Capítulo 8

2.7K 209 51
                                    


Leilany Silver

No sé si reír o llorar en estos momentos, nunca me había pasado algo similar y no tengo ni idea de como enfrentarme a ello.

¿Quién querría usar mi nombre para publicar un artículo?

Sencillamente, no tenía sentido.

—Yo no tengo ni idea de quién subió eso, si quieres puedo ponerme en contacto con mis superiores pero... — empecé diciendo antes de que Erick me interrumpiera.

—No, preciosa, si ya sabemos quien ha sido... Necesitaba confirmar que no habías sido tú. Ahora las posibilidades se reducen a una sola persona. — dijo encogiéndose de hombros.

—El Magnate Vélez y su prometida van a cargar en mi contra, estoy jodida...

—Claro que no. — murmuró como si fuera obvio—. Christopher sabe que no has tenido nada que ver, tal vez su futura esposa vaya en tu contra pero para eso estoy yo aquí.

—¿Tú?— pregunté alzando una ceja.

—Yo. — murmuró divertido—. Si busca hacerte daño a ti o, en este caso a ti empleo, primero tendrá que vérselas conmigo. Y déjame decirte que hundir a un Magnate es una misión muy difícil, casi imposible.

—Estás muy seguro de lo que dices...

—La seguridad es el punto más importante además de la confianza en uno mismo. — respondió sonriendo—. Y hablando de confianza, quiero disculparme por haber dudado de ti. En ningún momento quise dar a entender cosas como las que dije.

—Me amenazaste con no volver a trabajar de periodista.

—¿Si, verdad? — murmuró asintiendo—. Puedo ser muy hijo de puta si me lo propongo, pero no te preocupes.

Quiero reír, reír con sarcasmo.

Me dice estas cosas y se queda tan ancho... Es tipo, si puedo hacerte mierda con solo chasquear los dedos pero no te preocupes, eh.

Sacudo mi cabeza tratando de borrarme todo tipo de pensamientos en su contra.

—Bueno, preciosa, puedes ir a cambiarte y así te invito a un café. — dijo mirando la hora en su reloj.

—No es necesario que me invites a nada.

—Insisto.

Jodida mierda, este hombre es más terco que yo.

—Pero...

—He dicho que insisto.

—Ugh, dame quince minutos... Necesito tomar una ducha rápida para quitar el sudor de mi cuerpo. — murmuró entrando a casa—. Entra, no es necesario que esperes fuera.

Él asiente en mi dirección y se limita a entrar en casa y cerrar la puerta tras su cuerpo.

—Siéntete como en casa. — digo haciendo una mueca.

Erick parece hacerme caso ya que no tarda demasiado en dejarse caer en el sofá, yo por mi parte camino hacia el baño para tomar esa tan ansiada ducha.

Recordar que el Magnate está tranquilamente en mi sala mientras yo estoy desnuda duchándome no ayuda demasiado.

Tardo menos de lo esperado, envuelvo mi cuerpo en una toalla de color azul y voy hasta mi habitación. Intento escoger una ropa que sea más o menos adecuada, lo que menos quería era dar vergüenza al lado de él... De todos modos, creo que eso ya pasaba todos los días, era muy difícil igual su vestimenta.

—Ni tan mal. — murmuro al verme en el espejo. El pantalón de vestir me quedaba mejor de lo que creía y la blusa medio transparente también. Los zapatos de tacón me hacían ver unos centímetros más alta de lo que ya era.

Peiné mi cabello y lo até en una coleta alta, luciendo más empoderada.

—Wow. — murmuró Erick nada más verme—. No hay comparación con tu yo de hace media hora, luces hermosa de ambas formas pero con el toque formal...

—Creo que ya entendí. — murmuré divertida mientras colgaba mi bolso en uno de mis hombros—. ¿Vamos?

—Vamos. — asintió ligeramente.

La ida hacia la cafetería es bastante normal, Erick no quiso poner música ya que según él lo desconcentraba y además, prefería oír mi voz antes que cualquier tipo de canción.

Raro pero halagador.

Me contó diversas cosas, entre ellas que Joel estaba dispuesto a pedirle matrimonio a Fiamma un día de estos. Que estaba esperando el momento adecuado.

—Fiamma me ha caído muy bien. — sigo con una sonrisa en los labios—. La admiraba demasiado como mujer y ahora creo que lo hago todavía más.

—Créeme que tú a ella también le has caído muy bien, no deja de mencionarlo en el grupo de WhatsApp. — murmuró divertido.

Mi pecho se infla con orgullo, jamás creí escuchar algo similar y no puedo evitar sentirme emocionada por ello.

Erick se encarga de abrirme la puerta cuando estaciona el auto frente a la cafetería, yo le agradezco y sonrío en su dirección. No volvemos a hablar hasta que ambos estamos sentados el uno frente al otro.

—¿Cuándo se publicará la entrevista?

—Están revisando todo, así que supongo que muy pronto... En cuanto me avisen de algo ya te informo, supongo que querrás estar al tanto de la exclusiva.

Él sonríe, enseñando sus blancos y perfectos dientes. Sus ojos se achinan brevemente ante su acción y niega con la cabeza.

—Me parece buena idea, ¿pero sabes qué?

—¿Qué...?

—Tal vez deberíamos de dar otra exclusiva. — dice antes de pasarse la lengua por su labio inferior.

Gesto suficiente para alborotar mis hormonas, mis ojos no parecen querer despegarse de sus labios y el no tarda demasiado en darse cuenta.

—Estoy hablando de esta exclusiva.

Se inclina hacia mi, acercando su rostro peligrosamente al mío y, antes de que pueda pensar en lo que está haciendo, sus labios chocan con los míos haciendo saber que este beso no solo será una exclusiva sino también un problema.

Magnate Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora