Ella quería una historia de amor como la que tuvieron sus padres. Quería amar y ser amada.
Sin embargo amar a alguien no es difícil, lo difícil es ser amado por la misma persona.
Ella quería su final feliz.
Pero cometió error tras error..
Se enamor...
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¿Por qué la llamó? No sabía la respuesta, simplemente le dio al botón queriendo hacerla olvidar por un momento lo que sucedía en su propia casa. Jayden había sido tan ciego de traer a su prometida a casa de los Blaze sin darse cuenta de los sentimientos de Melissa.
¿Y a él porque diablos le importaba eso? Eso tampoco lo sabía, quería que sus ojos se iluminaran y no perdieran el brillo. No quería imaginar las lágrimas en esos orbes amatistas.
Pero en el momento en que se dio cuenta de su respiración entrecortada, sitió algo raro en si mismo, cuando escuchó su voz quebrada deseó morirse allí mismo si no despedazaba a Jayden en más pedazos de los que su pequeño cerebro del tamaño de un átomo pudiera contar.
Lo despedazaría para que sintiera tan siquiera un soplido de lo que la estaba haciendo sufrir a ella. Sí, eso haría. Pero en este instante...
En este instante lo único que importaba era ella.
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Melissa se estaba tardando. La Barbie no suele tardar tanto en cambiarse.
Detuvo su pierna que no dejaba de golpetear el suelo en un ritmo constante, de manera inconsciente, para levantarse decidido a buscarla. No volvió a saber de ella después de que se calmara, de que volviera en sí y se desahogara en sollozos y lágrimas. Por alguna razón no podía evitar desear haber estado allí a su lado en ese momento, haber podido abrazarla y decirle que dejaría de doler, cuando él sabía que era una promesa vacía.
Se supone que siempre deja de doler ¿no? Pero cuando uno se resiste a aceptar la realidad y se compromete a cambiarla luchando, duele más. A Melissa le dolería cada vez más si no deja de luchar por lo que ella cree que es su felicidad. Ella sufría.
Jayden no se merecía que ella sufriera por él.
Se levantó del sofá azul de la sala para perderse en los pasillos en su busca. Ella debía estar en un lugar cercano, seguramente en lo que se suponía debía ser un vestidor para mujeres improvisado.
Su ceño se frunció en confusión al oír tanto ruido procedente del exterior, como si hubiera un feriado allí fuera. Victor se caracterizaba por estar siempre metido en sus asuntos, sin involucrarse en la vida social ajena a la suya, por eso, de no ser por el destello de cabellos crema inconfundible, no se hubiera acercado. Sus pasos lentos se convirtieron en rápidos y ligeros cuando vio lo estático que estaba su cuerpo parado frente a la loca prensa.
Ella no hablaba, ni siquiera se estaba moviendo si se ignoraba el temblor de su cuerpo, pero aquello no podía ser una buena señal. La sensación de una mano agarrando su corazón con fuerza, sin dejarle espacio para latir siquiera, era horrible, le asfixiaba por completo. Sobre todo, cuando el rostro pálido de la rubia estuvo frente a él, cuando tomándola por el brazo para girarla hacia él y toparse con sus bonitos ojos brillantes, estos estaban vacíos, estaban muertos.
