VI

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Dominic no me bajó de su hombro ni cuando llegamos a un patio repleto de gente. Tampoco es que nadie le dijese nada. Nos miraron, claro, o eso me pareció, pero teniendo en cuenta que mi cara iba contra su espalda, tampoco es que gozase de la mejor visión. Sin embargo, nadie le dio el alto.

Entró en un edificio y la puerta se cerró tras nosotros. Traté de no suspirar aliviada, porque la temperatura subió varios grados de golpe, pero me pareció que él sabía perfectamente lo que me pasaba. Quizá hasta lo estaba disfrutando, porque era un torturador.

Subió las escaleras conmigo a cuestas y me pareció que había un millar. Iba a reconocerle cierto mérito, luego recordé que era un vampiro, así que el verdadero héroe era mi estómago, que no se había roto contra su hombro. Aunque con cada escalón me dolían las costillas, cada vez más.

No me soltó tampoco al cruzar una nueva puerta, que me pareció una enfermería. Tenía un montón de camillas y casi todas estaban ocupadas, aunque él pasó al lado de todas sin frenar siquiera y cruzó otra puerta. Allí me soltó, con tanta fuerza que me castañetearon los dientes. Parecía una sala privada, aunque era muy deprimente, solo tenía una cama en el centro, sin ventanas ni decoración.

Y sobre la camilla había un ocupante. Tenía varias vendas rodeando sus brazos y otra sobre su frente.

―Estás hecho una mierda, Clash ―se burló Dominic, con cierta sonrisa que no trató de contener.

¿Aquel era Clash Maverick? Parecía que le habían dado una buena paliza de verdad, aunque los vendajes estaban limpios y no se veían heridas abiertas ni moratones. Eso sí, mejor no hablar de cicatrices, porque parecía hacer colección. Una marca de un zarpazo recorría su cara entera, deformándole los rasgos, y tenía un ojo completamente blanco. También le faltaba media oreja y reconocí otras marcas blancas entre los vendajes.

Por lo demás, no parecía un simple herido, ni derrotado. Tenía los hombros anchos y pese a estar tumbado, reconocí cierto porte de autoridad. Me recordó un poco a mi padre en ese aspecto. Era un tío de ley, seguro.

―¡Serás cabrón! ―le gritó el hombre―. ¿Ahora llegas? ¿Dos días después? ¡Nos atacó Tabita con un ejército de caenunas! ¿Dónde mierda estabas? ¡Escapó el Primero! ¿Te has enterado? ¿Te importa?

―No deberías sulfurarte, Maverick ―aseguró Dominic, poniendo una mano sobre su brazo. El hombre gimió y se puso algo pálido―. Yo pensaba que los lobos os recuperabais más rápido que esto. ¿Dos días enteritos? ¿Te estás haciendo viejo?

―Vete a la mierda ―replicó, perdiendo parte de su animosidad―. Uno de esos caenunas me rompió todos los huesos del cuerpo y la doctora no deja de rompérmelos una y otra vez para que sanen en su lugar...

―Qué divertido. Si lo hubiera sabido, habría venido antes... ―Le sonrió como un capullo y luego pareció acordarse de mí, porque me dirigió una mirada más seria―. En realidad, no es una visita de cortesía. ¿Colaborabas con un policía humano llamado...?

―Parker, Hank Parker ―le ayudé, porque parecía haberse olvidado del nombre ya―. Era detective.

Clash Maverick me miró con seriedad. Tenía una pinta realmente horrible, pálido y demacrado, aun así, imponía cierto respeto y autoridad, no como Dominic, que solo parecía un capullo.

―¿Eres su hija? ―me preguntó, sorprendiéndome.

¿Cómo lo sabía?

―Sí.

―Me habló de ti. ―Me dirigió una sonrisa amable, que con tanta venda y cicatriz pareció algo tétrica―. Era un buen hombre, lamento mucho lo que le pasó.

Crónicas de Morkvald: Luna de Hielo #3 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now