Capítulo 23. Debilidades

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Quisiera que ocasiones como esas se borraran de mi cabeza de una vez por todas. Pero, lo malo de advertir ciertas cosas a edades tempranas, es que algunas difícilmente las olvidas. O puede que las dejes arrumbadas en tu memoria y, con el pasar del tiempo, regresen a ti en los momentos menos adecuados.


Sin duda alguna, la peor de esas ocasiones fue cuando mamá entró en labor de parto.


Me gustaba visitarla en el hospital por las tardes.


También jugar a que conseguía adivinar quién de todas esas bolitas recién nacidas en las incubadoras era mi hermano.


Me lamentaba muchísimo en las despedidas. No sólo porque temía volver a casa sin ellos. Sino por lo que yo sabía que estaba por presenciar durante las noches.


Muchas veces eran mujeres desconocidas.


También uno que otro hombre que jamás reconocí.


Pero, sin duda, lo que más me perturbó fue entender lo que ocurría detrás de esas puertas.


Fue el recuerdo de jovencitas que corrían con sus tacones enormes y con sus faldas desarregladas al salir de esa habitación por la madrugada.


Papá era tan ruidoso. Porque si intentaba pasarlo desapercibido sé que él quería que escuchara.


O que lo viera. Que entendiera cómo, aún si yo llevaba la razón y la verdad entre mis dedos, nadie me creería.


A veces es muy triste saber el grado de poder que tienen los adultos sobre gente como yo.


Te vuelven pequeño. Te vuelven insignificante.


Y te quitan la voz.


A veces para siempre.





***



Revivamos a Eros [EunHae]Where stories live. Discover now