XXVIII

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Dominic me dejó sola en su mansión lo que me parecieron horas muy desesperantes. No dijo nada después de matar a Darren, solo me sujetó y nos evaporamos juntos. Me soltó allí, desapareció y yo seguí esperando.

Seguramente no había pasado realmente tanto tiempo, pero se me estaba haciendo eterno. Estuve revisando las noticias, por entretenerme con algo, aunque no había nada nuevo ni espectacular, seguían hablando del ataque, aunque parecía que ya no tenían cámaras para grabarlo. Así que cuando aquello dejó de ser interesante me dediqué a pasear por el salón, pero tampoco aguanté mucho haciendo aquello.

Al final, opté por tumbarme en el sofá y tratar de calmarme. Aún sentía la adrenalina por la batalla latiéndome con fuerza en el pecho, aunque como estaba muerta, no sabía si eran imaginaciones mías o lo sentía de verdad. En cualquier caso, decidí que tranquilizarme era la mejor opción.

Sin embargo, el miedo por lo que pudiera estar haciendo Dominic, me quemaba por dentro. ¿Dónde habría ido? Esta vez no podía seguirle, porque no tenía ni idea de dónde estaba, así que mi única opción era esperar. Decidí darle hasta el amanecer, si no volvía, iría a Morkvald a preguntar por él.

Tener un plan era mejor que nada y contribuyó a tranquilizarme durante al menos diez minutos más. Luego volví a pasear por el salón.

Dominic apareció entonces y suspiré aliviada al verle. Se había cambiado de ropa y ya no estaba manchado de sangre, además, su brazo volvía a su estado normal. Nadie diría que se lo había cortado un rato antes. Supuse que era alguna otra clase de truco jedi.

―¿Estás bien? ―preguntamos a la vez.

―Te dije que te quedases ―me recordó entonces―. Pero gracias por salvarme la vida.

―Gracias a ti por vengarme. ―Sonreí un poco―. ¿Dónde estabas?

―Necesitaba curarme. ―Movió un poco sus nuevos dedos, sin mirarme―. Tengo que dar con Samantha antes de que Satanás llegue hasta ella, ¿te apuntas?

―Siempre.

Acepté la mano que tendió hacia mí y desapareció llevándome. Aterrizamos cerca de un campo de batalla. Por un segundo pensé que se había equivocado de ubicación y había vuelto a aquella ciudad de un rato antes. Luego vi que el paisaje alrededor era diferente. Estábamos parcialmente ocultos entre una serie de árboles y delante de nosotros había un ejército muy raro. Parecía conformado por animales deformes más que por personas: centauros, minotauros, lobos-simios y seres sacados de todas las mitologías conformaban las filas deformes.

Atacaban contra una muralla muy alta. No pude ver qué había al otro lado, además Dominic me sujetó de la mano cuando intenté dar un paso hacia allí.

―¿Qué pasa? ―murmuré, para no llamar la atención de nadie más.

―Esa es la ciudad de los elementales: Eldmâne. El Primero la tiene cercada, esto es lo más cerca que he podido aparecer sin meterme en medio de su ejército.

―Pensé que tendría más vampiros y cosas así de su lado, pero eso son monstruos... Y son muchísimos. ¿A eso se ha dedicado? ¿Cómo lo ha hecho tan rápido?

―Desde hace siglos, cada vez que aparecía algún ser mutado con magia oscura que podía delatarnos ante los humanos, lo encerrábamos. Cuando descubrimos este lugar empezamos a lanzarlos a Yghenfil. El Primero no ha creado ese ejército, solo lo ha recuperado.

Guardamos silencio un momento, mientras esa especie de osos gigantes que había atacado en el parque de atracciones empezaban a escalar la muralla. Me aferré a la mano de Dominic, sin saber qué podríamos hacer.

Crónicas de Morkvald: Luna de Hielo #3 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now