Epílogo

3.9K 215 56
                                    


Era increíble la rapidez con la que pasaban los años. Ambos recordaban perfectamente el día de la exclusiva, cuando el Magnate Colón había afirmado ante todos los medios que estaba saliendo con una chica... Y esa chica era, ni más ni menos que una periodista.

Recordaban también a la perfección la boda de Joel y Fiamma, donde la italiana le entregó su ramo a Leilany en cuanto terminó la celebración. Erick no tardó en ponerse de rodillas frente a ella, con un anillo en mano.

Una boda había dado lugar a otra, que se celebraría un año más tarde en Hawaii. No habían podido ponerse de acuerdo para la Luna de miel así que se limitaron a ir a ambos lugares, Italia y Grecia.

Ahora, tres años después de esa inolvidable experiencia, contaban con la presencia de Demian, su primer hijo. Y es que Leilany se encontraba embarazada por segunda vez, esta vez de una niña a la que todavía no habían escogido el nombre.

—¿Leilany, me puedes explicar por qué tu hijo pintó la pared con rotuladores de colores? — preguntó Erick cruzándose de brazos.

—También es tu hijo. — se quejó ella imitando su acción.

—Pero va salido igual a ti, a mí jamás se me ocurría pintar las paredes de tal forma...

—Igual es una señal de que no quiere ser Magnate y se quiere dedicar a la pintura. — se burló ella.

La cara que puso Erick era un poema y a su esposa le fue inevitable reírse.

—No me parece gracioso. — protestó negando con la cabeza—. ¿Dónde está ese pequeño diablo? Voy a regañarlo por primera vez.

Ella se limitó a encogerse de hombros y bajar la mirada para buscar a su hijo. Sin embargo, el pánico se apoderó de su cuerpo al ver a Demian a punto de caerse por las peligrosas escaleras de cristal.

—¡Mierda! — exclamó Erick cuando posó su mirada en él, corrió hasta allí y no dudó en cargarlo en brazos—. ¿Y a ti cómo se te ocurre andar por las escaleras?

—Hijo tuyo tenía que ser. — dijo Leilany rodeando sus ojos.

—No me molestes, mujer. — murmuró Erick haciendo un puchero.

Demian rió mientras pasaba sus pequeñas manos por el rostro de su padre, si había algo en lo que eran idénticos era en el profundo color de sus ojos.

—Si, eso, tú ríete... — dijo él caminando hasta el sofá, dejó a su hijo sentado allí y se puso de cuclillas frente e a él—. Ahora vas a darme una buena explicación de por qué te has puesto creativo hoy y decidiste pintar la pared...

Demian agitó sus manos en el aire mientras balbuceaba, Erick lo miró ladeando su cabeza y jurándose que era la imagen más adorable que sus ojos habían visto jamás.

—¿No siquiera pedirás perdón? — cuestionó alzando una ceja—. Alguien tendrá que pintar la pared nuevamente y no creo que vayas a ser tú...

Su hijo fue rápido en negar con la cabeza mientras reía.

—Me lo imaginaba. — dijo arrugando su nariz—. El próximo Magnate Colón no es demasiado serio, eh.

—Como si el de ahora lo fuera. — contraatacó Leilany, casi burlándose de él.

—Hijo, te voy a dar un consejo, no te enamores de una periodista. — murmuró antes de echarle la lengua a su esposa.

Ella rió, pues con esa acción sólo acababa de demostrarle que tan serio era cuando no se trataba de negocios.

—No, mi amor, era broma... Yo a esa mujer la amo. — susurró en dirección a su hijo, él buscó la mirada de su madre y cuando la encontró le extendió los brazos—. ¡Traidor!

Ella fue rápida en cargarlo en sus brazos y llenarlo de besos.

—No molestes, Erick. — dijo Leilany sonriente—. Dile a papá que no moleste, cielo.

—Ño, papá. — dijo Demian frunciendo su ceño.

El Magnate miró a su hijo con los ojos aguados, pues a pesar de que este lo miraba con mala cara acababa de decir "papá".

Esperaba no emocionarse cada vez que lo pronunciara porque sino terminaría siendo un mar de lágrimas.

—Dijo papá. — susurró Erick emocionado.

—Si, eso dijo. — murmuró Leilany —. Alguien se puso sensible...

—¡Carajo, dijo papá! — exclamó nuevamente.

Se miraron sonrientes mientas que Demian los miraba sin entender nada, confuso. Su pequeño dedo índice empezó a pinchar el hombro de su madre, buscando la atención que ella le estaba dando a Erick en esos momentos.

Solo esperaban que esa felicidad les durara por la vida, no deseaban más... No ahora que no había problemas con la prensa, ni con el mundo en general.

Era todo de ensueño...

|| F I N A L ||

Tercer libro de la Saga Magnates ya disponible en el perfil.

Magnate Colón Where stories live. Discover now