Ella quería una historia de amor como la que tuvieron sus padres. Quería amar y ser amada.
Sin embargo amar a alguien no es difícil, lo difícil es ser amado por la misma persona.
Ella quería su final feliz.
Pero cometió error tras error..
Se enamor...
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POV Melissa
-¡Abre la puerta, cariño, estoy ocupada!
Le sonrío a mi madre, que no deja de dar vueltas de un lado a otro de la cocina, de milagro sin ensuciar su vestido blanco, y voy a abrir la puerta como ella me ha ordenado.
Mi pulso tiembla cuando alzo mi mano para posarla en la manija.
Puede que él este a tan solo una puerta de mi... A tan solo unos pasos de ver su sonrisa... Esa que solo me dedica a mí. A tan solo unos pasos de que me arrope en un gran abrazo diciéndome lo bonita que me veo con el vestido violeta que tanto le gusta...
Abro la puerta topándome con unos bonitos ojos azules con una sonrisa marcando su rostro.
Pero no la que yo esperaba.
-¡Meliii!
Antes de tener tiempo a reaccionar, siento como algo se abalanza contra mí, algo que posee una abundante melena castaña y unos preciosos ojos azules. Consigo mantener a duras penas el equilibrio con su peso encima.
-¡Que la ahogas, Kylen!- la regaña mi madrina.
-No te preocupes, madrina. Sería un honor morir ahogada por esta belleza.- sonrío abrazando a la niña de nueve años que consigue enloquecerme.
-Es obvio que heredo la belleza de su padre. – sonríe orgulloso su padre entrando.
Kylen se aleja de mis brazos para correr al interior de la casa, dejándome suficiente espacio para abrazar a su madre.
-Te extrañé mucho...- murmura en mi hombro.
Me permito disfrutar de este momento con sus brazos cálidos rodeándome. Siempre me sentí parte de su familia, de su vida. Siempre me sentí protegida a su lado, como si estuviera con mamá.
-Parece que han pasado siglos desde la última vez que nos reunimos.
Me alejo de la puerta dejándola entrar, y mientras ella se cambia me adelanto hacia donde están los demás.
-¡Ni se te ocurra, Stonewall!- oigo a mi madre chillar, mientras la pequeña Kylen ríe. -Llevo horas arreglando esto, lo tocas y te hago pedazos.
Veo como este la fulmina con la mirada, retirando su mano del postre. Me acerco a ayudar a mamá y su mirada se desvía hacia mí con una sonrisa. Una de esas sonrisas que sabes que no presagian nada bueno, e inmediatamente, siento su mano en mi cabeza.
En mi pelo.
-¡No!
Un chillido escapa de mis labios cuando su mano alborota el peinado que me tardé horas haciendo.
