XXXVII.

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El sábado estaba llegando y con una nueva oportunidad para mandar todo esto al infierno y salir corriendo de nuevo a donde siempre pensé que era mi hogar.

No había pensando en ese lugar desde hacía ya varios años, más que nada porque toda clase de recuerdos inundaban mi mente cuando lo hacía.

Y aunque no todos eran desagradables o malos, había algunos cuantos que quería, soñaba y le rogaba a dios que me dejará olvidarlos algún día.

Pero no podía irme, Helena me recordaba todos los días lo importante que era para nuestro plan el ir a esa gala, lo esencial, porque así estaría involucrando a la familia Hamilton también en está venganza.

Así estarían todos pagando.

Y aunque ayudaba y con ello creía firmemente tener el valor nuevamente para jugar el juego, lo cierto es que los nervios me estaban volviendo loca, poco a poco, con el pasar de los días más que nada.

Yo era un manojo de nervios andante, no dejaba de temblar todo el tiempo y apenas y podía pasar bocado alguno por mi garganta desde que le había dicho a Dante que iríamos y que no tenía ningún problema en hacerlo.

Pero es que lo había hecho más que nada porque Helena me mataría si se enterará de que había cancelado el pasar por esa oportunidad solo porque miedo y pánico cada que pensaba en presentarme ante los Hamilton como la novia y mujer de su preciado hijo.

Cierto, yo sabía que de todos sus hijos Dante no era precisamente el favorito. Sobre todo después de lo que había ocurrido con Ness pero aun así él tenía un lugar en la familia solo por haber hecho lo que hizo al deshacerse del problema que el mismo creó al estilo Hamilton y por llevar el apellido después de su segundo nombre.

Y también está otra cosa.

Antes de Dante, solo había sido presentada a otros padres en toda mi vida como una novia seria y oficial. Y esos eran por supuesto los padres de Samuel.

Y eso dolía, dolía seguir amándolo y no poder estar con él, con ellos.

Desde que los conocí, a los padres de Samuel, siempre habían sido buenos conmigo, tanto que a veces sentía que no los merecía y a pesar de que él y yo ya no estábamos juntos yo aún mantenía el contacto.

Más que nada por medio de cartas, llamadas y alguno que otro correo electrónico.

En donde siempre adjuntaba fotos de Aura al final del correo para que supieran que ella los extrañaba, preguntaba por ellos y que estaba bien.

Ellos jamás dudaron de mi capacidad como madre, aun así me encontré en múltiples ocasiones siendo guiada por los consejos sabios de la madre de Samuel, Sabrina.

Ya sé que es un nombre poco común para una mujer adulta, madre de cuatro hijos, todos adultos también.

Pero es el que sus padres le pusieron.

Según ella porque estaban obsesionados con la serie de comics de Archie el personaje principal, y no sé la verdad que tan cierto pueda ser eso, pero si sé que en el minuto que Samuel me la presento lo único que quise es que esa señora me enseñará todo lo que sabía de la vida y que me amará.

Quizás más como otra hija que como la novia de su hijo.

Y por suerte lo conseguí.

Ahora que lo pienso Dante y Samuel tienen muchas cosas en común. Los dos son empresarios exitosos en su ramo, los dos vienen de familias adineradas, los dos tenían hermanos mayores varones y una hermana menor.

No sabía el nombre de la hermana menor de Dante aún, pero el de la de Samuel, era Arlet.

Y era la mejor chica que jamás he conocido. No solo era excelente con Aura, y lo era tanto que la dejé en múltiples ocasiones sola con ella como niñera para que me la cuidará un poco después del trabajo cuando Samuel y yo queríamos un poco de privacidad.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Where stories live. Discover now