Epílogo

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Dos días antes

La sala era completamente blanca y grandes antorchas que siempre permanecían encendidas la alumbraban, haciendo que el resplandor de las paredes fuera más intenso. Las gradas eran de madera gris clara, al igual que la valla que mantenía la mesa central separada de los observadores. Y en torno a dicha mesa, a juego con las paredes, había una docena de sillas del mismo tono. Tanto las gradas como la mesa estaban completamente ocupadas por caenunas.

En la Tierra los caenunas necesitaban un cuerpo humano para poder sobrevivir. En el Caebiru tenían sus propios cuerpos, hechos de energía solidificada. Estos no tenían rasgos marcados, ni cuerpos exactamente definidos. En el Caebiru ni siquiera hacía falta ropa, pero, quizá por capricho de su creador o tal vez por un recuerdo que ninguno aceptaría tener, sus formas eran humanoides. Sin pelo, sin marcas, sin orejas, ni bocas. Pero eran capaces de comunicarse, de hablar, de pensar y de tomar decisiones, como estaban haciendo.

En ese momento, la voz cantante la llevaba Khane, uno de los tres líderes de los caenunas. Dos de ellos rodeaban al único ser que parecía extraño entre los demás, pues su energía estaba mucho más definida que la del resto y sus rasgos eran más humanos, aunque no acabase de tener nada que fuera posible identificar como tal.

―El Primero ha movido ficha, es hora de ir a la guerra.

El silencio fue ensordecedor un segundo, y luego los murmullos llenaron la sala y fueron subiendo de volumen. Retazos de conversación viajaban de un lado al otro, sin que pudiera entenderse a nadie, hasta que alguien se puso de pie para gritar.

―¡¿Guerra?!

Otro más se unió a los gritos.

―¡Lo que él haga en la Tierra no es nuestro problema! ¡Que los masacren a todos! Los humanos están condenados a muerte si no pueden defenderse solos.

Y varios le dieron la razón. El ser más puro de la sala miraba a un lado y a otro, tratando de entender qué sentían esos caenunas. ¿Miedo? ¿Era eso?

―¡El Primero vendrá a por nosotros cuando acabe con ellos! ―replicó Safira, sentada a la derecha del ser, acallando algunas voces―. ¡Y cuando eso pase, su poder nos superará por mucho!

―Tenemos que aprovechar ahora, mientras aún quedan criaturas en la Tierra para hacerle frente ―siguió Khane.

―¡¿Y cómo lo haremos?! ―gritó alguien más entre la muchedumbre.

El silencio absoluto se sucedió, una vez más, en la enorme sala. Y el ser más poderoso de esta sonrió sin labios y sin percatarse de su propio gesto, pues cualquier tipo de humanidad era en teoría un misterio aún. Sabía lo que sus creadores dirían antes de que lo hicieran.

―El Arma ha sido creada siguiendo los planes que dejó Padre ―explicó Nilhem sin gritar, pero haciéndose oír de alguna manera―. Un plan de contención por si Ketiel, Skylish y Lihâm no podían con él. Es la única forma de derrotarle.

 Es la única forma de derrotarle

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¡¡Holi!!

Hemos llegado al final de Luna de Hielo. ¿Opiniones? ¿Críticas? ¿Odio eterno? Yo lloré por Anuja lo que no está escrito, que conste jajajaja.

¡Mil gracias a todas las que me estáis acompañando en esta aventura! ¡Espero que lo estéis disfrutando tanto como yo escribiéndola!

Ya podéis encontrar la cuarta y última parte en mi perfil. Subiré capítulos en principio los martes, pero pronto aumentaré el ritmo como comenté.

¡Nos vemos allí!

Crónicas de Morkvald: Luna de Hielo #3 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now