Capítulo 39

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Observé como la chica se alejaba del casino, de verdad quería saber que le sucedía, quería ayudarla.

No pude comerme ni la mitad del desayuno, dejándole el resto a Jack me dirigí hacia la Sra. Olsen, que como de costumbre, se encontraba sola en una de las mesas más pequeñas del lugar. Ella tampoco tocó su comida, jugueteando con la gelatina que se encontraba en el plato, miraba la nada con nostalgia y tristeza, apyada su mano en el mentón, soltó un suspiro pesado y repleto de angustia.

-¿Siempre es así?-le pregunté sentándome frente suya. La mujer simplemente asintió sin muchas ganas.- Debería hablarles, tal vez eso están esperando para irse... Se veían asustados.

La Sra. Olsen simplemente negó con la cabeza, sin decir nada. ¿Cómo podía negar a un ser querido? ¿De dónde sacaba las fuerzas para hacerlo?

-Sé que usted dice que con los muertos uno no debe relacionarse, pero, joder, son sus hijos. ¿Cómo puede ignorarlos de esa manera?-miré a la anciana a los ojos, sujetando la mano que golpeaba la gelatina con el tenedor de plástico- Margot...-me atreví a decir para que me prestase mayor atención, cosa que me salió justamente como quería, ya que la mujer levantó la vista en dirección a mi- son sus hijos, están solos, están asustados... La necesitan a usted para que los guíe.

-No, niña, no me necesitan... Están aquí porque sus padre los mató, no para hablar conmigo, por el amor a Dios... Son fantasmas en pena, no se quieren paras a hablar.-Su voz estaba quebrada.- Simplemente me van a hacer caer en la tristeza, por eso me siguen.

Lo pude ver en su rostro, la Sra. Olsen no creía las palabras que decía, no quería creerlas, pero se convencía a si misma de que eran verdad.

-Son sus hijos...-fue lo único que pude decir.

Jack ya había terminado de comerse mi desayuno, acerándoseme por la espalda para abrazarme el cuello.

-No lo son, mis hijos están en el cielo... Esas... cosas... se hacen pasar por mis hijos para que yo los tome en cuenta y puedan apegarse a mi para no ser olvidados como la mayoría de fantasmas en este lugar.

-¿Y si fueran sus hijos?-preguntó Jack.

-No lo son...

-¿Y sí?-insistió el chico.

-No, no lo son, joder... ¡No lo son!- el chillido retumbó en las paredes del lugar, dejando un silencio completo y miradas dirigidas únicamente hacia la Sra. Olsen.

-Está bien...-dije soltándole la mano- No lo son...

Me levanté de la mesa desilucionada, ese día no dejaron salir a la Sra. Olsen.

* * *

Esa tarde, en la salida diaria, decidí irme a escondidas con Jack detrás de unos arbustos, para poder expresarnos completamente, sin que las monjas, que no veían nada, observaran, y sin que los pacientes, que sí veían, observaran todo.

Corrimos llenos de aire y nos sentamos tras un árbol. Jack apoyado en el árbol y yo apoyada en él. Rodeó mi abdomen con sus brazos y sostuvo su cabeza en mi hombro.

-¿Tú que crees?-pregunté aún angustiada.

-¿Sobre los niños?-repondió con los ojos cerrados. Sentía su respiración pausada en mi cuello, provocándome escalofríos.- Que son ellos, Margot todavía no puede superar su muerte, es normal que intente convencerse a sí misma de que no son ellos.

-Pobres... se veían tan asustados.

-___(tn), deja de pensar en eso-dijo depositando un tierno beso en mi mejilla al no poder llegar a mis labios.

Suspiré profundamente, cargando mi peso sobre Jack, quedando profundamente dormida.

No me olvides, por favor (Jack Frost y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora