✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖓𝖚𝖊𝖛𝖊:✨

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Finalmente me la encontré en la puerta del edificio de las habitaciones. Debido a su borrachera, no había llegado muy lejos como predije, ya que se iba tambaleando y apoyándose en las paredes con lentitud para no caer.

— ¡______!– la llamé, pero ni se inmutó ni se giró– ¡______!– insistí.

— Joder... ¿Qué cojones quieres?– me miró con el ceño fruncido.

— Vuelve a la habitación.

— Que te den...

— Sólo me preocupo por ti– le agarré suavemente del brazo, pero tiró de él para deshacerse de mi.

— ¿Qué coño te vas a preocupar tú por mi?– me miró a los ojos muy fijamente.

— ______, escúchame...

— No– me interrumpió y alzó una mano para mandarme a callar–. Escúchame tú a mi. Ahora mismo eres la última persona a la que quiero ver, y Rubén la primera. Por tu culpa me ingresaron más de diez veces en el hospital, tengo traumas permanentes, según mi ex-psicólogo. Traumas que no se irán en muchos, muchos, muchos años. Y todo por tu puta culpa– me señaló con un dedo.

— Si no hubiera sido por mi, ahora estarías siendo manoseada por Carlos, o mucho peor– mi tono de voz sonó más directo y seguro de lo que me esperaba, y me miró en silencio mientras negaba ligeramente con la cabeza.

En ese momento entró Rubén, respiraba agitadamente y sudaba, con el cuello de su camisa algo abierto debido al calor que debía sentir al haber corrido tanto.

— ¡______!– chilló al verla–. ______, por Dios, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo estás? ¿Cómo te encuentras?– le agarró del rostro con cuidado y le miró atentamente, muy preocupado pero a la vez aliviado al ver que se encontraba bien.

Rodé los ojos.

— Está bien, y también muy borracha– me crucé de brazos.

Me miró rápidamente, frunció el ceño y resopló, para después volver a mirar a su mejor amiga.

— Vamos a tu cuarto– dijo poniendo una mano en su cintura.

En silencio, caminaron hasta la habitación, con ______ pasando un brazo por detrás del cuello de Rubén y apoyando su peso en él.

Me quedé unos segundos clavado en mi sitio y mirando como se iban lentamente, hasta que decidí seguirles a regañadientes.

Entraron conmigo detrás y sin hacerme mucho caso. Rubén ayudó a ______ a tumbarse en la cama y yo me apoyé en el marco de la puerta con los brazos cruzados, algo molesto.

— Que no quiero descansar...– replicó.

— A dormir– el tono de voz de Rubén era cariñoso, pero algo apagado.

— ¿Y el pijama?– preguntó con los ojos entrecerrados. Debía de dolerle la cabeza de una manera increíble.

— Eh...– giró la cabeza hacia mi con una mueca, y entendí a la perfección que se refería a "Vete y espera fuera, ahora salgo yo".

Bufé y salí de la habitación cerrando la puerta tras de mi. Estuve esperándole apoyado en la pared del frente, con los brazos otra vez cruzados y dando pequeños golpes en el suelo con el pie, impaciente y nervioso.

— Gracias– escuché que decía mientras salía y cerraba la puerta con cuidado después de un rato. Le miré arqueando una ceja, y chasqueó la lengua–. Joder, la acabas de salvar de que la violaran.

— Lo sé– me enderecé y me acerqué a él.

— ¿Pero por qué lo has hecho? A juzgar por lo que le...

— Santo Dios– le corté y rodé los ojos con impaciencia–. Sí, puede que me hubiera pasado años atrás, pero...

— ¿Puede?– me interrumpió–. ¿Has dicho puede? Por favor...– soltó una risa sarcástica.

— Me arrepiento, ¿de acuerdo?

— ¿Ah, sí? ¿Te arrepientes?– ladeó la cabeza y yo asentí–. ¡Vaya! Pues haberlo pensado antes.

