VIII

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Traté de dormir, pero no podía relajarme, así que volví a levantarme y recogí mi portátil. Decidí ponerme al día con todos los mensajes atrasados de la gente de mi blog. Ni había querido verlos al actualizar el día anterior.

¿Había sido el día anterior? Estaba perdiendo el sentido de la realidad y del espacio-tiempo. Me sorprendió ver que tenía más de quinientos mensajes. ¿Qué estaba pasando? Apenas tenía un blog de mierda con cincuenta visitas diarias. Entré a ver las estadísticas, para ver que se habían disparado desde el día anterior, al menos habían entrado cincuenta mil personas diferentes, desde todas partes del mundo... ¿Qué?

La mayoría de mensajes eran de las últimas veinticuatro horas. Me levanté para coger un bol lleno de patatas fritas y un Red Bull. Iba a necesitar toda la ayuda posible con aquello.

Había algunos mensajes llamándome loca y otros diciendo que todos los vídeos colgados el día anterior eran falsos. Pero la mayoría de mensajes eran para comentarme sus propias vivencias. Decidí leer por encima los que menos faltas de ortografía tenían.

«Hola. Soy enfermera. Quería compartir mi historia. Hace una semana, en el hospital, intervenimos a un hombre que en cuanto lo sedamos, se despertó con ansia asesina. Uno de los doctores le cortó sin querer y su sangre era negra y espesa como la brea. Entonces nos atacó. Mató a una de las ayudantes de quirófano antes de que seguridad pudiera venir. Tuvo que dispararle un cargador entero para detenerle».

Me hubiera gustado tener el número de teléfono de Dominic para pasarle aquello. Seguro que tenía una explicación, ¿no? ¿Los zombis nos invadían?

«Hace cosa de un mes, estaba con unos amigos en el bosque, de acampada. Y un animal muy extraño nos atacó en medio de la noche. Nadie nos cree, pero esa cosa tenía alas y pico, pero cuerpo de un niño de diez años. Un amigo lo ahuyentó con un palo en llamas y no pudimos grabarlo por la sorpresa, pero es verdad. Lo vimos y fue aterrador».

Me levanté de nuevo para echarle algo con alcohol al Red Bull, porque aquello no era suficiente. Había al menos trescientos testimonios similares. ¿Todos los pirados habían salido de golpe o estaba pasando algo más? Varios me mandaron también enlaces de sus propios videos.

Abrí el primero tras comerme un puñado de patatas fritas. Estaba grabado en una discoteca, con todas las consecuencias para la imagen y la iluminación que eso conllevaba. Parecía además que trataban de grabar a un par de chicas que sacaban culo y ponían morritos. Aunque la acción pasó por detrás. La primera vez ni la vi.

Un tipo levantó la falda de una chica para tocarle el culo. Ella le sujetó la mano y él cayó de rodillas en el acto. Tuve que ralentizarlo y hacer zoom para ver que la mano de ella se prendía de forma casi imperceptible y que el brazo de él quedaba abrasado.

Otro de los vídeos era de un vigila bebés. Se veía al niño en su cunita, durmiendo la mar de tranquilo. Durante un segundo pensaba que alguien quería enseñarme a su bebé. Yo que sé, los caminos de la paternidad son inescrutables.

Algo entró en escena entonces, una mano peluda y completamente negra. Su cabeza apareció después. Parecía una puta mosca enorme, humanoide. Se inclinó sobre el niño, que se removió inquieto un momento. Luego ese ser clavó su trompeta en la piel pálida del cuello del bebé y este dejó de moverse en el acto.

Me tapé la boca para no gritar y cerré el portátil de golpe. ¿Qué mierda? ¿Era un asesinato de un bebé? ¿Por qué demonios me mandaban eso? Pateé el portátil lejos de mí en la cama y me levanté para dar todas las luces de la casa y poner música suave.

Los vampiros podían ser aterradores, pero esa cosa... ¡¿Era una mosca humana?! Además, los niños debían ser sagrados. No era justo que alguien matase a un bebé tan pequeñito... Caminé por el salón, acariciándome los brazos para darme calor. Tenía mucho frío de golpe.

Crónicas de Morkvald: Luna de Hielo #3 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now