? — pregunta sin más.

¿Qué?

¿Y eso ahora a que venía?

—Eh no... Creo que Italia es mejor para la luna de miel. — murmuré divertida.

Seguirle la conversación a un borracho podría llegar a ser divertido.

—¿Luna de miel? — pregunta antes de bufar—. Yo quiero ir a Grecia.

Casual, algo de todos los días.

—Pero bueno, no nos casaremos por el momento así que ya tendremos tiempo para debatirlo. — dijo riendo—. ¿Puedo dormir contigo?

—Si, no es la primera vez que lo haces. — digo alzando mis cejas.

—También puedo dormir en el sofá... Pero joder, tener tu delicioso cuerpo pegado al mío durante toda la noche es una tentación a la que no querría negarme.

Sin poder evitarlo suelo una risa. ¿Había dicho que mi cuerpo era delicioso? Creo que el Erick sensato no diría esas palabras.

—Anda, ven. — digo tomando su mano y guiándolo al piso de arriba, sus pies parecían estar más pesados que nunca ya que se tropezaba en todos los escalones.

—Esto es muy difícil. — se quejó haciendo un puchero—. Creo que prefiero dormir en el sofá.

—Ya queda poco, no vayas a rendirte. — digo sonriendo de lado.

Erick se veía adorable, no había comparación con el intimidante Magnate Colón.

Logramos llegar al piso de arriba después de tantas dificultades y tanto esfuerzo. Erick empezó a deshacerse de su ropa así como si nada, como si estuviera el clima cálido.

—¿Qué estás haciendo?

—Es para dormir cómodo. — me aclara—. Me gustaría estar desnudándome para otra cosa pero mi cuerpo no reacciona cuando tengo alcohol en las venas.

No estaba segura de querer saber esa información, eh.

Se deja caer en el colchón sin siquiera taparse con las sábanas, sus ojitos permanecen cerrados por varios instantes.

—Oh mierda. — dice antes de abrirlos, se levanta de inmediato y echa a correr en dirección al baño.

No debería de seguirlo pero aún así lo hago, tal vez por precaución a que se caiga y se reviente la cabeza contra el suelo.

Al llegar al cuarto de baño lo veo arrodillado vomitando cuanto líquido había en su interior.

Iugh, pobrecito.

—Me siento como la mierda. — declara con las lágrimas corriendo por sus mejillas.

—Te iré a por una pastilla, tu estómago debe de estar mal en estos momentos. — digo en voz baja.

Bajo hasta la cocina para tomar un vaso de agua y la pastilla para Erick. Al subir nuevamente arriba lo veo lavándose la cara y balbuceando un par de cosas mientras se mira al espejo.

—Erick, aquí tienes. — digo llamando su atención mientras me acerco a él, le extiendo lo que llevo en las manos y él no duda en tomar la pastilla para después beber un par de tragos de agua.

—Gracias, amor.— susurra sonriente—. Creo que ha sido suficiente por esta noche, mejor vamos a dormir antes de que ocasione más problemas.

—No son problemas, tonto... Es lo normal cuando uno está borracho. — digo encogiéndome de hombros.

No refutó nada a pesar de que tenía ganas de hacerlo. Yo me limité a tomar su mano y a llevarlo de nuevo a la cama, esta vez me acomodé a su lado y me dediqué a acariciar su sedoso cabello negro mientras él se dormía.

Magnate Colón Where stories live. Discover now