Capítulo 25 (FINAL)

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Erick Colón

Nadie dijo nada, no hacía falta hacerlo cuando nos conocíamos como hermanos. La mirada de Christopher lo decía todo.

Y era de esas miradas que traían problemas consigo.

—Podemos quedar esta noche en el departamento de Zabdiel para hablar. — propuse.

El recién nombrado entrecerró sus ojos nada más escucharme.

—¿Vosotros no tenéis casa? — pregunta él cruzándose de brazos.

—Es que yo en la mía tengo a mi prometida. — dijo Christopher poniendo los ojos en blanco.

—Bien, quedamos en la mía, no hay problema en eso. — dice Richard dando la conversación por finalizado.

Mi mano aprieta ligeramente la de Leilany haciendo que ella me mire confusa.

—Perfecto, entonces nos vemos en la noche... Chris, no llores mucho en mi ausencia. — murmuro divertido.

—Que te jodan. — dice en mi dirección.

Suelto una carcajada mientras camino con mi novia fuera de la oficina. Christopher no estaba de humor, eso era más que obvio, pero los problemas había que solucionarlos y no lamentarse de ellos.

Leilany no pronuncia palabra hasta que ambos nos adentramos en el auto.

—Yo solo te voy a decir una cosa y es que, más te vale no llegar en la madrugada borracho.

Uh, empezamos temprano a reclamar.

—Si, señorita, prometo no llegar borracho a casa esta noche. — digo sonriente—. A cambio quiero que me esperes desnuda en la cama.

—¡Erick! — exclama avergonzada, sus mejillas no tardan demasiado en teñirse de un pálido color rosado.

Amo meterme con ella porque Asus reacciones son tan predecibles que me causan ternura.

De todos modos, sigo sin entender porque algo como esto podría avergonzarla.

Leilany tenía un cuerpo precioso, ya la había tenido desnuda varias veces así que...

—Deja de pensar en ello porque definitivamente no pasará. — dijo frunciendo ligeramente el ceño.

—Ya veremos. — dije mordiendo mi labio inferior.

Ella bufó, sin embargo no dijo nada con respecto a mis últimas palabras. Con un poco de suerte aún tenía esperanzas en que ella aceptara mi propuesta.

A diferencia de la última vez, ahora si tuve que guiarla al departamento de Zabdiel ya que no sabía en donde quedaba. Al llegar allí chasqueó su lengua y me miró.

—Y aquí nos separamos. — murmuró divertida.

¿Eso es lo que creía?

Reí para mis adentros antes de bajarme del auto e indicarle que hiciera lo mismo, ella me miró confusa por unos instantes pero finalmente cedió.

Miré a mi alrededor de forma muy disimulada y efectivamente, había periodistas ocultos por allí, mis ojos no tardaron en captar las cámaras de varios de ellos.

—Podéis salir. — indiqué —. Tendréis unas mejoré imágenes desde aquí.

Leilany abrió los ojos sorprendida al darse cuenta e hizo un ademán de alejarse, cosa que yo le impedí.

—Tú diste una exclusiva hace no demasiado. — susurré en su oído—. Ahora quiero que tú seas mi exclusiva.

Mi nariz roza su mejilla en forma de caricia ante de que mis labios presionen los suyos.

A nuestro alrededor hay alboroto, ambos lo notamos, pero Leilany decide prestarle más atención a nuestro beso.

Buena opción.

Mis manos bajan hasta su cintura y la atraigo hasta mi cuerpo desde esta, ella suelta un jadeo contra mis labios pero sigue besándome. Nada a nuestro alrededor parece importarnos.

—Te amo, Leilany. — digo cuando nos separemos del beso, nuestras frentes siguen unidas mientras que nos miramos a los ojos—. Y quiero que todos ellos lo sepan.

—También te amo, Erick. — murmuró bajito—. Sin importar lo que digan...

Aplausos, gritos, alegría, euforia,...

Pero en lo único que me centro es en la sonrisa que se forma en sus labios y la forma en la que sus ojos se cierran.
Me doy el placer de robarle un beso antes de mirar en dirección a las cámaras que nos grababan.

—Creo que ya está todo dicho. — digo en una simple frase la respuesta a todas las preguntas que ellos estaban haciendo sin seguir ningún orden.

¿Este era el temido problema?

Pues problema solucionado.

Ahora quiero vivir mi vida al máximo al lado de esta mujer, que sea lo que Dios quiera en nuestra relación... Pero que solo sean cosas buenas, por favor.

No quiero comparar nuestra historia con la de alguien más porque no sería justo ni para ellos ni para nosotros, porque cada historia es única... Una con más drama, otra con más pasión... Pero todas diferentes e inigualables.

Nuestra historia, la de Leilany y la mía, había sido de esas que no suelen repetirse. De esas que solo se viven en los sueños...

Y es que tal vez este era un sueño, uno del que estaba seguro que no quería despertarme.

Magnate Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora