✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖉𝖔𝖘:✨

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El viaje en coche al aeropuerto fue absolutamente doloroso y violento. Nadie hablaba, no pusimos nuestra playlist en ningún momento, mi padre miraba a la carretera con muchísima seriedad mientras conducía, mi madre jugaba con sus manos, y Lucía tenía los ojos llorosos y la cabeza agachada. Supuse que había escuchado toda nuestra conversación del día anterior a escondidas y se sentía culpable.

Yo solo me dedicaba a escuchar música y a mirar por la ventana, observando en silencio como el paisaje pasaba rápidamente por delante de mis ojos, perdiéndome entre las líneas blancas y discontinuas de la autopista, mirando los diferentes edificios que transcurrían en el paisaje y volvían a desaparecer unos detrás de otros, contando las personas que había en cada coche que pasaba por mi lado, distrayéndome con lo que fuera para no mirar hacia mi familia y romper a llorar.

Llegué a sentir un nudo en la garganta increíble cuando llegamos y salí yo sola del coche para coger las maletas. Nadie más salió, solo yo. Mis padres y mi hermana se quedaron dentro, esperando a que me fuera.

Me alejé intentando contener las lágrimas en los ojos, pero cuando perdí de vista el vehículo al entrar en el aeropuerto, no pude aguantarme más y empecé a llorar en silencio, mientras me cruzaba con gente, con familias felices, con parejas, todos entusiasmados con su próximo viaje.

No podía dejar de llorar a lágrima viva, no dejaban de caer por mis mejillas. Me sentía mal por haberles hablado así a mis padres, me sentía mal por como ellos me habían hablado, pero en alguna parte de mi cabeza, en un pequeño y oscuro rincón, había un diminuto sentimiento de orgullo al haberles plantado cara de aquella manera, pero eso no quitaba que me sintiera fatal.

Cuando llegué a Madrid, tenía los ojos hinchados de haber llorado tanto durante el vuelo, y todavía seguían así cuando entré en mi habitación de la Universidad, donde estaba Alex guardando las cosas en su armario mientras tarareaba Break my stride de Matthew Wilder.

Al verme entrar, se dirigió hacia mi con una sonrisa enorme, pero la borró de inmediato al notarme de esa manera y me abrazó, con muchísima fuerza.

— ¿Qué te pasa?– su tono de voz me hacía ver que estaba muy preocupado. Se separó y me agarró ligeramente del rostro, acariciando mi mandíbula con los dedos. Yo le miré a los ojos, otra vez intentando contener mis lágrimas–. ¿Qué ocurre? ______, me estás asu...

— Ayer discutí con mis padres– le interrumpí de golpe.

— Oh... No te preocupes, eso pasa muchas ve...

— Discutí con ellos porque saben que hablo contigo– volví a interrumpirle. Mi voz empezaba a temblar otra vez, indicándome que estaba apunto de llegar al límite.

— ¿Qué?– cerré los ojos con fuerza y arrugué la barbilla.

— M-Mi hermana... Vio los mensajes que nos mandamos y... Se lo contó a mis padres, suponiendo que teníamos algo, o que estábamos saliendo.

— Pe-Pero...

— Me dijeron que eres un asesino, que no volviera a acercarme a ti... 

— ¿Y-Y has venido para contármelo y hacerles caso? ¿T-Te vas a alejar de mi?– su tono de voz me dolió hasta el alma, se pensaba que mi respuesta iba a ser que sí, y sentí una punzada en el pecho que me impidió respirar con facilidad.

— Claro que no– su rostro cambió por completo, y esbozó una pequeña sonrisa–. M-Me obligaron a quedarme en Barcelona y seguir los estudios allí.

— ¿Y te vas a quedar aquí? ¿Conmigo?

— Sí– sonrió todavía más–, en verano me compraré o alquilaré un piso por aquí cerca... No pienso volver con mis padres. Puede que suene ridículo, pero les asusté con que tú te vinieras a vivir conmigo– solté una pequeña risita, que hizo que él también riera–. Se quedaron sin habla, hasta creo que se pusieron tan pálidos que se camuflaban con la pared– ambos volvimos a reír, pero borró su sonrisa de golpe.

— Pero ______, son tus padres...

— Te llamaron asesino, Alex. Asesino. No puedo dejar que digan eso de ti delante de mis narices, no cuando te estoy dando una oportunidad y me estás demostrando que sí ha valido la pena hacerlo. No quisieron escucharme cuando les dije que habías cambiado.

— Joder... B-Bueno, ya estás aquí– asentí y me volvió a abrazar con mucha fuerza, después de darme un rápido beso–. Te he echado de menos.

— Y yo a ti– cerré los ojos, sintiendo como el calor de su cuerpo me inundaba por completo, haciendo que quisiera estar así toda mi vida.

Ambos terminamos tumbados y abrazados en su cama, estábamos agotados de las vacaciones, y ni nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado dormidos.

Yo no me di cuenta hasta que volví a despertarme la mañana siguiente. La tenue luz de un domingo entraba por la ventana, y me levanté poco a poco para no despertarle, pero resultó inútil.

— ¿Hm? ¿Qué pasa?– escuché que susurraba, frotándose los ojos.

— Buenos días– sonreí, después de darle un beso en la frente. Al notarlo, abrió los ojos de golpe y sonrió ampliamente.

— Buenos días– su voz era ronca, tanto que parecía que había estado durmiendo días–. ¿Qué hora es?

Miré la hora en mi teléfono, volviéndome a sentar en la cama.

— Las once– respondí, esta vez rascándome yo un ojo con el dorso de la mano.

— ¡¿Las once?!– se levantó de golpe y salió disparado al armario, acelerado.

— Alex– se giró hacia a mi.

— ¡Cámbiate!

— ¡Alex!– insistí, pero ni caso, iba de un lado a otro de la habitación.

— ¡Vamos, que llegamos tarde a clase!

— ¡ALEJANDRO BRAVO!– se paró en seco y me miró, algo asustado–. Es domingo– noté como palidecía poco a poco, y como su expresión de tensión pasaba a ser a una de alivio en menos de un suspiro.

— ¿Eh?– solté una carcajada, mientras él se rascaba la nuca con timidez y confusión.

— Que es domingo, que yo sepa los domingos no hay clase.

— Dios– rio por lo bajo, tímido, mientras se sentaba otra vez en la cama–. Te juro que me pensaba que era lunes.

— Ya lo he visto– volví a reír y él soltó otra risita avergonzada. Le acaricié el hombro, intentando no reír a carcajadas.

— Lo siento.

— No te preocupes, si es normal.

— Pues ahora que estamos despiertos... ¿Quieres ir a hacer algo por ahí?

Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora