Capítulo 5

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Erick Colón

"A ella le pagan por interesarse por tu vida, no lo olvides."

Las palabras del Magnate Vélez no dejan de reproducirse en mi mente y, por primera vez en mucho tiempo, me preocupo.

Él notó desde un principio algo... ¿amor? ¿Ilusión? No lo sé, pero es obvio que algo notó sino no me habría dicho eso.

Fiamma también lo notó, se veía más que interesada en que Leilany asistiera a la cena por algún motivo.

Sé que es raro porque nunca me había atrevido a responder a las preguntas de algún periodista, llegó esta chiquilla y hasta le di una jodida entrevista en privado.
Sin embargo, eso no significaba nada... ¿O si?

Mi mente es un lío desde ese día, sabía que Leilany era lo suficientemente terca para no asistir a la cena a pesar de que se lo pedí... Pero yo también lo era para no rendirme.

—Estás perfecto, no te calientes la cabeza. — murmuré mirando mi reflejo en el espejo, vestía con un traje negro perfectamente planchado y sin ninguna arruga. Tenía un par de detalles en color dorado que le daban el toque de máxima elegancia.

En la cama había un vestido del mismo color, resplandeciente como el oro. Y una caja que portaba unos zapatos de tacón de color negro.

Había mandado a personas que entendían de moda a comprarlo para Leilany. Todavía quedaban dos horas para la jodida cena pero iba a necesitar el tiempo para convencer a la muchacha.

La noche se encontraba oscura, no había estrellas en el cielo y la luna estaba escondida. Sin embargo, no hacía frío y eso se agradecía.

—¿Qué coño haces aquí? — espetó la joven en cuanto abrió la puerta y me vio allí parado.

—Esa boquita, señorita Silver... — murmuré en modo de regaño.

—Lo siento, es que...

—Es que tienes que vestirte para venir a la cena, ¿o quieres ir en pijama? — cuestioné al fijarme en su vestimenta, ella sacudió la cabeza e intentó cerrarme la puerta—. ¡Oye!

Tenía más fuerza que ella, no era muy difícil tenerla... Pero aún así le dejé intentarlo.

—Erick, no voy a ir.

—No seas tonta, vas a estar rodeada de Magnates y de grandes mujeres como Fiamma D'Altrui.

—Ya lo sé, pero nadie me quiere en esa cena... ¿Te das cuenta de lo incómodo que será?

Oh, vaya.

¿Ella verdaderamente creía eso?

En el ámbito laboral ellos podían ser unos hijos de puta, pero personalmente eran las mejores personas que cualquiera podría imaginar.

—Fiamma dijo que te quería ahí, además estoy seguro de que ellos van a tener muchas ganas de conocerte.

—¿Conocerme sabiendo que soy una periodista? No, por supuesto que no... Vosotros odiais a las personas que nos dedicamos a esto.

—Nadie tiene porqué saberlo, Fiamma lo sabe pero créeme que no dirá nada. — le hago saber.

Sus labios forman un puchero y parece estar pensando en ello por varios segundos.

—Por favor...

—Bien. — murmura finalmente, a la vez que sus labios dejan escapar un suspiro que parecía estar reteniendo hace bastante tiempo.

Yo por mi parte puedo respirar tranquilo. Me doy el lujo de adentrarme en su casa mientras ella va a vestirse.

No mucho más tarde, mientras que yo sigo inmerso en mis pensamientos, ella aparece vestida como una diosa. Doy gracias a las personas que escogieron el vestido porque le queda maravilloso en el cuerpo, los tacones la hacen ver unos centímetros más alta y me es inevitable sonreír.

—Estás hermosa. — me sincero caminando hasta ella, tomo una de sus manos y dejo un beso en sus nudillos.

—¿Crees que debo de recoger el cabello o algo así?

—No, mujer, no... Amo como se te ve así. — sonrío con sinceridad.

Porque verdaderamente ver sus cabellos caer por su espalda era todo lo que estaba bien en la vida.

Ella me devuelve el gesto, resplandeciente.

Y sé, que esta noche no ha hecho más que empezar.

En el restaurante es todo un caos, nadie de allí se esperaba verme llegar con alguien de la mano. Y mucho menos que ese alguien fuera Leilany.

—Veo que alguien me hizo caso. — murmuró Fiamma mientras se acercaba a saludar, estaba sonriendo de oreja a oreja y eso me hacía desconfiar.

Oh no, ella cree que ya la volví mi novia o algo parecido...

—Chicos, ella es Leilany. — la presento a los demás presentes.

La mirada del Magnate Vélez no tarda en pasarse sobre la mía. Había recordado el nombre, era obvio.

Otro que se está haciendo ideas equivocadas en la mente...

Joel y Fiamma se miran entre sí, cómplices, pero ninguno dice nada al respecto. Vaya, parece que él también está enterado del chisme.

—Un gusto, Leilany. — dice la prometida de Christopher mientras la saluda con un beso en la mejilla.

Me es inevitable reír cuando veo a Fiamma hacer una mueca de desagrado. No se llevaban para nada bien pero todavía no logro entender cual es la razón.

—Creo que el gusto es mío. — responde sonriendo, se le nota incómoda ante tantos rostros conocidos.

—La vais a agobiar. — murmura Zabdiel con diversión —. Siéntete cómo en casa, bonita.

Zabdiel, ese "bonita" sobraba.

Me limito a poner una mano en su espalda baja y guiarla hasta su sitio. No puedo dejar que la sofoquen ya al principio...

Magnate Colón Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt