Capítulo 37

5.1K 485 58
                                    

Esa mañana no desperté como de costumbre, me encontraba sola en la dura y fría cama de aquella habitación sin decoración alguna, extrañando los brazos de aquel ser que tanto me costaba dejar. Jack miraba ameno a todo la ventana depositada en la pared de mi derecha. Observaba como los niños jugaban en el ancho jardín del lugar, que como de costumbre, los sacaban en la mañana para no estorbar a los pacientes mayores que saldrían en la tarde. Los menores se encontraban en el lado norte del manicomio, en el lado bueno, en el lado lleno de amor.

-¿Que sucede?-le pregunté medio adormilada al chico de cabellos blancos.

-Es injusto...-respondió sin apartar la mirada del cristal.

Me levanté con algo de pesadez debido al sueño, apoyándome en el muslo de Jack mientras apreciaba la vista de los niños correteando y ensuciándose las ropas.

-¿Que cosa?

-Ellos no merecen esta vida, _____(tn)-dijo después de una larga pausa.- Los encierran de por vida en lugares como éstos sin motivo alguno... No conocen lo que es vida, los pequeños placeres de ésta simplemente se leen en cuentos de fantasía. ¿Y después? -me miró con cierto desconsuelo en sus ojos- los arrojan a este lado para que sufran el doble.

-¿Y que vas a hacer, Frost? ¿Ir a gritarles a las monjas que son unas zorras?

-No sería una mala idea.

No pude evitarlo, con esa sonrisa de lado y aquella mirada desafiante se veía tan lindo, no, lindo no, sexy, en estos meses dentro del manicomio había descubierto tantas facetas suyas que en un principio nunca hubiesen si quiera pasado por mi cabeza. Como dije, no pude evitarlo, tuve que besar esos fríos labios sabor invierno que hacía tiempo no rozaban los míos. Él no dijo nada, se quedó sentado disfrutando de aquel beso que ambos anhelábamos desde hace tanto.

Cerré los ojos y me perdí en el espacio, ¿qué era la felicidad si no besar a ese chico? Posé mis brazos al rededor de su cuello y él encerró mi cadera entre los suyos, sentí su respiración agitada y el fuerte latir de su corazón hacer una suave melodía junto al mío, una melodía que solamente nos pertenecía a nosotros, que nadie más podría oir. Nos besamos hasta perder el aliento, y aún así seguimos. Un beso intento al que ambos temíamos dejar, y que provocaba pequeños choques eléctricos en el interior de mi boca.

Muy a mi pesar tuve que terminar ese cariño que noes estábamos dando debido a mi respiración, me estaba ahogando y ese no era el plan. Apoyé mi frente junto a la suya, odiando mis malditos pulmones a más no poder. Acaricié su cabello, era tan suave y sedoso.

Jack soltó una risa nerviosa, atrayéndome hacia él con sus brazos para besarme de nuevo, esta vez más intenso, con mas pasión, ambos estábamos sonrojados como tomates, demostrando nuestro cariño en un simple y salvaje beso adolescente. Me coloqué encima suya para profundisar aún más el beso, si es que eso se podía, mientras que el chico, por su parte, introducía su lengua dentro de mi boca, al principio un poco desconfiado, pero después con amor.

Acaricié su nuca mientras el chico me levantaba para recostarme en el duro colchón que tenía por cama, posó sus manoos en mis mejillas, estaba tan feliz... Hasta que la monja tocó la puerta.

-¡¡HORA DE LEVANTARSE, LOS PÁJAROS CANTAN Y TÚ TAMBIÉN LO HARÁS!!-gritó desde el otro lado de la puerta.

Joder.

No me olvides, por favor (Jack Frost y tu)Where stories live. Discover now