X.

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Quizás no fue lo mejor para hacer, sobre todo porque desde que salí de ese lugar no podía quitarme la mirada de miedo, suplicante, de terror, de Dante Hamilton, pidiendo que no le quitara el último gramo de dignidad que le quedaba.

Pero es que si quería ganar alguna vez este juego, tenía que jugar con todas mis cartas.

Además, algo me decía que el hombre a esta altura vendría corriendo a suplicarme que volviera.

Y así estuve creyéndolo, el primer y el segundo día, y el tercero.

Pero cuando hubo pasado una semana ya y no venía a mí, decidí que debía de jalar aún más la cuerda al caballo o no ganaría.

Pero que difíciles son los hombres a veces.

No, difíciles no, complicados, tercos y orgullosos.

Por lo cual llamé a Camila y le dije lo mal que la estaba pasando al volver a ser solo una simple camarera, que aunque aún tenía algo de dinero que había conseguido ahorrar, cuando llegará al fin de mes posiblemente no tendríamos nada que comer mi hija y yo porque el Señor Hamilton me había despedido.

Además mencioné que quizás debería de pensar en presentar una demanda por despido injustificado a mi buena amiga de Recursos Humanos, no pretendía hacerlo, pero ya saben, tenía que jalar las cuerdas del caballo o nadie ganaría en esta pelea.

Y tenía pensado que quien ganará aquí fuera yo y solo yo.

Y al final del día, tenía una llamada perdida de la oficina de nada menos que de...

Si, han adivinado.

El Señor Dante Hamilton.

Pero como buena dama, me hice del rogar, porque si quería que volviera tendría que venir el mismo, tocar a mi puerta y rogar de rodillas que regresará.


***


No estaba bromeando cuando dije que Aura y yo no tendríamos mucho dinero, pero tampoco es que éramos indigentes, yo siempre fui una buena administradora y por suerte el dinero nunca nos faltaba, quizás nunca seríamos ricas, pero tampoco nos moriríamos de hambre.

Y como estaba de buen humor por la llamada de mi jefe, pensé que sería bueno tener algo así como un pre festejo.

Así que mientras Aura ponía música alegre desde la televisión de la sala, yo me puse a hacernos una cena de lujo para las dos, después veríamos una película y remataríamos con una buena manicura.

Con pintura que sale rápidamente para ella, después de todo era una niña y era una noche de viernes, por lo que solo podría llevar la pintura en las uñas hasta el domingo en la noche, sino podrían ponerme un regaño en la escuela.

A veces no me gustaba la escuela donde estaba Aura, ya que actuaban a menudo como si fueran la gran cosa y solo es una escuela pública, con demasiadas reglas para los padres y hasta para los niños.

Hubo una temporada que hasta querían que los padres solo les diéramos de almuerzo a los niños cosas orgánicas, yo estoy a favor de ingerir comida saludable, pero que hay de privar a los niños de los dulces manjares de la comida chatarra que solo los padres de esta generación podemos enseñarles.

Así que hice lo correcto para todos, inicie una rebelión.

Si mi hija quería llevar una bolsa de papitas para comer en el descanso, ella la llevaría.

Al principio nada me salió, pero después de que otras mamás se sumaron a mi propuesta, se podría decir, que todo salió bien.

Recuerdo como mi hija me contó que todos los niños formaron una fila fuera de la oficina de la directora y sacaron su almuerzo, un sándwich o tacos envueltos, un jugo de cajita y una bolsa de papas.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Where stories live. Discover now