VIII.

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Me gusta pensar que soy un hombre saludable, no fumo, casi no bebo, hago ejercicio todos los días, consumo regularmente las grasas y azúcares que mi cuerpo necesita, bebo agua constantemente. Sí, soy un hombre saludable promedio.

Por eso no puedo entender como hay personas en mi propia empresa que prácticamente respiran cosas como el café y las bebidas con altas concentraciones de conservadores y azúcares que son nocivas y hasta peligrosas para un ser humano, y todavía se quejan cuando no logran bajar de peso o sus cuerpos se hinchan, o tienen problemas de digestión.

Como mi asistente personal, Susana.

No podía creer que una mujer como ella fuera capaz de meter semejante bomba de azúcar en su cuerpo hasta que un lunes común y corriente para ella, porque para mí jamás un día lo es, yo tenía conferencias cada media hora, tratos por cerrar, llamadas y videoconferencias, y ella solo está ahí sentada a las tres de la tarde mientras se bebía un líquido procesado, alto en azúcares y en colorantes artificiales, ella lo llamó ante Camila, Dr. Pepper.

Al parecer es un refresco muy común, a las personas suele gustarle por su sabor dulce como la caña y parecido a la cerveza, lo denominan cerveza de raíz. Sí me lo preguntas yo creo que esto es otra excusa para consumir lo que es malo para nuestro cuerpo y lo peor no es eso, sino que no la creía capaz hasta que la vi con mis propios ojos.

No he podido evitarlo, digo esto antes de que se hagan una idea errónea de lo que quiero decir, soy hombre y sería raro que no me fije en las curvas de una mujer como mi asistente Susana.

Es una morena, con curvas desde donde empieza el cuello, hasta donde terminan sus caderas y aún después de ellas.

No es una mujer típica, y tampoco creo que le importé.

Lo sé porque la he visto contonearse de un lado a otro mientras hace cosas tan sencillas, como traer a una persona hasta dónde estoy yo.

Posee unas piernas kilométricas que si me lo preguntas pareciera que son demasiado largas para el resto de su cuerpo y que en cualquier otra mujer se verían ridículas, pero en ella están bien. De nuevo no puedo evitarlo. A veces le echo una rápida mirada cuando entró en el piso, y lo primero que sé de ella es que rara vez se está quieta.

Siempre está acomodando algo, haciendo llamadas a Dios sabe quién y comiendo.

Como he dicho antes la mujer posee curvas, pero jamás le llamaría gorda, ni dentro de mi cabeza, porque ella no lo es y jamás será eso, solo es más curvilínea que algunas otras mujeres.

Y vaya si yo sé de eso.

En mi lista tengo al menos una constante que no puedo quitarme, es un fetiche si quieres llamarlo de esa manera. Las rubias son mi preferencia, pero secretamente cada que veo a una morena que posee sangre latina en cada rasgo de su ser, pierdo el control. Y sobre todo si es como Susana, incontrolable, irreverente hasta el punto de caer en lo absurdo y ridículo pero sin ser obsceno, no de una mala manera.

Ella jamás será así, solo es caliente, es sexy, tan candente como un caluroso día de verano.

Pero de nuevo, solo es un ejemplo, solo es una observación superficial, no es como si estuviera interesado en ella, no puedo tocar a una mujer como ella ni siquiera en mis sueños por la sencilla razón de que ellas no suelen querer a un hombre como yo.

Mujeres como ella son insaciables, ardientes, piensan y actúan en base a la sangre, cada que algo les molesta no sé lo aguantan, no sé callan y mueven cielo, tierra y mar para que sean escuchadas. Mujeres como Susana se merecen más que un cascarón seco, un hombre completo y no un chiste como yo.

Y no es que me haga menos, pero es lo que hay.

Soy lo que se ve, nada más.


***


Llevó poco más de seis meses en esta oficina y lo más interesante que nos ha pasado es cuando el final de la quincena nos llega la notificación del pago de nuestro sueldo.

Esto está resultando aún más lento de lo que me había esperado.

Y no es que el plan no se pudiera ajustar a estos nuevos parámetros de tiempo, pero es que cada que intentaba acercarme, cada que intentaba provocarlo me encontraba sintiéndome frustrada porque el hombre ni siquiera levantaba la mirada si no era estrictamente necesario.

¿Qué tenía yo de malo?

Yo sé que nada, pero sí sé que tendría que jugar todas mis cartas si esperaba tener suerte en este plan.

Como decía Ness tendría que poner toda la carne en el asador, ir al infierno y rescatar cada partícula del alma del hombre para luego hundirla aún más.

Porque eso y más se merecía ese cabrón.


***


Jamás he necesitado la ayuda de nadie para dirigir mi negocio, pero aun así aquí estoy cayendo de nuevo en una encrucijada por parte de mi padre para probar mi valía como un hombre de negocios.

Todo esto, a pesar de que de sus hijos soy el que más respeta los negocios de la familia.

Yo no quería ser un hombre de negocios, ni de chiste me había visto de niño jugando al economista. Y no es porque fuera estúpido, realmente era muy bueno con los números.

Mis habilidades superaban por mucho a las de mis hermanos, siempre haciéndome destacar, ganándome medallas y trofeos por mis concursos en la escuela, no importa en qué nivel o que competencia me pusieran en frente, yo la superaba sin ningún temor y sin ningún problema.

Cuando era niño, mi madre se había encargado de decirme que todo era posible si solo te lo proponías.

Yo creía fielmente que ella se refería a que sí yo quería ser astronauta o modelo de revista podría serlo.

Ella no se refería a eso, y pienso que jamás debió de haberle dicho esas palabras a un niño sugestionable de seis años, porque metió una idea equivocada de la vida en mí, una que me costó sudor, lágrimas y sangre quitar de mi mente.

Supongo que una mujer como mi madre, cuando usa esas palabras para con su hijo es porque quiere ser tierna o caritativa, pero con el tiempo aprendí que mi madre no tenía nada de eso en su sangre.

Al contrario, mi madre, como mis hermanos y cada miembro de mi familia hacían lo que el jefe de familia decía que hicieran, en este tiempo el jefe de mi familia era mi abuelo.

Y aunque yo quería ser médico general, mi abuelo había decidido que yo debía de hacerme cargo de una parte del imperio Hamilton, por lo cual antes de morir en su testamento decretó que cada uno de los herederos de su único hijo varón (mi padre tiene tres hermanas más, todas menores que él) se harían cargo de sus principales empresas a lo largo del mundo.

Somos tres hermanos mayores y una hermana menor y aunque por mucho tiempo pensé que podría hacer cambiar de opinión al terco de mi padre, incluso logre presentar y pasar el examen en la facultad de medicina más prestigiosa de Estados Unidos y tenía el apoyo de mi hermana pequeña que se decidió a estudiar economía y finanzas para probar su valía como mujer y tomar mi lugar cuando yo no pudiera tomarlo, pero después de lo que pasó con a la chica, yo estaba roto en miles de pedazos.

Sentía por fin esté vistazo de lo que siempre quise tener, una familia amable y cariñosa, yo no estaba enamorado de ella, pero si estaba dispuesto a intentarlo todo, por tenerlo todo.

Una vez más, me equivoque y me dejé llevar por lo correcto y así fue como terminé aquí.

Solo y miserable en este mundo frío que mis padres y yo construimos para mí y solo para mí.

Viendo como los días pasaban sin significar nada más.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Where stories live. Discover now