Ella quería una historia de amor como la que tuvieron sus padres. Quería amar y ser amada.
Sin embargo amar a alguien no es difícil, lo difícil es ser amado por la misma persona.
Ella quería su final feliz.
Pero cometió error tras error..
Se enamor...
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–Por favor, padrino. Déjame ayudarles. – suplicó la joven observando el campo.
Estaban en empate. El partido se había igualado, pero parecían incapaces de dictaminarlo. Por un momento parecía posible, creían que Sol se había excedido, pero en ese instante su equipo le estaba dando la energía que necesitaba. Y era lo suficientemente fuerte como para expulsar a Riccardo lejos con la sola invocación de su espíritu guerrero.
Faltaba tan poco tiempo...
–Melissa...
–No va a pasar nada. – rogó ella. – Ni siquiera queda tiempo para que pase algo. – trató de explicarse. ¿Acaso no se daba cuenta que quedaban minutos para que todo acabara? Ella era capaz de jugar unos minutos bajo control, y ellos la necesitaban. Ellos... – Además...
–¿Además qué, Melissa? – exigió saber, cuando la vio quedarse callada mirando a Arion, Riccardo y Víctor, que analizaban la situación frente a ellos. – No sé que esta planeando tu mente, y eso es una razón más para dejarte fuera.
–Necesitamos a Grifo.
–No.
–¡Sí! – confirmó ella con vehemencia. Tenía miedo de que no la dejara entrar por ello, no quería contarle ese plan porque sabía que se negaría. Pero... Ella sabía enlazar su energía a la de Lancelot, sin importar que estuviera enlazado con Arion y Riccardo. – Necesitamos a Grifo en su máximo esplendor.
–Es arriesgado. Solo lo sacasteis aquella vez. No creo...
–Pero lo necesitamos. – susurró ella. – Y tú lo sabes. Esto ya no solo es por el equipo, también es por mí, lo sé, pero yo estaré bien. No pasará nada. Confía en mí, padrino.
La observó dubitativo.
Ella tenía razón. No solo le preocupaba el partido, sino ella también. Temía que algo le sucediera a su pequeña. No podía permitirlo. Pero ella...
La firmeza que brillaba en su mirada, el tic tac del reloj en su muñeca... Solo serían unos minutos. No podría pasar nada.
–Vamos, dale. – confirmo y rápidamente saltaron hacia el árbitro.
Ella se adentró con una sonrisa, chocando manos con Lucien quien salía dejándole su sitio. Se acercó a su posición, recibiendo una sonrisa por sus compañeros.
–¡Entraste! – vitoreó Arion.
–Saquemos a Grifo. – ideó al instante sorprendiéndolos.
Victor sonrió observándola, admirando la sonrisa de felicidad en su rostro por estar en el campo, aunque fueran escasos minutos.
