XXXII.

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Helena Báez.

Es una niña más al que el sistema de adopción del estado le prometió una y mil maravillas y no le cumplió.

Cómo muchas otras niñas y niños, cuando salió del sistema no le esperaba nada en la calle, por lo que pidió ayuda poco antes de salir por las puertas del albergue donde había pasado los últimos doce años de su vida. Sus asesoras del albergue le consiguieron un empleo de mesera en un restaurante local de la ciudad más cercana.

Ella aceptó de inmediato, para su desgracia ahí conoció a Lucas.

Su ex novio con quien duró dos años hasta que un día la hecho sin mucho para llevarse, ya que el departamento era de él y ella no tenía derecho de llevarse mucho, todo para poder meter a su amante.

No es que siempre haya sido de esa manera, tuvieron sus buenos momentos.

Al principio la relación no estaba tan mal, él nunca fue un príncipe de cuento de hadas pero tampoco fue un ogro total.

La trataba decentemente y por eso le soporto mucho, además en el fondo ella le amaba, a pesar de todo. Quizás por eso no se iba.

Pero él jamás le había golpeado antes, no como ese día.

Y un día de buenas a primera, tan solo unos meses atrás, en un día caluroso de verano, de la nada le dio una bofetada y aunque después se disculpó de manera inmediata no duró demasiado tiempo.

Y en pocos días pasó de insultarla a darle de bofetadas todo el tiempo y por la menor de las preocupaciones, a llenarla de empujones y ese día cómo dijo él, después de colmarle la paciencia le dio de golpes con el puño cerrado.

Cómo ese día cuando la corrió sin importarle nunca más después de darle la mayor paliza de su vida.

Por suerte, Helena conocía a otra niña del sistema a quien también le habían fallado y no le había ido tan mal, la llamó sin pensar o detenerse en lo que hacía y fue por fin la salvación que ella había estado esperando por toda una vida.

Y sin ella en esos momentos Helena tenía seguro una cosa en su mente, ella pudo haber terminado de una manera muy diferente.


***


El siguiente lunes, todo parecía ir como siempre. Me levanté de la cama como cada inicio de la semana, tomé los almuerzos de las dos y los eché en mi bolsa y en la mochila de la escuela de Aura.

Pero antes de salir de casa, algo fue diferente en mi rutina.

Dejé en una nota en la encimera de la cocina.

"Si necesitas algo llámame, hay comida en el refrigerador, solo te pido que no te la comas toda, te llamo en la tarde y no te asustes si ves a alguien llegar por la tarde, es la niñera con Aura. Su nombre es Amanda, tu bolsa y objetos personales están en la mesa de la sala"

Firma, Susana y Aura. Y bienvenida a casa.

Mientras yo crecía, una de las cosas que siempre me atormentaron era crecer sin ningún sistema de apoyo o sin ningún lugar para llamarle hogar. Así que cuando salí del albergue lo primero que hice con Ness fue buscar tener mi propio hogar.

Lo que nunca pensé es encontrarlo, pero al cabo de unos años que fueron aún más difíciles de lo que jamás imaginé pasar. Y vaya si yo ya la había pasado mal, no es fácil crecer sabiendo que no eres suficiente para que una sola pareja, una sola, te adopte.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora