✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖙𝖗𝖊𝖘:✨

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Finalmente fuimos a un centro comercial a comer y al cine. Fue espectacular pasar ese rato con Alex, me hizo reír hasta que me doliera la tripa, me compró un helado después de la comida e invitó a las palomitas. 

Quedamos en ir otras veces al centro comercial y pasárnoslo igual de bien que esa vez, y eso hicimos hasta que llegó verano.

En nuestro último día de clase, Pablo nos dio el día libre en la cafetería, diciendo que nos merecíamos unas vacaciones como tocan después de tantos meses de esfuerzo. Rubén y yo no supimos que decir ni como reaccionar, así que cuando nos lo dijo, solo le abrazamos con todas nuestras fuerzas, consiguiendo una carcajada de su parte.

Me olvidé por completo del problema que tuve con mis padres en Navidad, no les hablé, ni ellos me hablaron a mi al igual que Lucía, parecía que no existieran para mi, y seguramente yo para ellos tampoco.

Los meses que habían pasado hasta el verano fueron muy bien. Las clases, como siempre, aburridas pero superadas; el trabajo, duro, pero agradable pasar tanto tiempo con Rubén; y con Alex hubo roces, hubo miradas, hubo besos y hubo risas, lo que todavía seguíamos siendo solo amigos, porque al parecer ninguno de los dos se atrevía a dar el paso de preguntarlo. Demasiada timidez de parte de ambos, quise suponer.

— ¡Toc toc!– escuché los chillidos de Rubén detrás de la puerta de nuestra habitación–. ¡TOOOOC, TOOOOC!– insistió.

Alex y yo nos sobresaltamos al escuchar los porrazos que le estaba dando mi mejor amigo a la puerta, a lo que me levanté a toda prisa a abrirle antes de que la tirara abajo con su fuerza bruta.

— ¡¿Qué?!– cuando abrí la puerta, Rubén casi se cae de espaldas, ya que no se esperaba tal reacción.

— Coño, que puto susto, ¡hola!– sonrió amplia e inocentemente.

— Hola– suspiré y sonreí, apoyándome en el marco de la puerta.

— ¿Estabais ocupados?– se asomó para mirar dentro de la habitación y saludó a Alex con la cabeza–. Hey.

— No, no estábamos haciendo nada, ¿por?

— Irina y yo hemos alquilado una casa en Valencia– no me di cuenta de que mi rostro había cambiado por completo hasta que él pasó una mano por delante de este–. ¿Hola? ¿Tierra llamando a ______?

— Ah, pe-perdón– negué ligeramente con la cabeza.

— ¿Valencia?– escuché la voz de Alex acercarse, y de reojo vi como se apoyaba en la otra parte del marco de la puerta, de brazos cruzados.

— Así es– le miró sonriendo, orgulloso.

— Vaya...– susurré–, eso está lejos. Pero bueno, espero que os lo paséis bi...

— ¡No, no!– me interrumpió–. Venía a preguntaros si queréis venir con nosotros– su sonrisa aumentó y yo abrí los ojos como platos.

— ¿Cómo?– preguntó Alex.

— Hemos alquilado una casa para cuatro personas, de dos habitaciones, dos baños y una piscina enorme. Obviamente no iríamos a dejaros aquí tirados todo el verano, bobos.

Miré a Alex y él me miró a mi, parecía que ambos teníamos la misma duda en la punta de la lengua.

— ¿Te apetece?– pregunté.

— Mucho, ¿a ti?

— Lo mismo digo– respondí, ambos nos sonreímos y volvimos a mirar a Rubén, quien nos miraba con una sonrisa enorme–. ¿Y cuando nos vamos?

— ¡Esta misma tarde! Será un viaje bastante largo en coche de tres horitas y media, así que iros preparando ya y avisadme cuando estéis. Os diré donde quedaremos y nos iremos.

— Muy bien– dije–, pues te mandaré un mensaje cuando terminemos de hacer la maleta.

— ¡Guay!– me dio un beso en la frente y abrazó a Alex con mucha euforia, muy contento–. ¡Nos vemos después!– se echó a andar en marcha atrás hasta la salida mientras nos señalaba con ambas manos–. ¡Ya veréis, nos lo pasaremos de puta madre!

— ¡Rubén Doblas, esa boca!– chillé mientras me asomaba para intentar verle, pero no lo conseguí, lo único que escuché fue una carcajada de Rubén y justo después como se cerraba la puerta del edificio.

Volví a mirar a Alex, pero no me dio tiempo a reaccionar cuando me besó durante un largo rato.

— ¿Y eso a qué viene?– ladeé la cabeza después de él separarse.

— No sé, me apetecía besarte, ¿no puedo?

— Sí que puedes.

Preparamos nuestra maleta con música animada de fondo. Bailamos, reímos y cantamos hasta que lo tuvimos todo listo y le mandé un mensaje a Rubén de que ya estábamos preparados para irnos.

Me hacía mucha ilusión ir a Valencia con ellos tres, hacía tiempo que no me iba de viaje a otro sitio que no fuera Barcelona, y si era con ellos, mucho mejor.

Salimos de la Universidad y quedamos en un párquing de por allí cerca, donde estaban Irina y Rubén hablando a lo lejos. Al vernos acercarnos, ambos dibujaron una sonrisa enorme en sus rostros y se acercaron ellos también para abrazarnos.

— ¡Hola!– chilló entusiasmado mi mejor amigo, nunca le había visto tan contento–. ¿Estáis listos?– nos miró y ambos asentimos, a lo que él movió una mano indicando que le siguiéramos–. Venid.

Me senté en los asientos de atrás con Irina, Rubén de piloto y Alex a su lado.

Fueron las mejores tres horas de mi vida. Reímos, charlamos, cantamos a pleno pulmón y nos divertimos mucho a pesar de ser un simple viaje en coche.

Cuando estábamos cerca de Cuenca, hubo un momento en el que una rueda se nos pinchó, y Rubén entró en pánico.

— Joder Rubén, tampoco es para tanto– intenté calmarle, pero él ya estaba fuera del coche caminando de un lado a otro algo nervioso.

— ¡Se nos ha pinchado una rueda! ¡Se nos ha...!– pegó un grito que nos dejó sordos a todos, a lo que salí del coche y me acerqué a él.

— Vamos a ver, era de esperar que en un viaje de tres horas y media o se nos terminara la gasolina o se nos pinchara una rueda, ¡así que tranquilízate por el amor de Dios!

— ¡Lo sé, pero-!

— Tenemos una rueda de repuesto y herramientas en el maletero, ¿recuerdas?– le interrumpió Irina, también saliendo del coche junto a Alex.

— Coño, es verdad– se calmó de golpe y la miró sonriendo, como si hace unos segundos no se hubiera estado tirando del pelo por el nerviosismo. No supe si reírme a carcajadas o darle una paliza ahí en medio.

— Dios, este chico...– susurré, y escuché las carcajadas de Alex.

Alex y Rubén cambiaron la rueda y volvieron a entrar en el coche, donde estuvimos hablando Irina y yo para esperarles.

Finalmente, después de más risas, más gritos por los temazos que salían en la radio y charlas, llegamos a Valencia.

Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora