Capítulo 7

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Erick Colón

Fui un jodido hijo de puta con ella cuando no se lo merecía, soy más que consciente de eso. Sin embargo, el hecho de que sea una periodista no ayuda en nada.
Maldita sea, confiaba en ella lo suficiente como para contarle mi vida y la de todos los que me rodean... Pero sé que me matarán si pronuncio palabra.

Le había cedido la entrevista, eso era la que quería, ¿no? Pues bien, ya lo tenía.

Camino por mi oficina con paso despreocupado pero con la mente ocupada. Ocupada por una jovencita que no debería de formar parte de mis pensamientos.

Aunque pensándolo bien... Ella no había hecho nada malo como para que yo la odiara.

—Es periodista, Erick, es periodista. — me repetí en voz alta por quinta vez en la mañana.

La puerta de mi oficina fue abierta de forma abrupta, haciéndome sobresaltar y mirar en esa dirección de inmediato.

—¿Me explicas que cojones se pasa por tu mente para decirle esas cosas a tu novia? — pregunta Christopher mirándome con el semblante serio. Y a pesar de su expresión sé que no está enojado.

Paso por alto la palabra "novia" y me centro en los que había dicho.

—¿Qué cosas? — cuestiono confuso.

—Toma tu celular y busca las noticias.

Hago lo que me indica, cientos de artículos sobre él y su comprometida aparecen en la pantalla.

—En algún momento tendría que saberse lo de vuestro matrimonio.

Oh, Erick... ¿Estás defendiendo a Leilany, joder?

—No es el matrimonio, es lo que se dice de él. — dice cruzándose de brazos.

Hago doble click en el primer enlace y me pongo a leer la noticia con calma.

Wow, allí decía de todo menos cosas bonitas...

Aunque... Yo no le dije nada de esto a ella, por lo que me hace dudar de si ese artículo lo escribió la mujer en la que ambos pensamos.

—No creo que ella escribiera esto. — digo negando con la cabeza.

—Yo tampoco pero mi obligación era preguntar antes de nada. — confiesa.

¿Su obligación? Ja.

A Christopher le sudaba la polla por lo que dijeran de él los periodistas.

Lo que en hace pensar en que ha sido idea de su prometida.

—No es por echar mierda, pero creo que quien está detrás de todo esto... — me callo antes de decir algo de lo que me pueda arrepentir, a pesar de que mis ideas no me las va a quitar nadie.

—Por favor, dilo... No quiero ser el único que lo piense.

¿Él verdaderamente desconfiaba de su prometida?

Definitivamente, este matrimonio no durará mucho.

—Creo que tu futura esposa ha revelado la noticia, hay detalles que solo ella podría decir.

—Lo sé, lo sé... — dijo negando con la cabeza—. Pero en una de esas noticias lleva el nombre de Leilany, así que...

—Imposible.

—Posible. — dice asintiendo con la cabeza—. Si ella no lo escribió, alguien más a usado su nombre.

—Y ese alguien solamente lo usó para cargar contra ella, sabiendo que nosotros nos conocíamos y que tendríamos disputas.

Christopher parece pensarlo durante segundos antes de soltar una risa sarcástica.

—No me lo puedo creer... Por favor, encárgate de ella, yo me encargaré de la que tengo en casa. — dice soltando un suspiro—. Lamento la molestia.

—No te preocupes.

Sale de mi oficina y no muchos minutos después lo veo cruzar la carretera por el paso de peatones que es visible desde las ventanas del edificio.

Tenía trabajo pero dudo de si lo iba a hacer aún estando en la empresa. No tardo en guardar mi celular en el bolsillo y salir de allí, tenía una charla pendiente con la periodista.

Me lleva menos de media hora llegar a su casa, no había demasiado tráfico a estas horas por lo que eso jugaba a mi favor. Me acerco a la puerta y toco esta un par de veces, nadie abre así que me hace suponer que no está en casa.

—Jodida mierda. — maldigo entre dientes mientras tomo mi celular para mirar la hora.

¿Qué se supone que hacía a las once de la mañana?

Estoy dispuesto a irme para volver en otro momento cuando a lo lejos veo a una figura que se me hace bastante conocida, con ropa de deporte y corriendo.

Había que tener ganas para ponerse a correr a estas horas...

—¿Erick? — pregunta con la respiración agitada en cuanto llega a su destino, es decir, a su casa.

No sólo tenía la respiración agitada, sino que su rostro estaba rojizo y una fina capa de sudor cubría su piel.

Mi sucia mente se la imaginó de la misma forma pero en diferente situación...

—Leilany. —digo a modo de saludo—. Antes de nada, disculpa por la actitud de capullo que tuve la anterior noche contigo.

Ella no dice nada así que continúo hablando yo.

—Necesito hablar de algo serio contigo, incumbe a uno de mis mejores amigos así que me gustaría que fueras sincera.

—Supongo que no puedo decir que no.

—Supones bien.— me encojo de hombros—. ¿Has publicado algún artículo después de la noche de ayer?

—¿Tú crees que me ha dado tiempo? — pregunta frunciendo el ceño—. Llegamos a casa tarde, una persona normal a esas horas duerme.

Tenía lógica. Pero eso no quitaba que alguien había escrito eso.

—Se publicaron noticias sobre el futuro matrimonio de Christopher.

—Ah, claro... Y tuve que ser yo solo porque ayer hablamos de eso. — dice sarcástica.

—No, no es esa la razón.

—¿Entonces?

—Uno de ellos está a tu nombre.

Su rostro en estos momentos es un poema, si antes estaba roja ahora estaba totalmente pálida, sus labios se encontraban entreabiertos y me miraba anonadada.

—¿Qué está qué? — cuestiona negando con la cabeza.

Magnate Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora