Capítulo 12

2.6K 179 11
                                    


Leilany Silver

"Nena, me masturbé en la sala de juntas mientras que pensaba en ti"

Todo mi cuerpo se altera, mis hormonas se alborotan y toda la sangre de mi cuerpo se agolpa en una zona en particular. Haciéndome presionar las piernas para intentar olvidarme del hormigueo en mi zona húmeda.

Tardo menos de lo que le había dicho en llegar al edificio de su empresa, esta vez nadie me pregunta mi nombre, ni mi profesión, ni nada de nada. La chica que me atendió la pasada ocasión se acerca para dirigirme hasta el ascensor.

—El señor Colón está esperándolo en su oficina. — murmuró regalándome una sonrisa ladeada.

Me limito a sonreír también en su dirección antes de presionar el botón que me llevaría directa allí. Dejo que mi espalda choque con la pared metálica y cierro los ojos, me es imposible ignorar lo palpitante que está mi coño en esos momentos.
Atrapo mi labio inferior con mis dientes y me repito en la mente que debo de calmarme o de lo contrario pareceré una desesperada.

El pequeño "click" que indica que el ascensor se ha detenido me hace abrir los ojos, al instantes las puertas se separan para dejarme el camino libre.

—Hola, Erick. — saludo nada más entrar en la oficina, la cual no había cambiado siquiera un poco desde la última vez que estuve en ella.

—Preferiría que me saludaras de otra forma. — dijo ladeando su cabeza, dándose a sí mismo un aspecto más atractivo dentro del ámbito profesional.

—Me temo que tendrás que especificar. — murmuré divertida.

Él alzó una ceja incrédulo y cuando pensé que no lo haría, habló.

—Ven aquí y cómeme la boca. — ordenó.

El verde de sus ojos se había vuelto más oscuro y a pesar de que no era demasiado buena psicoanalizando, sabía que eso significaba lujuria.

Rodee su escritorio para poder acercarme a él, una de mis manos se posó en su nuca y lo acerqué a mí. Rocé mis labios con los suyos, casi vacilando, y cuando hizo un ademán de quejarse aproveché para besarlo.

Su queja fue ahogada en mis labios cuando estos empezaron a moverse sobre los suyos. Sus manos tomaron mi cintura y me obligaron a sentarse en su regazo.

—Erick... — jadee contra su boca al sentir la presión de su erección.

—No sabes las ganas que tengo de recostarte en el escritorio, abrirte de piernas y follarte... — dijo separándose de mi boca para centrarse en mi cuello.

—Hazlo... — gemí cerrando los ojos, dejándome envolver por el placer de sus besos y caricias.

—No tengo protección... Tal vez la primera vez me olvidé de ello pero ahora voy a responsabilizarme de mis actos. — dijo sobre mi piel, antes de succionar esta con ansias para dejar una pequeña marca en su lugar.

¿Cómo que la primera vez no habíamos usado protección?

Oh, oh...

—Estoy limpio, Leilany. — dijo en cuanto se dio cuenta de mi reacción—. No te voy a transmitir ningún tipo de enfermedad.

Oh por supuesto, él se preocupaba por el tema de la salud...

Y yo aquí preocupándome por algo más.

—Erick, tenemos diecinueve años. — murmuré mirándolo a los ojos.

—Si, ¿cuál es el problema? — cuestionó frunciendo ligeramente el ceño.

Este chaval es tonto.

¿Tengo que explicarle cómo se hacen los bebés o qué?

—Te has corrido dentro de mi. — dije lentamente.

—No sé a donde quieres llegar con esto...

—¡Maldita sea! — exclamé—. Hay posibilidades de embarazo, no estoy lista para tener un hijo y menos...

Me callé antes de decir algo de lo pudiera arrepentirme más tarde.

—¿Y menos qué? — me retó mirándome—. ¿Y menos mío?

Se notaba entre enojado y dolido, todo por culpa de mis estúpidas palabras.

Me sentía la peor mierda en estos momentos pero no sabía cómo reaccionar a algo así.
Intenté levantarme pero me lo impidió.

—Suéltame. — exigí removiéndome encima de él, tratando de liberarme de su agarre.

—Sigue moviéndote así y créeme que será lo que menos haré. — suelto en un gruñido.

Oh mierda, nuestros sexos friccionaban en cada forcejeo.

Solté un bufido antes de empezar a usar mi fuerza para tratar de salir de allí.

Mala idea.

Justo en ese momento alguien entró en la oficina sin siquiera tocar la puerta.

—Oh, diablos, lo siento. — fue rápido en disculparse—. Volveré en otro momento, sigan a lo suyo.

¿Cómo que sigan a lo suyo?

¡No estábamos haciendo nada!

Aunque probablemente estábamos dando una impresión un tanto equivocada... Todavía me encontraba encima de él y hace tan solo minutos me movía con ganas...

—¡Leilany! — exclamó él.

Había aprovechado su momento de distracción para levantarme y alejarme de él lo más posible.

—¡No te acerques!

—¿En serio? — cuestionó poniendo los ojos en blanco—. No seas inmadura, no evites los temas importantes.

—No estoy siendo inmadura. — me quejé.

En realidad lo estaba siendo.

Lo veo pellizcarse el punte de la nariz al tiempo que deja escapar un suspiro.

—Está bien, bonita... Solo has entrado en pánico. — murmuró con la voz calmada.

—Tengo miedo. — confesé—. No quería decir que...

—Lo sé, lo sé...

Cuando me doy cuenta, él se encuentra frente a mi y con los brazos extendidos. Yo no tardo en abrazarlo buscando el consuelo que él me brinda.

—Vamos al hospital a hacerte la prueba, no nos podemos ahogar en un vaso de agua.

—Un test de los que se compran en la farmacia es más sencillo...

—Pero esas mierdas pueden fallar, vamos a por lo seguro siempre.

Me contuve de poner los ojos en blanco. Erick estaba siendo más maduro que yo en esta ocasión, era quien se estaba tomando esto con calma.

No quería retroceder veinte pasos ahora que ya había avanzado al menos siete u ocho.

Magnate Colón Where stories live. Discover now