Acto 8: Yghenfil - XXVII

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Me quedé un rato largo tratando de decidir qué ponerme. Era de noche, así que pegaba el pijama, pero ¿tenía algún sentido ponerse el pijama cuando no dormías? Acabé decidiéndome por unos vaqueros largos y una camiseta de tirantes, aunque me quedé descalza. Tampoco es que importase mucho.

Y, como no me apetecía comerme la bronca de Dominic por haber matado a nadie y no estaba segura de cómo debía actuar ahora a su lado, después de su declaración o lo que hubiera sido, opté por recoger mi portátil, que estaba sobre la mesilla y me senté en la cama, tras enchufarlo a la luz.

Le eché un vistazo al blog, pero tenía como un millón de comentarios acumulados y acabé pasando de largo. No tenía ganas tampoco de desentrañar conspiranoias. Así que opté por mirar las noticias. Claro que no es que hubiera menos teorías imposibles por allí. Parecía que los humanos estaban completamente desconcertados con lo que pasaba. Las noticias estaban repletas de asesinatos, desapariciones, avistamientos y demás cosas mágicas.

Había pasado de divertido a aburrido. Ahora todo el mundo podía ver cosas mágicas, grabarlas y creérselas, ya no tenía nada de especial. Estaba a punto de tirar el portátil a un lado para ir con Dominic, que sería más interesante que aquello, cuando un vídeo llamó mi atención. Era en directo de una página de noticias. Lo pinché esperando una nueva decepción y solo pude mirar el ordenador boquiabierta.

Era un ataque retransmitido en tiempo real a una ciudad. Esos extraños monos-oso que atacaron el parque de atracciones arrasaban con un edificio tras la reportera, que trataba de narrar lo que sucedía. Cerré el portátil, me puse las botas por acabar rápido, y corrí escaleras abajo para enseñárselo a Dominic. El vampiro estaba en su sofá, con una copa de whisky en las manos. Se había dedicado a limpiar los restos rotos de la mesa del café, al parecer. Yo ignoré el detalle, me senté a su lado y le enseñé el vídeo.

―Es en tiempo real ―expliqué―. Están arrasando una ciudad.

―¿Qué...? ―Tiró del portátil y puso el vídeo en grande, como si no pudiera procesarlo del todo―. Son las criaturas de Satanás.

―Lo veo ―le di la razón―. ¿Crees que él estará allí?

―Quédate aquí, Sarah, mandaré a alguien a buscarte en cuanto pueda.

Desapareció sin más, haciendo que mi portátil cayese con cierta fuerza sobre el sofá. ¿Estaba loco? Cómo mínimo debía ser idiota si pensaba que iba a quedarme atrás mientras él arriesgaba su vida. Ahora estaba cargada de energía y tenía cierta idea de mis poderes. ¡Era útil, no una simple humana! Y no iba a quedarme atrás.

Miré la imagen, en busca de alguna pista para poder aparecer tras él. No conocía personalmente aquella ciudad, pero no lo necesitaba, ¿no? Estaba viendo una imagen clara. ¿Valdría solo con eso?

Me concentré, cogiendo aire despacio y me imaginé apareciendo allí. Cuando abrí los ojos, estaba justo al lado de la reportera, que dio un grito impresionada. La verdad, debía dar gracias porque no hubiera aterrizado encima.

―¡¿Quién eres?! ¡¿Qué eres?! ―me preguntó y me pareció a punto de salir corriendo.

Yo la ignoré, no tenía tiempo para aquello. Busqué alrededor con la mirada, pero el lugar era un caos absoluto, no tenía forma de saber dónde estaba Dominic. Un edificio cayó derrumbado a un par de cientos de metros de nosotros, y el polvo lo llenó todo, impidiéndome ver parcialmente.

Todo se quedó en silencio inmediatamente. Miré a la reportera y me di cuenta entonces de que estaba paralizada, aunque estaba segura de no haber sido yo. ¿Había más parcas por allí? No sería raro, supuse, con todo lo que estaba pasando en la ciudad. Aproveché para moverme, no tenía tiempo que perder. Por lo que sabía, Dominic podía estar en cualquier parte.

Crónicas de Morkvald: Luna de Hielo #3 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now