Capítulo 32. Desde el comienzo

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Hay ciertos momentos en la vida que consideras tan, pero tan hermosos que a veces parecen irreales. Como si no correspondieran con la tendencia trágica que promete el simple hecho de existir.


He leído algunas veces sobre teorías que afirman la existencia de mundos posibles después de la muerte como un puente para la construcción de conceptos. De si la idea de un limbo, un paraíso o un infierno no es mas que la edificación filosófica para establecer determinados parámetros entre las acciones que para el hombre deben ser clasificadas como buenas o malas.


Así, para la gente que comete ciertos actos que clasifican dentro de 'lo malo' es evidente que las llamas del infierno estarán ahí prometiendo para castigarle en caso de que, en la vida, no se le hubiere aplicado una justa reprimenda que se adapte a su situación. Mismo caso para quienes llevan una encomienda recta desde el inicio hasta al final de sus días. Algo que, evidentemente, considero imposible.


Veo más probable el arrepentimiento de un hombre perverso que la pureza de un ser humano que se jacta de nunca haberse equivocado.


Sin embargo, sea cual sea la segmentación de estos universos, me inclino muchísimo a pensar que tal vez sea cierto eso de que no hay mas vida que esta vida. Es decir, el aquí y el ahora conforman limbo, cielo e infierno al mismo tiempo. Si lo sabré yo...


Y no es precisamente algo que quiera implícitamente ligar a un ataque religioso o algo parecido. Se trata de aclarar con miradas objetivas el hecho de que es en esta vida donde debo luchar, donde debo aferrarme, donde debo continuar por mí mismo para obtener lo que deseo aún si en el camino me tropiezo cientos y millones de veces.


¿Habrá un dios que haya determinado los padecimientos que me persiguieron en el transcurso de los últimos años? No lo sé. No pienso descartarlo ni tampoco admitirlo. Porque hacer esto sería tanto como aceptar que yo en algún punto lo merecía. O que estaba destinado a ello. O que quizá debía quedarme cruzado de brazos hasta que ese ente o superioridad dijera 'basta'.


En fin, pensar en existencias omnipotentes no es uno de mis más grandes hobbies. Simplemente me gusta resaltar el hecho de que este instante que atesoro con la vida es para mí ese encuentro con un paraíso que creía bastante lejano como para siquiera rozarlo con los dedos o la punta de las uñas.


Estoy sumergido en un nuevo mañana que me promete tantos acontecimientos maravillosos que todavía no termino por creer ciertos. ¿Es verdad que puedo andar libremente por la calle sin esperar a que algo o alguien me persiga? ¿Es cierto que puedo llorar sin sentirme culpable por molestar a quien me escucha? ¿Es un hecho que ya poseo el camino libre para enamorarme como un loco que espera cada tarde a por la llegada de su amado sin mirar la puerta con el horror de que este no vuelva más?


Eso también debería clasificarse como la realización de un amor idílico. Para aquellos que consideran que estar enamorado y, más aún, que la presencia del Amor es algo plagado de rosas y chocolates rodeando el cuerpo de quienes se han elegido con el corazón quisiera decirles que sí, están en lo correcto, sin embargo, quedarse en esa concepción primaria hará que en el futuro se quiebren sin saber cómo sobrellevar la vida amorosa que exige más de lo debido. Que pide más que rosas y chocolates para salir adelante.

Revivamos a Eros [EunHae]Where stories live. Discover now