Ella quería una historia de amor como la que tuvieron sus padres. Quería amar y ser amada.
Sin embargo amar a alguien no es difícil, lo difícil es ser amado por la misma persona.
Ella quería su final feliz.
Pero cometió error tras error..
Se enamor...
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A diferencia de las princesas de los cuentos de hadas, a mi no me despierta la cálida luz que entra por la ventana junto al dulce cantar de los pájaros, sino la estridente voz del que se supone es mi mejor amigo cantando una canción en el baño y una resaca de los mil demonios azotando mi cabeza.
No es la mejor manera de despertar, en definitiva.
-Te voy a meter una hostia de las buenas si no te callas. - le chillo desde la cama.
Asoma su rostro por la puerta y sonríe genuinamente. Lo hacía a propósito. Él tiene una voz digna de ángeles, por lo que no es común que suene como una mujer de parto.
-Miren quién se dignó ha despertar. La fea durmiente y su resaca. - se burla de mi.
-Y tu voz de mierda no ayuda, sabes. Casi haces estallar mis audífonos. - espeto con mi humor del asco.
Ese es mi humor cuando alguien interrumpe mi preciado sueño.
-Mejor. Porque si no eres sorda te lo haces.
-¿Hice algo de lo que arrepentirme?- inquiero levantándome de la cama, viendo que una de sus largas camisetas es lo que cubre mi cuerpo.
Me adentro en el baño privado de su habitación y abro el grifo procediendo a lavarme la cara.
-¿No recuerdas nada?
Alzo la vista al espejo que hay frente a mí en el que se ve su reflejo apoyado en la puerta con una toalla rodeando su cintura.
Siento como la temperatura de mi cuerpo aumenta, el sueño me abandona de golpe, dándome cuenta de que él realmente está en toalla, con su cabello rubio goteando. Pequeñas gotas que se deslizan a través de su pecho hasta su abdomen y de allí a perderse debajo de aquella toalla.
Aquella maldita toalla.
-Eh... - murmuro intentando concentrarme en su pregunta. -No.
Fuerzo la mente intentando recordar todo lo que hice ayer.
«Inclino mi cuerpo hacia adelante recuperando la postura antes de aterrizar bien la tabla, sin tan siquiera tambalearme.
-¡Y eso amigos es Merliah demostrando ser la reina de las olas! ¿Que puntuación le darán los jueces a esa obra maestra?
Pequeñas gotas salpican mi rostro pero eso no me molesta, solo me hace sonreír mientras el viento golpea mi rostro.
Dirijo mi tabla a la arena donde mi madre me espera con una sonrisa orgullosa en su rostro.
