Capítulo 21. Juramentos

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Every look, every touch makes me wanna give you my heart... —sentí sus brazos sobre mi cuello. Incliné la cabeza a un costado para permitir que continuara observando el resto de mi dibujo—. ¿Terminaste ya? —intenta balancearme de lado a lado en una canción que ella sabe mejor que nadie cuánto rechazo.

Tal vez por eso se aferra a repetirla.

—Sólo son detalles —traté de mirar hacia atrás—. ¿Te gusta? —le sentí besándome la mejilla.

Me gustas más tú —.

Luego mostró sus dientes en una sonrisa tan hermosa que me cortó el aliento al instante. Empujó el dibujo lejos de mi alcance.

You could hold moonlight in your hands 'til the night I held you... —exclamó ahora sentándose en mis piernas con sus expresiones juguetonas.

Queriendo que toda la atención se fuera hasta ella y que yo dejara de pensar en mis extrañas creaciones por un momento.

Volvió a cantar el siguiente verso.

Me beso sin detener sus divertidos tarareos.

—¿Estás emocionada? —.

No detuvo su canto. Simplemente asintió aún balanceando su cuerpo entre la melodía.

—Siempre me hablas de él, por supuesto que lo estoy. Y apuesto a que si canto para Hae estará más emocionado que tú —.

—Mi hermano detesta esa canción mucho más que yo —.

—Mentiroso —refunfuñó arrugando el puente de su nariz—. Eres todo un mentiroso —.

Luego volvió a entonar con ganas.

No me quedó más remedio que reír porque ese mismo ritual para cantar aquello fue el que yo mismo usé cientos, miles de veces con DongHae. Para hacerlo enojar, para hacerlo reír, pero, sobre todo, para que dejara de llorar.









***







Todavía sigue siendo muy temprano. El frío matutino me cala sobre las mejillas provocando que éstas se me entumezcan con ganas. Enviándome escalofríos que casi me llevan a titiritar de no ser porque me siento sin fuerzas para siquiera mover los párpados.

Escucho los sonidos mañaneros del inicio de la semana. Con autos que no se cansan del estruendo. Que gruñen en la aceleración. Se calman para tomar fuerzas y, luego, vuelven al estrépito gutural del motor que se encarrera para llegar a su destino. Siento que me muevo, sin embargo, permanezco estático. A veces me agito a la derecha. Luego hacia la izquierda. Todo mi cuerpo se vuelve caliente. Pero yo me estoy muriendo de frío.

Abro los ojos un segundo. Sin enfocar. Sin poder deshacerme de la nitidez. Consigo definir un par de rostros que ansiosos me gritan y me sostienen diferentes zonas del cuerpo. Se agitan. Se confunden como lava cayendo que deforma ojos, labios y narices al mismo tiempo. Uno de ellos acaricia mis mejillas. Luego me estruja la camiseta. Otro me habla desesperado. Aunque no sé realmente quién de los dos es más insistente. Las siluetas me parecen confusas. Se remueven. Respiran casi contra mi rostro.

Intento girar a la derecha. Respirar me cansa. Duele. Me sofoca. Pero no por eso dejo de hacerlo. Adquiero un ardor que me provoca ganas de querer huir y al instante vuelvo a aferrarme. En seguida, cientos de punzadas pequeñas me hacen emitir un jadeo. Mi alrededor se alarma. Pretendo murmurar algo. Quiero llamarle. Sin embargo, mi lengua no me obedece. Y de entre mis dientes únicamente se percibe el sutil sonido de una queja. Necesito levantarme. No puedo. Todo me pesa. Deseo como nunca quedarme dormido. Alguien me lo impide.

Revivamos a Eros [EunHae]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu