XLI.

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He dejado el drama atrás y he dado vuelta a la página. Es un día más de verano y es lunes. Por lo que hay que iniciar la vida como es de verdad.

Poner los pies en la tierra y dejar los sentimientos encerrados en casa dentro de una caja o dentro del refrigerador para que no puedan nublar más nuestro juicio.

Pero es que cuándo se trata de amor, es tan difícil.

Por los altavoces de nuestro piso sale la voz del vocalista de 1975 al ritmo de Love Me, tengo que admitir que aunque no es la típica canción que escucharía normalmente, el ritmo me hace mover los pies un poco por debajo de la mesa de mi escritorio.

Gracias a Dios la única que puede escuchar los movimientos de mis pies es mi amiga Camila sino estaría en problemas por molestar a las personas que a veces esperan en el recibidor por Dante, perdón, aquí es el Sr. Hamilton para mí.

—Vaya si alguien está contenta está mañana... —Camila me ve y sonríe.

La música cambia de la nada y de pronto estamos flotando en una nube de color rosa, al compas de un globo aerostático de colores que nos lleva a todos a la tierra del amor.

Love of my life de Queen se deja escuchar por los altavoces de las esquinas de la oficina.

No sé qué va a pasar, ni se cuánto tiempo me queda para ser feliz, pero lo que sí sé es que debo de hacerlo valer.

Por ello me bajo de mi asiento y camino hacía las puertas de madera de la oficina de Dante. Estoy llegando hasta ahí cuando un par de manos huesudas me hacen frenar en seco.

Cuando me giro la rubia está esperando, jugando impacientemente con su pie derecho, una y otra vez, volviéndome algo loca en el proceso.

Nunca me ha gustado ese movimiento, me parece descarado y grosero, parece una señal en toda la extensión de la palabra para ofenderte por no ser o dar lo que esperas.

—¿A dónde crees que vas zorrita?

—Ya decía yo que le faltaba algo a esté día.

—Ya decía yo que había olido a zorra en esta oficina antes.

Camila se baja inmediatamente de su silla y viene hacia mí, la detengo antes de que se acerqué más.

Haciéndole ver que yo puedo con ella sola.

—Mira Débora obviamente las dos sabemos que esto no te va a salir bien, puedes insultarme todo lo que quieras y puedes creer que te dejaré salirte con la tuya, pero ambas sabemos que al final en cuánto te le ofrezcas a él te sacará a patadas con los de seguridad a cada lado tuyo, escoltándote fuera cómo la loca que eres en verdad.

—No, mira tú zorrita de tres pesos, él es mío desde mucho tiempo antes que tu falda se le atravesará en el campo visual. Así que hazte un favor y deja de humillarte, porque tú nunca estarás a la altura de él, ni de sus padres.

Ese balde de agua fría era lo que yo necesitaba para sacarla de aquí, de una vez y por todas.

Lástima que no se me dejó hacerlo, porque hubiera sido increíble ver su rostro al hacerlo.

Y eso porque el maldito de Marcial salió en ese momento de la oficina de Dante y se la llevó lo más rápido que pudo del lugar.

Lo cual me hizo pensar que hay algo más que yo no sé en esta ecuación de Dante Hamilton.

Unos segundos después un furioso Dante me pidió ir hacía su oficina.

Cuando entré por las puertas me acorralo contra la pared cómo lo había hecho tantas otras veces.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora