✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖈𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔:✨

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La casa era gigantesca.

Entramos con nuestras maletas por un pequeño jardín muy verde, con una pequeña fuente a la derecha del camino que nos llevaba hasta la puerta de la casa. El camino estaba hecho de piedras grises y marrones, separadas por el césped que crecía debajo de ellas. 

El salón era más grande de lo que pensaba y parecía por fuera, tenía un sofá de tela azul oscuro, con una butaca al lado del mismo color y a cada lado se posaba una lámpara blanca. Lo que más me sorprendió de esa habitación fue la televisión. Parecía una de esas de última generación que parecía que te llevaba al otro lado de la pantalla de lo bien que se veía la imagen. 

La cocina estaba unida con el salón por un arco bastante espacioso y todo estaba iluminado por la luz del exterior gracias a los grandes ventanales que se encontraban en cada pared de la casa.

No quise preguntar de donde habían sacado el dinero para conseguir alquilar ese casoplón, pero lo hizo Alex por mi cuando llegamos a las habitaciones.

— No es por nada, pero si sois narcos yo no voy a decírselo a nadie, mantengo la boca cerrada– hizo como si se cerrara la boca con una cremallera y todos reímos.

— No, hombre– respondió Rubén entre risas–. Ambos llevamos ahorrando bastante tiempo y nuestros trabajos nos han ayudado.

— Ya... Eso...– le miró como si estuviera sospechando, y se inclinó hacia mi para susurrarme al oído–. Después vamos a dar una vuelta por la casa para buscar la droga– me tapé la boca para no reír muy alto, y por el rabillo del ojo vi como Rubén le daba una colleja.

— ¡Que te he oído!

 — ¡Au!– se acarició la nuca intentando ocultar su sonrisa, haciéndose el indignado y fulminando a Rubén con la mirada.

No pude evitar soltar una carcajada, al igual que Irina.

Me sorprendía lo mucho que había cambiado Rubén con Alex. Hacía varios meses ni le soportaba, le miraba con asco y murmuraba cosas indescifrables que ni él mismo entendía. Pero ahora era como si nada hubiera pasado, como si se llevaran bien de toda la vida. Eso era lo que me alegraba, que se había olvidado del daño que nos causó, igual que yo, y quiso empezar de cero con él.

Salimos al jardín trasero, donde lo primero que nos llamó la atención fue la gigantesca y azul piscina que se extendía delante de nosotros, con una pequeña escalera de metal a un lado, esperando ser usada para entrar al agua, la cual se movía lentamente sobre la superficie junto a una pequeña y leve brisa.

— ¡Ostia puta!– exclamé, con la boca abierta. Si no fuera por mi mandíbula, parecía que se me iba a caer al suelo.

— ¡Esa boca, ______ (t/a)!– me avisó Rubén detrás de mi, a lo que me giré hacia él muy seria.

— Tú mejor no hables, Doblas– le lancé una mirada de odio muy exagerada y él alzó las manos, mientras se escuchaban los "Uuuh" de Alex e Irina de fondo.

— Me callo, me callo– cuando me giré otra vez para ver la piscina una vez más, escuché detrás de mi como Rubén se reía a carcajadas, sin poder ocultarlo más.

— ¿Y nos pasaremos todo el verano aquí?– pregunté, sin conseguir apartar la mirada del paisaje que se extendía fuera del territorio de la casa. Estábamos cerca de una playa, y el mar se veía detrás de los matorrales que separaban el jardín del pequeño callejón que había detrás de la casa.

— Ajá– asintió Irina.

— Flipante...– tampoco podía dejar de sonreír.

— ¿Verdad que sí?– me dio la razón mi mejor amigo, cruzándose de brazos orgullosamente.

Nunca había hecho eso de pasarme todo el verano en una casa con amigos, siempre solía irme con mi familia y ni me movía de Barcelona, toda Valencia era nueva y desconocida para mi. Me hacía muchísima ilusión pasarme el verano entero ahí, con ellos tres y nadie más, siendo felices sin importarme mucho lo que durara esa felicidad por muy pequeña que fuera.

Cuando terminamos de ver la casa, cada uno se fue a su habitación a deshacer las maletas.

— Sigo sin poder creer que nos quedemos aquí tres meses– me acerqué a la ventana y retiré un poco la cortina blanca que la tapaba, por donde se veían unas vistas espectaculares de la misma playa que se veía desde la zona de la piscina.

— Yo tampoco– escuché los pasos de Alex acercarse, y sentí como ponía ambas manos en mi cintura. Inconscientemente sonreí y me giré hacia él, pasando los brazos por su cuello.

La piscina fue la mejor manera de empezar nuestras vacaciones. Minutos después de colocarlo todo, escuchamos los gritos de Rubén desde el salón.

— ¡Poneos el bañador u os tiraremos a la piscina con la ropa!

No respondimos, sacamos nuestros bañadores del armario. Yo fui corriendo al baño para cambiarme, Alex se quedó en la habitación y cuando estuve lista, bajé a toda prisa las escaleras que llevaban al piso de abajo, y desde ahí salí a la zona de la piscina.

Rubén me pilló desapercibida, y cuando salí por la puerta me agarró de la cintura y me puso en su hombro como un saco de patatas.

— ¡Rubén Doblas, suéltame!– chillé, intentando deshacerme de su agarre, pero me era imposible.

No dijo nada. Me condujo con él hasta el borde de la piscina, y al saber qué estaba apunto de hacer, empecé a patalear.

— ¡No pienso soltarte, ______ ______!

Y cuando menos me lo esperaba, nos tiró a ambos. Antes de entrar del todo en el agua, escuché las carcajadas de Irina y Alex de fondo.

Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