Capítulo 14. Hímero-Anteros

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—¿Estás segura, Kia? —como parte de una nueva realidad en la que me sentía avergonzado por cada cinco minutos que completábamos estando todos juntos, la hermana de Hyukjae volvió a asentir demasiado fascinada por mi titubeante actitud. Ellos recuperaron la confianza apenas nos vieron volver de ese escueto baile que, debo enfatizarlo, me dio el alivio que necesitaba para por fin perdonarlo en su totalidad.








Eso, por supuesto, no descartaba la idea de tomar venganza un día de estos.









Le vi tan arrepentido por su actitud que aún cuando estuvimos ya con los demás no dejó de abrazarme y pedirme entre besos que lo disculpara por tomar decisiones precipitadas. Por no decir, estúpidas. No me cansé de repetirle que lo iba a pensar. Aunque muy en el fondo ambos supimos que la disculpa surgió desde que me buscó. De no ser por él en mi cabeza tendría cientos de motivos para maldecir a la mayoría de los que nos rodeaban entonces.








Nada resultó como yo quise. No obstante, el giro de los inesperados sucesos aún me tenía demasiado impactado. Sehun, de entre todas las posibles reacciones, fue quien más desconcertado me dejó. No volví a verlo el resto de la noche. O por lo menos durante la hora que nos quedamos en la celebración. Kim Heechul bebió demasiado a prisa para quedar casi inconsciente. Ellos fueron los primeros en irse. Sobre todo, porque, ya en la sexta copa de vino, Hee no se detuvo en hurgar dentro de la camisa de Siwon repitiendo constantemente: "¡vamos a hacerlo!".








Mi desvergonzado y adorable primo orilló a su pareja a casi huir de nosotros con un simple asentimiento de cabeza a modo de disculpa. Y por mucho que Heechul estuviera aferrado a desnudarlo para lograr su cometido, no me fue posible advertir algún rastro de molestia en Choi. Tal parece que cosas como esa sólo le hacen quererlo más y deleitarse con esa juguetona actitud de un adolescente hormonal.








—Completamente. Me da la sensación de que ustedes tienen mucho por hablar ahora mismo. Además, con la subasta ya se puso todo aburrido. Da igual quedarnos o no —Kiara se frotó los brazos dos veces seguidas. Castañeó sus dientes seguramente arrepintiéndose como yo de no traer nada para cubrirnos. La pequeña ventisca siguió torturándonos justo como cuando llegamos. Aunque aquel malestar no duró mucho. Hyuk llegó a donde nosotros para colocarle a su hermana un abrigo amplio sobre los hombros. Lo mismo hizo conmigo. Kia lo miró como si fuera el personaje más bello sacado de un cuento maravilloso—. ¡Cómo te adoro! —exclamó tratando de quedar envuelta en la tela. Me relajé. Tuve mucho alivio. La camisa me pareció muchísimo más ligera que antes. Cuando las pequeñas ráfagas volvían de repente me daba la impresión de no estar usando nada. El aire se me colaba por el hueco del pecho provocando terribles escalofríos.








—Supuse que algo como esto pasaría. Los metí en el auto sin que lo notaras. Sólo a ti se te ocurre venir así cuando el invierno ya está por llegar —Hyukjae me abrazó por la espalda un momento. Mil veces mejor—. Pareces un bollito —dijo en voz baja; incliné la cabeza para permitir que recargara su barbilla. Débilmente me reí. Ese tipo de cosas parecían ser tan íntimas entre nosotros que el murmurar a pesar de la situación me proporcionaba una calidez mucho más agradable que cientos de abrigos. Sólo él y yo sabíamos qué decirnos y en qué momento. Se volvía parte de una complicidad que nunca experimenté en el pasado. Donde alguien lograra comprenderme y me proporcionara un trato así de bello.








Cuando volví la mirada hacia Junsu y Kia los descubrí con una expresión muy curiosa. Nos veían como si fueran nuestros padres. Con un orgullo tan dulce que sólo faltó tenerlos tomados de la mano, conmovidos por lo que veían. Como esas parejas de antaño que saben y comprenden bien los resultados de la sabiduría de su proceder. El beso de Hyukjae sobre mi cuello me distrajo un momento.








Revivamos a Eros [EunHae]Where stories live. Discover now