-¡Oye imbécil! ¡Solamente porque la mitad de los que están aquí no puedan verte, no significa que puedas chocarlos!- le dijo la chica con la mitad de la cabeza rapada a Jack.
Nos miramos, confundidos, ¿acaso podía verlo? Era imposible, no parecía conocerlo.
Lo dejamos pasar, encogiéndome de hombros fui a servirme el desayuno, y como era de costumbre, Jack se pasó a la cocina para sacar algo.
-Cariño, dile a tu noviecito que nos deje comida, ya estamos bastante justos de ella.-dijo una mujer de avanzada edad.
-¿Disculpe?
-El chico de pelo blanco, al que no le sueltas la mano. Si va a comer, saca más comida, y que no robe.
-¿Puede verlo?-pregunté asombrada.
La mujer soltó una risa.
-Claro que puedo verlo,-respondió- soy Margot Olsen y he estado en este lugar por más de treinta años.
Le estreché la mano algo indecisa. Me senté junto a la mujer en una de las mesas más alejada del rango de visión de las monjas, Jack se había sentado a piernas cruzadas sobre la mesa mientras se comía la mitad de mi carne.
-Quiero preguntarte algo... ¿Cómo puedes entrar a este lugar?- la Sra. Olsen se dirigió hacia Jack por primera vez.
-Porque no estoy muerto.-respondió él.
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No me olvides, por favor (Jack Frost y tu)
FanfictionSiempre me ha de seguir una extraña ventisca que me hiela hasta los huesos, y que nunca me deja sola. Fue una noche de diciembre, cuando regresaba sola a casa, que éste ser incorpóreo tomó forma, un adolescente de cabello y ojos blancos, sudadera ce...