XXX.

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Intenté advertirle a Dante sobre las incomodidades de tener a una niña de cinco años en la cama durante la noche y que sería mucho mejor que yo me fuera con ella a la habitación de junto donde la había dejado hace unas horas y de donde gracias a Dios ella no se había movido, llorado o cualquier cosa que a veces hace mientras duerme.

Porque después de todo tiene solo cinco años y está acostumbrada a estar siempre cerca de mí, aun cuando se quiere hacer la valiente la mayor parte del tiempo y dormir sola en su habitación, la consuela saber que si cruza un pequeño pasillo en casa puede encontrar a su madre esperándola para acallar todo lo malo que pueda pasar dentro del reino de los sueños y reconfortarla.

Pero él no me dejó decir mucho me calló atrayéndome desde la barbilla y dándome un beso casto en los labios.

Acto seguido se vistió y salió a la habitación de enseguida. Lo sé porque yo le seguía de cerca.

Se acercó naturalmente a la pequeña que estaba cómodamente dormida en la cama y la cargo como si estuviera cargando una pila de toallas o almohadas, y no lo digo porque ella no fuera importante para él, sino porque se le daba tan fácil, como si siempre hubiese estado hecho para hacer actos como esos por ella.

Siempre he creído que hay personas que están destinadas a encontrarse, de manera románticamente hablando.

Él le quita el cabello a la pequeña de la cara mientras se la lleva hasta su habitación y es que ahora mismo viendo todas las similitudes en ellos dos, creo que esa creencia también puede aplicarse para explicar lo que hay entre ellos dos.

Son padre e hija porque así tuvo que ser siempre.

Delicadamente la deposita en el medio de la cama que tan solo unas horas atrás los dos compartimos entre momentos puros de pasión, la niña no se mueve, por suerte cuando la deja en la cama, solo se acomoda levemente hacía donde normalmente duerme del lado de la cama, que es al lado derecho y que es dónde tomaré mi lugar de ahora en adelante en esa cama.

Está decidido y no me arrepiento de esto.

Le busco con la mirada para decirle, que creo en algo importante, que creo en nosotros, y que creo en los dos.

—Ven —extiende su mano hacia la mía y con ello me invita a entrar en la cama con él de nuevo.

Pasan de las once de la noche y aunque parezca raro, aun para mí, para decirlo en voz alta, para los curiosos, para el personal de la casa y para mi mente y conciencia propia, solo duermo con él.

De la mano de la chica, Dante sabe que está vez cree en el amor, gracias a Susana.


***


Cómo cada domingo por la mañana la primera en despertarse fue Aura, pidiendo, no demandando su hora de ver caricaturas antes de ser servido su desayuno.

Le advertí a Dante que cosas como estas podían pasar.

Que ella podría demandar lo que ella quisiera y que él no podría soportarlo, pero me alegraba saber que yo estaba equivocada al menos en eso.

—Bien, pequeña ya nos hemos levantado. —Aura estaba brincando sin parar en la cama, dándonos rodillazos y codazos con sus pequeñas piernas y brazos— Calma.

Me levanto de la cama y la bajo.

Dante se queda en la cama y asumo que es porque no quiere acompañarnos.

Doy dos pasos antes de ser llamada de nuevo para ir hacía ella.

—Hey, ¿a dónde creen que van señoritas?

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora