Epílogo

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En principio de cuentas, habrá que replantearse cuál es el punto de deambular por una travesía tan complicada en la que cierta pareja se cuestiona si vale la pena seguir en una sintonía equilibrada a pesar de las desavenencias que aquello simbolice. Con el corazón en niveles similares y la razón en el lado más prudente, pero sin dejar de considerar lo que la parte sentimental desea.


¿Existirá acaso un balance correcto para colocar subjetividad y objetividad en el mismo ras? Es decir, manteniendo la prudencia y, al mismo tiempo, siendo consciente de que la intensidad del amar continúa respaldando cada acción y cada idea. Querer a alguien es, ciertamente, desbordarse más allá del límite. Quedarse ciego por un instante. Bloquear el sonido. Y detener el movimiento que constituya un escape a lo que cualquiera cataloga como 'malo' aunque para la persona en cuestión sea 'bueno'.


Es cierto, al estar enamorado en algún punto los errores se dispersan ya sea por considerar el bienestar del otro o por generar el propio. Y personas externas no se cansan de opinar cuál habrá sido la mejor solución para una vida que no les corresponde. Si estuvo bien, si estuvo mal, si fue incorrecto, si fue egoísta, si fue duro, si se volvió peligroso. ¿Quién sabe realmente cómo se debe actuar frente a hechos para los que nunca se está preparado?


Tal vez por eso la historia de un amor que inició siendo superficial y violenta no se consiga entender a menos que realmente se utilice el lado más empático para dar aunque sea algo de crédito al par de amantes que anduvieron titubeando, rebotando y balanceándose de un extremo a otro con tal de buscar las mejores salidas.


Hasta el momento, Lee DongHae continuaba cuestionándose dónde estuvieron las fallas. Indudablemente todo lo llevaba al inicio. Pensaba en sus rencores escondidos y velados por el temor. Recordaba el destino erróneo de sus desprecios que le provocaban pensar en su madre como la única culpable de lo que acontecía a su alrededor sin detenerse a ser un poco más analítico en lo que estuviera detrás de aquella mujer tan frívola y distante.


¿Cuántas caricias tuvo que aguantarse? ¿Cuántas veces ella sufrió por el simple hecho de no ser tan dócil con sus niños? ¿Por no poder siquiera disfrutar de un fin de semana en compañía de ellos sin temer que algo o alguien los estuviera vigilando? Planteándolo de esa forma, Hae veía que no era quizá el único equivocado y amedrentado por el contexto.


Distinguía los fragmentos de sus ayeres conformando un rompecabezas más o menos desarrollado en el que cualquier cosa le conducía a un hombre en cuyas manos se encontró el destino de las personas más importantes de su vida.


Actuar por temor. Decidir por tristezas. Sonreír por compromiso. Ese tipo de cosas estuvieron tan normalizadas en su vida que por eso el rumbo de sus elecciones cuando se trataba de Lee Hyukjae se volvió a veces tan torpe y apresurado. Cómo hubiera querido no tener que recurrir a lastimarlo por aquellos días en los que aquel estaba todavía convaleciente por la herida en su abdomen. Cómo hubiera deseado no provocarle tantas pesadillas con su ausencia. Cómo hubiera anhelado darle una mejor solución para atrapar a la araña más grande que creía incapaz de cazar.


Tanto hubiera querido para ir más armado a la lucha. Pero ya está. Aquello se dio de la única forma en la que pensaba que mejor obtendrían un buen desenlace. Y si Hyukjae ya no deseaba verlo más, y si ya no quería compartir su vida con alguien que lo abandonó a mitad del camino, y si no deseaba amarlo por tan doloroso que resultaba, entonces él respetaría ese distanciamiento. Silenciosamente lo amaría y lo vería a lo lejos siempre convencido de que, sea cual sea el rumbo de su presente, se sabría dichoso de que Hyuk salió intacto de éste.

Revivamos a Eros [EunHae]Where stories live. Discover now