Capítulo 16. Purificar

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"Mis primeros trabajos fueron, ciertamente, un fracaso. Acumulé fallos en los que me volví incapaz de tomar la crítica como constructiva dado que ésta, en su mayoría, no dejaba de verme como un chiquillo caprichoso que, tras la cortina rebelde antiparental, deseaba mostrar el absurdo intento de talentos inventados.


Hubo un tiempo en el que me sentí tentado a ir más allá por puro gusto de volverme una piedrita en el zapato de 'mi padre'.


Para regodearme cada vez que viera mi nombre en los titulares de revistas especializadas en la rama. O para hacerle notar que no podía librarse de mi existencia aún si intentaba expulsar nuestro lazo en su oscura vida.


Lo hacía por mero gusto de molestarlo.


Creo que por eso empecé a perder el rumbo de las cosas que de verdad me apasionaban. Y cuando más creí tocar fondo. Cuando pensaba que mi obsesión por desquitarme de todo eso que guardaba en el corazón para intensificar los rencores, encontré un nuevo motivo para renacer de mis restos heridos y ensangrentados.


Woo Hee fue la calma entre todas mis pesadillas.


La mascarilla que recubre en un ambiente de tóxicas partículas.


Fue lo que me ayudo a retomar mis metas sin permitir que las vocecitas de los ayeres volvieran a hundirme.


La conocí en una de mis tantas exposiciones.


Como yo, en su rostro llevaba una etiqueta de pesares que me dolió conocer con el tiempo. Habló de la desventura de su matrimonio. De lo difícil que era negarse no sólo por temor a la ira de su padre, sino por (y sobre todo debido a ello) el horror de herir a la única persona que parecía acercarse a ella sinceramente. Un chico al que adoraba tanto, tanto, pero no como a una potencial pareja.


Muchas veces me habló de Hyukjae.


Tantas otras le conté sobre DongHae.


Y aunque a ambos los herimos de diferentes formas con nuestra decisión de poder irnos durante algunos meses, coincidimos en una sola cosa que con el tiempo y el perdón de ellos conseguiríamos:


Hacer que se conocieran.


Cuidarlos.


Y quererlos hasta el fin de nuestros días".





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Con toda la intención que ameritaban sus acciones cedí al abrazo apoyando las dos manos sobre su agarre. Me di el tiempo de inclinar la cabeza mientras Hyukjae descaradamente besaba mi cuello entre cortos sonidos guturales que sustituían al "sí", por un "mh". Aunque la situación me provocara intensas oleadas de calor debido a la vergüenza, ni así me sentía capaz de suavizar mis deseos por ser al menos un poco egoísta y territorial. Sobre todo, cuando él me ayudaba a cumplir esos caprichos que sin darme cuenta estuve guardando desde hace bastante.

Revivamos a Eros [EunHae]Where stories live. Discover now