XXI.

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Aura salió de la operación con todo éxito y tan solo una hora después de despertar y recuperarse de la anestesia ya estaba exigiendo lo que ella merecía.

Helado.

No sé quién le había dicho que una paciente podía pedir todo lo que ella quería, y lo cierto es que no tuve el valor para contradecirla. No después de todo lo que me había pasado el día de hoy, solo lo dejé pasar.

Cómo también dejé pasar que el Señor Hamilton se quedará a mi lado.

Después de todo, yo estaba sola y necesitaba ayuda.

Solo está vez, me dije a mí misma, solo está vez me permitiré decir esas palabras en mí mente, después de esto nunca más.

Después de esto todo volverá a lo que debe ser.

—¡Mami lo lograste! —Grita impaciente Aura desde la cama, alza las manos y me lleva a sus brazos.

—¿Qué logré mi cielo?

—Dijiste que le pedirías a Dante que viniera a vernos y vino, lo has logrado.

Sí, lo había logrado.

Pero igual que la vez anterior no pude evitar preguntarme cómo y cuánto duraría este Dante Hamilton.

Si quieren saber...

Duró solo una semana.


***


Mientras Aura estuvo en el hospital recibió visitas de amigos y más amigos.

De la escuela, del restaurante, de la oficina, todas las personas que la amaban y la conocían, todos y cada uno de ellos habían venido.

Incluido Dante Hamilton.

Le leyó cuentos, le compró helado y logró pasarlo de contrabando con las enfermeras que aunque sé que le vieron meter la bolsa de papel blanca hicieron caso omiso en cuanto el hombre les sonrió.

Nunca

En

La

Vida

Había visto sonreír por tanto tiempo a Dante Hamilton y mucho menos sonreír como lo hacía con mi hija.

Con su hija.

Porque era suya después de toda la historia, sin embargo me consolaba saber que era más mía que de él.

Fue tanta su bondad para con ella que incluso le vi cantarle en las noches para que ella se durmiera, le compró juguetes y le llevó flores que ella agradecía como si se tratasen de lo más preciado en el mundo, además de una docena de globos de todos los colores que había podido encontrar en las tiendas (sospecho que fue a más de una docena para conseguirlos todos).

Tuve que frenarle varias veces recordándole que nuestro departamento era pequeño y que al salir no sabía cómo iba a llevármelos.

Fue tanto su cariño por nuestra hija, que su conexión me permitió trabajar desde el hospital para que ella no se quedara sola.

Pero yo sabía, al final de cada uno de los días que ella había estado ahí que tenía que terminar y cuando lo hiciera sería cruel y frío de nuevo con las dos.

Y yo no podía permitirle eso, nadie volvería a ser malo con mi hija.

Especialmente su padre.

Por eso lo encaré al final del día anterior a que ella saliera del hospital.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Where stories live. Discover now