— ¿A qué te refieres con eso?– fruncí el ceño.

— Madre mía, parece que no te acuerdas, te voy a refrescar la memoria– se relamió los labios y se cruzó de brazos–. ¿Te acuerdas de cuando la encerraste en los compartimentos de los baños de las chicas después de quitarle la merienda delante de todo el mundo en el patio? ¿Por qué se habría escondido allí...? Déjame pensar...– se rascó la barbilla y miró al techo, pensando irónicamente–. ¡Ah! Ya me acuerdo, porque no quería ni verte. Le dabas miedo, tenía miedo de que la llegaras a matar algún día, pero tú seguiste y seguiste, hasta que...

— ¡Vale, para! ¡Ya lo entiendo, joder!

— Pues entiende de una puta vez que no te de las gracias, que esté así de cabreada contigo y que no te quiera ni ver todavía. Esto que has hecho por ella no compensa nada, absolutamente nada. Aunque yo tampoco tendría que haberte dado las gracias.

— Sois increíbles– bufé.

— Sí que lo somos. Nos jodiste la vida a los dos, ¡pero mira como hemos terminado! ¡Vivos, sanos y salvos!– extendió los brazos rápidamente y sonrió–. Si ______ no se hubiera cambiado de ciudad, ahora no estaría aquí– señaló el suelo con un dedo y con rabia–. Estaría todavía en el hospital, en un puto manicomio por los jodidos traumas que le provocaste, o peor... Muerta– al pronunciar esa palabra, su voz tembló.

— Estás exagerando, Rubén.

— No estoy exagerando, Alex. No estoy exagerando– negó con la cabeza, y pude notar que sus ojos empezaban a estar llorosos–. ¿Exagero si digo que llegó a cortarse?

— ¿Se cortó?– abrí ligeramente los ojos con sorpresa y asintió.

— Sí– señaló su muñeca izquierda–. Se hacía cortes para terminar con todo de una puta vez, y esa fue una de las muchas razones por las que la ingresaron, pero la mayoría era por ti.

— Yo no sabía...

— ¡Pues claro que no lo sabías!– volvió a interrumpirme–. Sólo te centrabas en joderle la vida más y más, no te dabas ni cuenta del daño que hacías.

— Cállate de una vez.

— Tranquilo que ya lo he soltado todo y ya me marcho, no vaya a ser que me des una paliza a mi también– me señaló el rostro–. Y cúrate esas heridas, tienes la cara hecha una puta mierda.

Y, con todo y con eso, se echó a andar hacia la salida con algo de rapidez. 

Me quedé parado y mirando a un punto fijo en el suelo. Apreté los puños en ambos lados de mi cuerpo, sintiendo como mis nudillos se volvían pálidos y se estiraban de lo mucho que los estrechaba.

Finalmente decidí entrar en la habitación en silencio y con cuidado de no despertar a ______. La luz de las farolas del patio exterior, la cual se hacía paso por la ventana que se situaba detrás de ella, iluminaba el contorno de su cuerpo tumbado y relajado sobre la cama. Me acerqué a ella y la miré detenidamente.

Tenía que reconocer que era preciosa. No parecía la misma niña inofensiva a la que atormenté años atrás, y estaba tan dormida que no reaccionó cuando le acaricié la mejilla con esmero. Le pasé el pelo detrás de su oreja y mis ojos se clavaron en sus labios, los cuales estaban perfectamente cerrados. 

— Se hacía cortes para terminar con todo de una puta vez, y esa fue una de las muchas razones por las que la ingresaron, pero la mayoría era por ti– escuché la voz de Rubén en algún rincón de mi cabeza y me enderecé, acercándome a mi cama.

La culpa empezó a invadirme cuando me senté. Me sentí tan culpable por todo que noté un nudo en mi garganta que me hizo empezar a respirar con dificultad. Joder... ¿Qué coño iba a hacer para que ______ me perdonara todo el daño que le hice, si es que había alguna manera?

Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora