Capíulo 42

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Era una mañana tranquila, la luz del sol traspasaba las cortinas de mi habitación con un aire liviano. Me desperté pesadamente, como si hubiese dormido durante siglos. Estaba en mi habitación, en mi casa. ¿Acaso todo lo que había pasado era solamente un mal sueño?

M levanté de mi cómoda cama, acariciando con mis pies descalzos la suave alfombra de mi dormitorio, dirigiéndome hacia la puerta para bajar a la cocina, como hacía todas las mañanas, recordé que lgo no estaba, algo me faltaba.

-¿Jack?- me di mdia vuelta para inspeccionar cada rincón de aquella estancia, sin respuesta alguna de parte del chico.

No le di mayor importancia, imagiando que pudiese estar en cualquier otro lugar de la casa.. pero... ¿y si...? ¿Y si el sueño había empezado desde que él me dejó? ¿Y si ya nunca más lo volviese a ver? No tenía ni la menor idea de que día era, o la hora, solamente que era de mañana.

-¿Jack, estás ahí?- avancé por el pasillo lentamente, con ojo crítico para descubrir si es que se estaba escondiendo.- Jack no es divertido.-sentí com mi corazón comenzaba a apretarse, y a la vez, a acelerar el paso como si acabara de correr una maratón.

Bajé las esaleras con el sudor bajando por mi espalda, de pronto tenía mucho calor.

Mi madre se encontraba en la cocina, como de costumbre para preparar el desayuno, con su aire distante y triste. Tal vez era un día de semana, y quizás mi padre ya se había ido a trabajar.

-Buenos días.- dije con un gallo de voz, estaba demasiado tensa por el hecho de no encontrar a Jack, pero no importó, la mujer, como recordaba de mi sueño, me ignoraba. Siguió con sus tareas mañaneras sin siquiera dirigirme una simple mirada, lo que hizo que me molestara bastante con ella.

Estaba perdida, vaya sueño que me había pegado. Decidí buscar mi celular para ver el día, no lo encotré por ningún lado.

-¿Mamá y mi celuar?- grité desde el baño, lugar que por descuido siempre lo dejaba.

Pero no obtuve ninguna respuesta por parte de ella, ni si quiera una señal de no haberme escuchado.

Volví a la cocina, ella simplemente se había servido desayuno para sí misma, y a pesar de no tener nada de hambre, el gesto de la mujer me hirió bastante, ¿es que acaso ya no era nada para ella? ¿Acaso ahora tendría que valerme por mi misma en mi propia casa?

-¿Puedes dejar de ignorarme?- dije con tono serio. Nada. Mi madre dejó caer una fina lágrima por su mejilla izquierda soltando un suspiro. Vestía de luto, y su mirada se veía cada vez más vacía, ¿quién había muerto? No recordaba a ningún familiar con alguna enfermedad terminal, ¿o acaso habría sido otra cosa?

Lo que me sacó de mis pensamientos fue una timbrada bastante estruendosa que hizo a mi madre levantarse de un salto y correr hacia la puerta.

Tras esta, aquellas dos chicas que nunca pude terminar de odiar, la morena odiosa y la pelirroja hiperactiva, Jane y Annie, vestidas igualmente de luto, con unas facciones casi tan apagadas como las de mi madre.

-Ya está todo listo.-dijo la pelirroja con su irritante voz chillona.

-¿Qué está pasando?-pregunté, sin recibir respuesta alguna.

Me decidí por seguirlas, si iban a seguir ignorándome, mejor averiguaba las cosas por mi cuenta.

Me escabullí dentro del auto y mi madre dio marcha hacia el cementerio en donde mi supuesto familiar aguardaba.

Fue una media hora de viaje, y a pesar de la innumerable cantidad de veces que intenté entablar una conversación, ellas se mantuvieron cabizbajas hasta que llegamos al lugar.

* * *

Al llegar al cementerio, pude apreciar como toda mi familia, que no era tan numerosa, se reunía al rededor del sarcófago que se encontraba apoyado cerca de lo que sería la tumba de aquella persona. Y no importó con quién hablase, ni a quién le saludase de lejos, al parecer era completamente invisible para ellos.

No fue que me dí cuenta hasta percatarme de la presencia de Matt, tenía el ojo derecho tapado con su semilargo cabello negro, pero aún así pude divisar la hinchazón y lo morado del moratón que tenía en esté.

Corrí a abrazarlo, pero algo extraño sucedió, en esos momentos no pude explicarlo.

No fui capaz de abrazarlo, más bien seguí de largo hasta caer de bruces al suelo.

Me levanté lo más rápido que pude, con el corazón en la mano me aproximé con aún más velocidad al sarcófago que todos miraban con tanto desconsuelo.

Era yo.

Y tenía la mitad del cuerpo atrofiado por algún golpe que debió de haber sufrido el cuerpo.

No pude llorar, me fallaron las piernas hasta el punto en que caí frente mi tumba.

Sentí como me fallaba el aire, como el corazón se me subía hasta la garganta... Quería vomitar.

No podía ser...

Unos brazos conocidos me rodearon con fuerza el cuello, decididos.

Y mientras me escondía en el pecho de Jack, comencé a llorar hasta quedarme sin voz.

No me olvides, por favor (Jack Frost y tu)Where stories live. Discover now