Capítulo 11

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Erick Colón

Sabía que no me había creído ni siquiera un poquito cuando le había dicho que la quería. No era difícil darse cuenta, sus ojitos brillaron por un par de segundos pero de inmediato volvió a la normalidad.

Realmente esperaba que no estuviera con eso de "producto del deseo" y bla, bla bla... Si lo dije en el momento fue porque así lo sentía y aún ahora lo sigo sintiendo.

La quería ahora, mañana y si ella me lo permitía toda la vida. Y no me refiero únicamente al ambiente sexual. Quería compartir más que cama con ella.

Bueno "cama"... La única vez que estuvimos juntos fue en un auto así que no soy quien para reprochar.

Todavía no se daba cuenta que estaba empezando a enamorarme de ella... Enamorarme de una periodista, que irónico, puede resultar incluso peligroso.

—¿Señor Colón? — cuestionó uno de los hombres que estaba sentado frente a mí, mi mente había divagando a los anteriores días recordando a Leilany, olvidándome de la junta de trabajo.

—¿Si?

—¿Está de acuerdo con todo lo que se ha hablado o tiene algo que decir? — cuestionó.

En mi mente me maldije por no haber prestado atención a sus palabras, las cuales seguramente eran más que importantes. Sin embargo, le doy una rápida mirada al Magnate Vélez y este no tardó en asentir.

—Claro, estoy de acuerdo. — murmuré sonriendo de lado.

—Entonces, si no hay nada más que añadir, podemos dar la reunión por finalizada. — dijo cerrando la carpeta que tenía frente a él, las personas allí presentes empezaron a abandonar la sala de a poco hasta que sólo quedaron dos allí dentro.

Christopher cerró la puerta y se cruzó de brazos mientras me miraba.

—Estar pensando en una periodista no te ayudará para el trabajo. — dijo burlón—. Además de distraerte ocasionará otro problema...

—¿Cuál problema más? —pregunté curioso.

Él se limitó a señalar mi entrepierna con su dedo índice.

—Oh, mierda. — maldijé a la vez que mis mejillas se sonrojaban.

El Magnate que me acompañaba soltó una risita y se acercó para palmear mi hombro.

—Cuando logres bajar eso, entra a Google y busca tu nombre... Hay cosas muy interesantes que tal vez deberías de ver. — me aconsejó antes de abrir la puerta para irse.

Sin poder evitarlo, bajé la mirada al pequeño bulto que se había formado en mi entrepierna y bufé. No podía creer que con sólo pensar en ella mis hormonas se descontrolasen, no era un crío para calentarse con tan poco.

Sin importarme que estuviera en la sala de reuniones llevé una mano a mi cremallera y la bajé, liberando mi polla de su interior. Un suspiro se escapó de mis labios al no sentir la presión del pantalón de vestir contra ella.

Bombeé esta durante segundos, fijándome en las venas que se marcaban a su alrededor y el color que estaba empezando a tornar su piel. El pre-semen goteaba en la punta de mi glande y en esos momentos me gustaría tener a Leilany de rodillas frente a mí haciéndome una mamada.

Mis ojos se encontraban cerrados mientras que mi mano derecha estaba ocupada masturbándome. Imaginando que la mano que lo envolvía era la de alguien más y se encontraba dándole placer, liberándomd de la alta tensión que en esos momentos tenía.

—Jodida mierda... — gimoteé en cuanto sentí el espeso y cálido líquido en mi mano. Me había corrido con tanta facilidad con solo imaginarme a Leilany... — De puta madre, Erick, te estás volviendo precoz.

Fui rápido en tomar un clínex para limpiarme y en acomodar mi ropa. Finalmente, salí de la sala como si allí dentro nunca hubiera pasado nada.

En el proceso tomé el celular para googlear lo que mi amigo me había dicho, la borrosa foto de Leilany y y besándonos en el restaurante estaba circulando por la red al igual que los vídeos de nuestra salida juntos, en donde me atrevía a hablar por segunda vez con algún periodista.

Mis ojos dejaron de fijarse en todo lo que allí había cuando una notificación apareció en la pantalla.

"Esta noche se publica nuestra entrevista..."

Sonreí de inmediato, porque sabía que la chica estaría saltando de la emoción por algo tan simple... Si por mi fuera estaría concediéndole entrevistas todos los días, aunque solo fuera por verla sonreír unos instantes.

Mk dedo presionó la tecla de llamar, esperé hasta el tercer tono para que Leilany respondiera.

—¿Estás en casa? — pregunté, el ascensor se encontraba vacío por lo tanto nadie escucharía su conversación.

—Si, ¿en donde más iba a estar?

—Vente a mi empresa, necesito de ti por aquí. — dije sonriendo.

—¿Ya me extrañas? — preguntó divertida.

—Nena, me masturbé en la sala de juntas mientras que pensaba en ti. — dije con seriedad—. Así que no vuelvas a preguntar eso porque lo tomaré como ofensa la próxima vez.

Un pequeño jadeo se escapó de los labios de la chica y podría apostar lo que fuera a que sus mejillas estarían sonrojadas, haciéndola verse tan linda e inocente...

—Estaré ahí en media hora. — murmuró antes de terminar la llamada.

Las puertas del ascensor de abrieron, salí de este y caminé hasta mi oficina. Ahora solo quedaría esperar...

Magnate Colón Where stories live. Discover now