Revivamos a Eros [EunHae]

Capitulo 30. El último llanto

Creo que esto es por lo que dicen que siempre debes ver el lado bueno de las cosas por más horrible que parezca el panorama a tus pies. Considero que casi en todo momento, por muy brusco o desesperante que sea el contexto, hay una forma de seguir respirando sin atragantarse demasiado en la asfixia que se te presenta durante el camino. Si la descubres se vuelve sencillo optar por ese sendero para deshacer las intrigas y los posibles temores de lo que no sabes que te espera al avanzar.

Aunque quizá se trate de un arma de dos filos. Porque, si bien mantenerte en una postura en la cual seas consciente de que puedes o no salir ileso de cierta situación te da la capacidad de generar un valor y una fuerza que no te conocías, también alberga sentires y pensamientos que no sabes si alguna vez acarrearán consigo una plena realización. Es decir, optar por el camino más optimista te proporciona la oportunidad de seguir adelante a pesar de todo. Pero también engloba una serie de esperanzas que, de no ser concretadas, terminan por abandonarte a la amargura de lo que no pudo acontecer a pesar de siempre haberlo anhelado.

Desear milagros. Aguardar por salidas. Anhelar destellos. Ese tipo de cosas quizá en algún punto empiezan a fatigar. Porque las sientes tan lejanas, tan irrealizables que simplemente te das por vencido mucho antes de que el ambiente te arrastre y te someta por su cuenta. Entonces, te vences a ti mismo. Te ves olvidando los motivos por los que deseabas salir adelante. Y piensas que ya no hay retorno. Que te quedaste atascado en las profundidades de una alcantarilla en la que gritas, te desangras la garganta, te retuerces de desesperación, te golpeas contra las paredes. Todo ello sabiendo que, indudablemente, nadie, nadie podrá escucharte.

Aunque decir que yo hice aquello para obtener un respiro o una ayuda por muy pequeña que fuera era ya irme a los extremos. Quizá mi tortura más grande sea esta. El callarme a pesar de las tantas cosas que consigo escuchar estando en este sitio. Creo que no hay peor tormento que saber que puedes encontrarte a un paso de ser rescatado, pero, al mismo tiempo, silenciarte por cuenta propia para evitar desastres y tragedias.

Deseo moverme. Deseo volver a ver el lado más amable de este enorme, oscuro y empolvado lugar en el que me encuentro. Mismo donde pasé noches enteras de mi infancia creyendo que en algún punto cobraba relevancia como fuerte. Un sitio donde resguardarme. Un lugar para esconder toda clase de secretos. Mi refugio repleto de telarañas, suciedad y un molesto aroma a humedad que ya empieza a hacerme estragos en la nariz y la garganta. Sin embargo, por momentos creo que simplemente ya no puedo más. La tormenta se agranda. Se esparce por todos lados y me hace caer en cuenta de que ningún afán es lo suficientemente fuerte como para que uno sólo de mis objetivos se cumplan.

La voz de Hyukjae me dio un alivio tremendo en el que tontamente y por un par de segundos creí que podría salir ileso de esto sin temer o asustarme de quien estuvo vigilándome por horas enteras. De pie frente a mi cuerpo vencido. Con la mano elevada hacia mi cabeza como brusca advertencia de lo que podría provocar si me atrevo a llamar a quien tal vez no volveré a ver jamás.

¿Estará cansado? ¿Le dolerá la espalda? No le conozco, pero asumo que trabajar para papá debe requerir grandes sacrificios como este. Ser la niñera de un moribundo.

Inevitablemente a mi cabeza llegan otras ideas en las que empiezo a dudar si realmente el padre de DongHwa y mi hermano serán los únicos a los que borró del camino de la forma más inhumana que se le pudo ocurrir. ¿Cuántas personas? ¿Cuántas vidas? ¿Cuántas familias? ¿Debería asumir a mi padre ya en ese tipo de escalas? Porque, si tenerme de esta forma en el sótano de mi antiguo hogar le resulta sencillo, a mí que soy su hijo, no quiero pensar qué fue de aquellos que alguna vez se negaron a proporcionarle algún tipo de ayuda o de beneficio.