XLV. Parte II.

331 18 0
                                    


Me fui a casa con la culpa detrás de mí cómo lo que era, mi culpa.

Entré en ella, estaba sola, gracias a Dios.

Helena y a Aura aún no habían llegado y eso era justo lo que necesitaba y con lo que estaba contando.

Dejé mi bolsa en la sala, luego me quité los zapatos cuidando de no tropezarme en mi camino con las pocas cosas que aún no estaban en cajas.

Pero a medio camino, un papel se asomó de entre el contenido de siempre en mi bolsa de mano. No debía de haberlo hecho, pero quería conservar una parte de él, y que mejor que quedarme con el arma que había usado para liquidarle, para liquidarnos. Por ello antes de terminar con todo esto y de darle la carta a Camila había sacado una fotocopia en la máquina de la oficina para guardar una copia.

Me senté en aquella mesa de la cocina que tantas veces había usado para preparar y servir comida con Dante, mi hija y Helena y que pronto solo sería un mueble más en la casa. Agradecía que la oportunidad de trabajar en aquella gran editorial en otra ciudad hubiese llegado justo ahora, ahora que todo estaba en su sitio, ahora que todo estaba llegando al fin que siempre debió de llegar, ahora que todo estaba mal.

Tomé mi bolsa y releí una a una las palabras tan amargas que tanto me había costado dejarle atrás, esas que una y otra vez había pensado como serían, como decirlas, incluso me había imaginado diciéndoselas entre gritos.

Sí, porque esa fue una opción. El decírselo todo a la cara.

Pero sabiendo lo que sabía ahora mismo, como mi amor por él me estaba matando haciendo que dudará de todo aquello en lo que siempre había creído por toda una vida, no habría sido capaz de decirle todo aquello a la cara sin tirarme a sus brazos para buscar un consuelo que desde luego no merecía.

"Querido Dante Hamilton:

No sabes cuánto te amo realmente, y eso es porque me he tenido que contener muchas veces de no decírtelo a gritos y besos a la cara.

Lo siento por eso, por esto también, por lo que haré y por lo que no hice cuando debí y cuando pude.

Sé que al principio no entenderás porque me he ido si juro que te amo pero es que hay una parte de mí que no sabes, una que no conoces y eso es solamente porque no era la hora de saberlo.

Pero ahora sí que la es, amor mío.

¿Recuerdas cómo nos conocimos? Yo sí. Lo que llevaba puesto, cómo llegué y no tenía una cita contigo y aun así me quedé con el puesto por azares del destino.

Bien, pues.

¿Qué me dirías si te digo que todo fue parte de un elaborado plan para cobrar una venganza que llevaba desde ya un poco más cinco años y tres meses pendiente?

¿Recuerdas a la mujer que le pediste que abortara a tu hija en el pasado?

¿Recuerdas cómo se llamaba?

Recuerdas la sensación de grandeza que te dejó romperle el corazón y sus esperanzas a esa chiquilla tonta, recuerdas como tú y tú despreciable familia le pidió, no, le ordenaron que se deshiciera de ese bebé.

Bueno por azares del destino ella no lo hizo, pero antes de morir le pidió a su mejor amiga y alma gemela que cobrará la deuda que tenía contigo y que cuidará de su hija como una propia.

Así es Dante Hamilton, mi nombre es Susana Ávila y soy la mejor amiga de Vanessa, la mujer que dejaste atrás embarazada y al pedirle que se librará de la bebé que gestaba en su vientre le mataste.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Where stories live. Discover now