✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖓𝖚𝖊𝖛𝖊:✨

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(¡Capítulo final!)

Navidad pasó volando.

Hubo cenas con mi familia, quedadas con mis amigas donde les presenté a Alex, fiestas después de fin de año... fue increíble. Me emborraché, reí, grité, canté, bailé, besé a Alex hasta hartarme y llegué a cansarme de tanta fiesta.

Con una pequeña resaca, el 1 de enero volvimos a Madrid.

La despedida fue igual que la primera vez que me fui de Barcelona. Hubo llantos por parte de mis padres y de Lucía, incluyéndome a mí. Alex solo se burló de mí estando ya en el avión.

Rubén e Irina nos recibieron en el aeropuerto con los brazos abiertos, esperándonos con una sonrisa enorme en los labios. Les había echado más de menos de lo que pensaba.

Y los meses y los años pasaron... todo fue bien, me saqué el título de la carrera gracias al apoyo de Alex y de Rubén, seguí estable en mi trabajo como camarera hasta que conseguí trabajo en lo que quería: ser cuidadora de guardería; llegué a mudarme con Alex en un piso encantador, seguía viendo a mis padres en verano y Navidad... y todo creía que todo era perfecto hasta que pasó.

Era un día como otro normal. Llegué a nuestra casa un poco cansada después de haberme pasado la tarde cuidado a niños y bebés que no podían ser cuidados por sus padres. Me quitaban un poco de paciencia, pero era más o menos soportable.

Las luces estaban apagadas y había un silencio sepulcral inundando el piso. Llegué a extrañarme, ya que Alex siempre solía estar en casa cuando llegaba del trabajo.

- ¿Hola? Alex, ¿estás en casa?- pregunté cerrando la puerta.

- ¡En el salón!- escuché que respondía.

Dejé las llaves y la chaqueta en su sitio, para después dirigirme al salón algo confundida. Estaba así porque cuando llegaba, siempre había alguna luz encendida, como la de la cocina o la de la habitación, y que esa vez no hubiera nada encendido me extrañó.

Cuando llegué al salón me sorprendí un poco. La luz estaba apagada, pero todo estaba iluminado por muchas velas puestas por todas partes.

Mis ojos viajaron por todas ellas, hasta llegar a encontrarme con una mesa con dos platos a cada lado y una vela enmedio.

- Pero ¿qué es esto?- me di cuenta tarde de que tenía una sonrisa tonta en los labios.

- Quería darte esta sorpresa, tengo algo que decirte- separó una silla de la mesa y la señaló con la mano-, siéntate.

Obedecí en silencio y sin saber qué pensar. No iba a dejarme, no habría organizado todo esto tan romántico para darme una tan mala noticia.

Espera, ¿acaso iba a...?

Cuando se me vino la idea a la cabeza sentí una punzada en el estómago y las manos me empezaron a temblar.

- Espera aquí.

Sin esperar respuesta, salió del salón a paso acelerado. Le noté bastante nervioso, y esa idea que había pensado antes, volvió a mi cabeza con más intensidad. Hacía frío fuera, pero Alex había puesto la calefacción y se estaba muy bien allí dentro.

Regresó con unos guantes de cocina sujetando una bandeja de cristal, era la cena.

- He hecho tu plato favorito- dijo mientras dejaba la bandeja sobre la mesa y se quitaba los guantes.

Miré que era, y definitivamente sí era mi plato favorito. Sonreí sin poder evitarlo y volví a mirarle.

- ¿Por qué has hecho todo esto? ¿Celebramos algo?- pregunté mientras me servía la comida en el plato, y él mostró una de sus preciosas sonrisas mientras miraba lo que hacía.

- Ya te he dicho que tengo que decirte algo.

Solté un grito ahogado bastante exagerado y me llevé una mano al pecho.

- ¡¿Estás embarazado?!- él se rió a carcajadas y negó con la cabeza, terminando de servirse a él y sentándose en la otra silla.

- No, todavía no lo estoy, pero ya llegará no hay prisa.

Esta vez me reí yo.

Cenamos en un silencio muy cómodo. Alguna que otra vez me preguntaba sobre el día y sobre lo que había hecho con los niños. Le conté anécdotas graciosas, comentarios de los niños y otras cosas que pensaba que le harían gracia.

Y lo hicieron. Nos estábamos riendo por una cosa que le había contado sobre una niña que se intentaba meter un juguete por la nariz, hasta que dejó de reír de golpe y carraspeó, acomodándose en su silla.

- ¿Puedes contarme ya qué ocurre? Verte así de nervioso me está poniendo nerviosa a mí- confesé con una sonrisita.

Se movió nervioso en su sitio, se mordió los labios y se rascó la cabeza inquieto, hasta que lo hizo.

Se levantó y se puso sobre una sola rodilla delante de mí. Definitivamente era lo que estaba pensando, iba a pedirme matrimonio y yo iba a decirle que sí.

Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora