Capítulo 31. Amanecer

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Lo he pensado en muchas ocasiones a pesar de que siempre llego a la misma respuesta. Quizá simplemente vuelvo a planteármelo por el mero gusto de saber que así es como he querido y he decidido a vivir aun si eso significa ponerme en situaciones en las que siento que simplemente ya no puedo avanzar.


Es decir, ¿qué elegiría si se me colocara la opción de volver al inicio para buscar nuevos rumbos? ¿Optar por el sendero de mi rutina previa a un matrimonio? Una donde, por supuesto, el nombre 'Lee DongHae' no figuraría en el encabezado. ¿O volver a escalar por el volcán que desde el inicio ha simbolizado estar con una persona que trajo consigo tremenda ebullición sin darme tiempo a utilizar posibles protecciones?


Es claro dónde se encuentra mi corazón en este momento. A pesar de las heridas. A pesar de las lágrimas. A pesar del dolor que experimenté en el transcurso de este año veo florecer ante mí el nacimiento de un dulce amanecer que sentí tan lejano, tan distante, tan imposible. La juventud jamás te prepara para enfrentar situaciones parecidas a las que he atravesado últimamente.


Luchar contra titanes. Cuestionarte a ti mismo. Indagar entre los rincones de tus propias inseguridades para plantearte una vez tras otra si vale la pena ponerse al filo del cuchillo sin siquiera saber cuándo éste ejercerá presión. Si te pinchará unos cuantos centímetros de la piel o si escarbará al fondo para extraerlo todo de ti. Sonrisas, suspiros, caricias, emociones, alegrías.


En algún punto me quedé vacío. Totalmente indefenso. Desnudo ante la posibilidad de no distinguir qué rumbos eran los más certeros para que un camino de espinas me dejara por lo menos salir con vida a pesar del escozor y los raspones que llevara consigo. Y tuve tanto, pero tanto miedo que los restos de mi desesperación continúan manifestándose a modo de temblores que no paran por mucho que me encuentre en el panorama más tranquilizante. Sin algo al acecho esperando a por mí en la oscuridad.


Durante el transcurso de su siesta, me vi en la obligación de despertar a Lee DongHae dos veces por el efecto que traía consigo su traicionera mente. Llorando, quejándose, murmurando cosas sin sentido tuve que luchar con el hecho de presenciar los restos de ideas que quedaron instaladas en su cabeza a pesar de que ahora ya estábamos ambos completamente protegidos.


Su "no me dejes" me dolió de una manera que aún me cuesta explicar. Ruego porque llegue el momento en el que descansar no sea para él tan tormentoso. Sin embargo, le entiendo. Pedir ahora mismo que se recupere de la nada es como obligarme a mí a dejar de lagrimear por cada que le veo sollozar entre sueños.


¿Qué habrá en su cabeza? ¿Qué estará imaginando? ¿Me encontraré yo entre sus fantasías? ¿Cómo me estará soñando? ¿Cómo se reflejará a sí mismo? Pesadillas, onirismos dolorosos. No conseguí verlo relajado hasta que Amanda recurrió a un tranquilizante para darle algo de calma. Sólo en ese momento le vi durmiendo plácidamente sin tener que aferrarse a mi mano como si su inconsciencia le dejara un rezago de sensatez en la que temiera despertar y no verme más junto a la cama.


La fiebre tardó mucho en desaparecer de su cuerpo. Y Kiara junto a la madre de Hae varias veces me ayudaron a bajarle el calor con toallitas húmedas que pasábamos por su cuerpo. Yo simplemente no podía controlarme. Mis ojos se volvían borrosos en segundos con sólo apreciar los sitios por los que él tenía hematomas y hendiduras.

Revivamos a Eros [EunHae]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant