Capítulo 4

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Leilany Silver

Mi momento de irme ha llegado, me siento un tanto sofocada con todo lo que ha pasado con el Magnate Colón.

—¿Ya te vas?— cuestiona ladeando su cabeza, sus ojos me examinan y parece estar pendiente todos mis movimientos.

Su mirada es profunda y penetrante. He de admitir que me pone bastante nerviosa el simple hecho de mirarlo a los ojos durante más de unos segundos.

—Si. — asiento brevemente—. Tú tienes cosas importantes que hacer, no quiero ser una molestia.

—No creo que las cosas que tengo que hacer sean más importantes que tú.— dice relamiéndose los labios—. Ven conmigo, te presentaré a Fiamma D'Altrui.

Que me muera dice.

Está diciendo que me va a presentar a la mayor mujer de negocios en toda Italia.

¿Pretende que siga viviendo así como si nada?

Él empieza a caminar hasta la puerta, me obligo a hacer lo miso para no perderle el paso.

—Espera, espera...

—¿Y ahora que pasa, Leilany?

—¿Dijiste Fiamma D'Altrui?

—Si, eso dije. — respondió burlón—. Como periodista no deberías de desaprovechar la oportunidad eh.

Niego rápidamente con la cabeza pero no respondo a nada. En el fondo tenía razón, ni siquiera era periodista.

Estoy caminado tan solo dos pasos por detrás de él pero aún así no sé a donde vamos.

—Esta es la sala de reuniones.— dice a la vez que se para de golpe, yo por mi parte no me dio tiempo de parar y terminé chocado contra su espalda—. ¿Estás bien?

Se voltea y toma mi rostro en sus manos, no tengo ni idea de porqué me está inspeccionando. No es como si me hubiera roto la cara al chocar con él.

—Estoy bien, es tu culpa que te detengas sin avisar. — reclamo.

Porque si no me quejara no era yo.

—Disculpa, señorita. — responde soltando una risa, una de sus manos se sitúa en mi espalda baja y me guía hasta dentro de la sala.

Fiamma D'Altrui se encuentra de espaldas a nosotros, mirando por una de las ventanas y con una carpeta de color negro en sus manos.

Alta diosa esta mujer.

—Fiamma. — pronuncia él, ella se da la vuelta y le regala una sonrisa antes de posar su mirada en mi. Sus ojos bajan hasta donde Erick tiene su mano y la veo fruncir ligeramente el ceño, es rápida en disimularlo y acercarse a nosotros.

—Erick. — da un leve asentimiento en su dirección—. ¿No nos vas a presentar?

El recién nombrado entreabre los labios dispuesto a hablar pero ella es rápida en seguir hablando.

—Tampoco es necesario, nosotras mismas podemos hacerlo. — ríe extendiéndome una de sus manos—. Soy Fiamma D'Altrui.

—Leilany Silver. — respondo en voz baja, toda esta situación es de ensueño.

—Es una periodista, por eso su nivel de asombro al verte en persona. — explica Erick.

—Oh. — pronuncia con sorpresa.

No se esperaba ver a una periodista allí, por supuesto.

El Magnate Colón es ese tipo de personas que odian a los periodistas.

—Creo que oí hablar de ti. — dijo ella—. Es decir, no se dijo en ningún momento tu nombre pero fue la mención de Erick y una periodista, así que supongo que eres tú.

—Que chismoso todos. — murmuró Erick rodeando sus ojos—. Ya hablaremos del tema en otra ocasión.


—Veo que alguien tiene prisa por echarme fuera. — dice divertida mientras extiende la carpeta hacia él, Erick no duda en tomarla y revisar que los documentos que necesitaba estén allí dentro—. Leilany, tal vez deberías de venir a la cena de este fin de semana.

—Fiamma... — dijo Erick en advertencia.

Bien, era más que obvio que no me quería ahí.

Normal.

—Yo solo decía, la prometida de Christopher no me cae bien y estar rodeada de machirulos no es mi cosa favorita en el mundo. — bromeó, con la única intención de molestar a Erick.

No conocía en lo más mínimo a la prometida del Magnate Vélez.

Joder, ni siquiera sabía que se iba a casar con alguien.

Definitivamente, estoy fracasando como periodista.

—Ya veremos. — murmuró Erick finalmente.

—Espero veros pronto. —dijo la italiana en forma de despedida, sonriéndonos a ambos y guiñándome un ojo cuando pasó por mi lado.

Volvemos a quedarnos solos, esta vez que una sala de reuniones.

Deja escapar un suspiro mientras pone la carpeta encima de la mesa.

—No quiero que pienses que no te llevo a la cena por algo personal ni mucho menos pero...

—Soy una periodista, los magnates odiais a la prensa. Me ha quedado claro. — respondo encogiéndome de hombros—. De todos modos no tendrías que hacerlo, sería raro... Ya sabes, ni siquiera nos conocemos.

Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras asiente ligeramente con la cabeza.

—¿Sabes qué?

—¿Qué?

—Por esa misma razón vas a venir. — dice—. Sé que mis amigos me van a matar pero valdrá la pena, únicamente te pido que no vayas a publicar nada sobre esto... Es algo bastante personal.

—Oh no, no iré... Estás jodidamente mal de la cabeza.

Era una gran oportunidad, por supuesto que si.

Pero antes de ser periodista era persona y sé que a nadie le agradaría allí mi presencia, no podía permitirme ir y fomentar el odio hacia mi persona.

Su mirada era aspectante, como si estuviera esperando a que yo cambiara de opinión.

Pero no, no iba a cambiar de opinión por mucho que me mirara de esa forma.

Magnate Colón Where stories live. Discover now