Capítulo 52

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-¿Y ahora qué?- pregunté.

-No sé, normalmente a estas alturas...

-A estás alturas qué,Jack.

-Te estás demorando mucho, más de lo normal. Tengo miedo de que ésta vez no lo logres.

Estaba tiritando, no de frío,si no de angustia. Me miró esperando una respuesta, como si yo supiera qué debería hacer, estaba más que claro que seguía igual de perdida.

Le sujeté las manos con fuerza para intentar que se tranquilizara, no podíamos entrar todos en pánico, debía haber alguna manera.

-Erika, ¿qué fue lo que dijiste allá?

-No sé. Ellos me dijeron que funcionaría, tenía que intentarlo.

Me volteé para observarla de mejor manera.

-¿Quiénes? -inquirí.

-Las mierditas que siempre me están jodiendo la vida, creo que terminé agradándoles.

La muchacha desvío la vista hacia el suelo, cuando de repente unos diminutos conos de colores aparecieron correteando entre sus piernas. Había uno que se columpiaba con el lado del cabello que tenía largo, riéndose de la molestia que provocaba su acción. Erika intentaba quitárselo de encima sutilmente, pero el conito rojo con blanco era demasiado ágil, y lograba esquivar cada movimiento.

Había uno en especial que llamaba mi atención más que los otros, no tenía un color definido, y tampoco se veía tan interesado en juguetear como el restonde duendes.

-Quizás ellos nos puedan ayudar a recuperar el bastón de Jack.

-____(tn), esas cosas son inservibles, su único propósito es atormentar a alguna persona, por eso se pegaron a Erika. No son seres humanos, por lo que no están muertos así que pueden entrar al manicomio.

-Eso es verdad. -añadió Erika con tono oscuro.

-Bueno, si te ayudaron antes, ¿por qué no lo harían ahora?

Los enanitos multicolores se detuvieron al unísono y me dedicaron una larga mirada.

-¡Qué aburrido! -gritaron en conjunto. Sus vocesitas sonaban como tres galones de helio juntos.

Eran como niños pequeños, si nadie les hacía caso, era evidente que quisieran aferrarse a alguien para molestarlo.

Me acuclillé cerca de ellos, eran por lo menos una docena de conitos saltarines. Todos se pusieron en media luna en frente mío, incluso el que estaba sobre los hombros de Erika.

-¿Y no creen que matar un demonio sería entretenido?

No perdía nada con intentarlo, si supieron cómo alejar al demonio, quizás también sabrían como exterminarlo.

Los duendes intercambiaron miradas, preguntándose entre ellos si merecía la pena ayudar. El multicolor dio un paso adelante.

-¿Y qué ganaremos a cambio? -dijo colocándose las manos tras la espalda. A pesar de tener una voz chillona, parecía ser viejo, más que los otros.

-¡Por favor! -dije intentando ocultar la emoción, estaba claro que sabían como hacerlo, solamente había que darles un empujoncito- ¿No se imaginan lo famosos que serían si el resto supiera lo que lograron hacer? ¡No se aburrirían nunca más!

Los duendes formaron un círculo para discutirlo, pequeñas explanaciones sobresalían del murmullo. Algunos saltaban de alegría, otros aún se veían recelosos. Después de un largo par de minutos, el duende anciano se volvió a colocar delante de la multitud.

-¿Y si morimos?

-Morirán como héroes, todos los recordarán como tales.

-¡Yo quiero morir como héroe! -gritó uno del grupo.

-¡Yo simplemente quiero morir! -gritó otro.

El grupo de conitos saltó de alegría.

-Está bien -añadió el mayor-, les ayudaremos.

* * *

Nunca creí que la vuelta sería tan difícil, mientras los duendes correteaban en frente nuestra, formulando un plan entre susurros, nosotros nos poníamos cada vez más nerviosos, estábamos entregándoles más que nuestras vidas a aquellos conitos andantes.

-No sabes cuánto estoy deseando porque se mueran todos -dijo Erika lo más bajo posible para que no la escucharan.

-¡ALTO! -gritó el más viejo -¿Se saben el hechizo?

Era como tratar con niños pequeños, pues descoordinadamente todos los duendecitos comenzaron a recitar un poema en algún idioma que desconozco. El viejo se rió a carcajadas y los movió para que siguieran avanzando.

-¿Eres su padre? -inquirí poniéndome a su misma altura.

-Los duendes no tenemos padres, somos solo los deshechos de algún mago que no sabía lo que estaba haciendo. Morimos cuando la magia del hechizo se desvanece, como puedes ver, yo soy un vivo ejemplo de un mal conjuro.

El camino parecía mucho más largo que antes.

-El problema es que ellos no saben que nosotros existimos, si no tendrían más cuidado, y como no nos ven... No hay nada que los detenga.

-Recuerdo que Norte tenía muchos duendecitos en su fábrica. -añadió Jack incorporándose a la conversación.

-El viejo santa -dijo el duende entre carcajadas- ese es el peor de todos, un vago completamente. Él crea a sus duendes estúpidos a propósito, para que trabajen para él, la mano de obra entre duendes es gratuita, por si no se dieron cuenta, es obvio que alguien se iba a aprovechar.

-¿Eso es malo?

-Depende de cómo lo veas. Con tal de que se haga cargo de sus desperdicios a mi me da lo mismo lo que haga con ellos, ese destino es mucho mejor que el nuestro.

Nos dimos cuenta que ya estábamos cerca del perímetro del mefistófeles casi enseguida, pues el ambiente cada vez se sentía mas frío, mas oscuro, pues hasta los duendes comenzaron a tiritar.

No me olvides, por favor (Jack Frost y tu)Where stories live. Discover now