Acto 2: La investigación - III

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Tomé aire, nerviosa, con la llave en la cerradura, pero sin atreverme a girarla. No había pisado la casa de mi padre desde antes de que muriera. Aún tenía un precinto amarillo, pero estaba roto, así que deduje que Jenkins no había mentido sobre que podía entrar, aunque no me atreviese a hacerlo.

Al final me dije que esa semana había hecho cosas mucho peores. Solo era una puerta, la había abierto mil veces.

Giré la llave y di un paso dentro, sin pensármelo mucho más. Encendí la luz del recibidor, saqué la llave y cerré tras de mí. Quizá estaba algo paranoica, pero sentía que tenía a alguien vigilándome continuamente.

Entrar al salón de mi padre fue mucho más difícil que hacerlo en un bar rebosante de vampiros. Y no pude evitar las lágrimas que me empaparon las mejillas. De cierta forma, fue más real en ese momento. Mi padre estaba muerto, no volvería a verlo. Además, sus cosas estaban algo revueltas. Sabía que era muy meticuloso y que jamás dejaría nada relevante a la vista, aunque parecían haberlo buscando con ganas.

Yo fui directa al feo y viejo escritorio que había a un lado del salón y que no pegaba ni con cola. Me senté en su silla desvencijada que crujió por mi peso y abrí el segundo cajón. Metí la mano para tocar el pequeño botón escondido en la parte superior y el último cajón se abrió con un chasquido.

Alcé el fondo falso y aparté la botella de vodka, para sacar la carpeta de debajo. Allí guardaba sus secretos, aunque nunca me lo había ocultado a mí. Abracé el informe al ver que la policía no lo había encontrado. En él estaba absolutamente todo lo que habíamos averiguado sobre el licántropo que atacó a mi madre cuando yo tenía ocho años.

Revisé para comprobar si mi padre había averiguado algo más, y una carta cayó de entre los papeles. La cogí sorprendida y vi que llevaba mi nombre. Dudé un momento, porque si leía aquello, ya sí que no habría vuelta atrás. Sería el último paso para convencerme de que mi padre estaba muerto...

Al final lo abrí. Había un pendrive dentro y una nota escrita con prisa.

Querida Sarah.

En este pendrive está todo lo que he averiguado de momento. Si me pasase algo... Sé que debería decirte que te alejes de todo, pero también sé que no me harías caso.

Todo es real. Todo lo que hablamos durante años. He conseguido meterme en esto de cabeza y sé que es una sentencia de muerte. El capitán me dijo que nadie había durado más de un año, pero tuve que aceptar el trabajo de nexo entre nuestro mundo y el mundo de las criaturas oscuras llamado Morkvald.

Ten mucho cuidado, si te metes en esto, también serás un objetivo, y no quiero que acabes como nosotros.

Te quiero. Papá.

Me tomé un momento para serenarme después de leer la carta. No es que me dijera nada nuevo. Ya sabía que estaba metido en algo y que las criaturas de la noche eran jodidamente reales. No es que me hubiera dejado chuperretear durante toda la semana para nada. También había oído de ese Morkvald, aunque pensaba que era algún tipo de garito diferente. ¿Mi padre lo había llamado mundo?

Estaba a punto de encender su ordenador, para echar un vistazo al pendrive, pero paré con la mano en alto. La policía había estado allí una semana, por lo que sabía podían estar vigilando. Como ya he dicho, Jenkins era un gran policía y apreciaba de verdad a mi padre. No dejaría pasar su muerte, como yo tampoco iba a hacerlo. Y si empezaba a aceptar la verdad de lo que se escondía en la oscuridad... Era peligroso, haría cualquier cosa por resolver el misterio. Mi padre le llamaba el implacable Jenkins. Y yo no iba a dejar que se me adelantase.

Crónicas de Morkvald: Luna de Hielo #3 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now