XXXVI.

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Es la hora de dormir cuando la puerta es tocada.

Cuando abro sé quién es.

—Hola.

—Hola, ¿puedo pasar?

—Claro.

Dante ha entrado en mi casa, lleva dos bolsas de papel en la mano y un ramo de peonias en la otra, pero aun así se las ingenia para darme un beso corto y fugaz en los labios cuando pasa por enfrente de mí.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, gracias, ¿qué hay en la bolsa?

—Comida.

Le miro y no digo nada. Porque no puedo creerlo y porque no puedo creerlo.

Me ha traído comida, ¿a mí?

—No te preocupes todo es ligero para que no vuelvas a devolver el estómago.

—Gracias —digo yendo de nuevo hacia sus labios.

—¿Y Aura?

—Ya está dormida.

—Cierto, ya es tarde. Perdona que haya venido a esta hora pero es que tenía muchas cosas con las que lidiar en la oficina.

—No tienes ni que decírmelo, eso lo sé de sobra.

—Aun así, quiero que sepas que en el momento en que supe que no te sentías bien le ordené al de Recursos Humanos que te diera una licencia obligatoria en casa con goce de sueldo.

No era la primera vez que tenía contacto con él. En realidad en cuanto me sentí mejor y hube llegado a casa me llamo y envió múltiples mensajes para preguntarme si estaba bien y disculpándose en cada uno de ellos. Y eso no me molesto en la más mínimo, lo entendía si algo le hubiera pasado a él yo también hubiera hecho lo mismo.

Porque es parte del juego, del plan.

—No tienes por qué hacer eso, estoy bien, solo fue de seguro algo que comí y me cayó mal.

—No, no y no, debes de cuidar más de ti y si no lo quieres hacer por ti, al menos hazlo por mí.

Me mira y sonríe. Le beso de nuevo.

—Sabes, no deberías de querer besarme porque está mañana misma he devuelto todo mi desayuno en el baño de la oficina.

—No me importa eso, cariño, no me importa nada, yo siempre quiero besarte.

—Estás demente Hamilton.

—Por ti, mi amor.

Me besa de nuevo y está vez le pasó las manos por el cabello, y le acerco aún más a mi cuerpo.

Le junto todo lo que puedo, y todo lo que él me deja.

No debería de hacer esto, porque en un primer lugar fue este tipo de demostraciones de afecto las que me llevaron a devolver todo en el váter esta misma mañana y es por eso que me detengo.

Me separo de él, me besa la punta de la nariz y con ello lo entiende todo.

—¿Seguro que me quieres con todo y todo?

—Seguro al ciento por ciento.

—¿Con todo y mi período? —Digo riendo.

Él se ríe.

Pensé que con esa broma él saldría corriendo pero no lo hizo y lo admito en el fondo estoy feliz de que no corra.

—Especialmente cuando te pones toda irritable por eso.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Where stories live. Discover now