✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖉𝖎𝖊𝖈𝖎𝖘𝖊𝖎𝖘:✨

208 30 18
                                    

⚠️ADVERTENCIA⚠️

No me hago responsable de las convulsiones o la posible muerte de Carla Salvador tras leer este capítulo :)

Gracias por leer, y disfruten...

--------------------------------------------------------------------

Me escapé de la habitación a toda prisa, escuchando como Alex me seguía corriendo.

Salí del edificio y, sin darme cuenta, llegué a un pequeño prado natural, verde y arbolado, acompañado de un pequeño lago. La luz de la luna se reflejaba y temblaba sobre el agua, conjuntada por las pequeñas e infinitas estrellas que se esparcían por todas partes, pareciendo gotas de pintura blanca sobre un lienzo completamente negro. El paisaje hizo que se me erizara la piel de lo precioso que era.

Llegué a la orilla de este y me paré en seco, con los pies completamente descalzos al borde de tocar el agua. Escuché las carcajadas de Alex acercándose a mis espaldas, hasta que me placó y me tiró con él al agua.

— ¡ALEX!– grité después de salir a la superficie y toser mientras reía a carcajadas.

— ¡Me lo has dejado a huevo! Estabas súper cerca de caerte– le salpiqué con las manos y empecé a nadar hasta la orilla otra vez, pero Alex me atrapó por la cintura y me atrajo hasta él. Yo obviamente no podía agarrarme a nada, estábamos casi en lo más profundo del agua y mis pies casi no llegaban al suelo.

Me giré hacia él y nos quedamos a centímetros. Las gotas de agua le caían por toda la cara y desde el pelo, y al estar tan cerca de él, me fijé en cada facción de su cara, en cada detalle, en las cicatrices de las heridas de la pelea, pero que aún seguían allí...

Inconscientemente me pegó todavía más a él, haciendo que yo tuviera que pasar los brazos por su cuello.

Rozó nuestros labios, pero instantáneamente me aparté, notando que mis mejillas ardían a más no poder.

— A-Ahm... Lo siento– susurré, y volví a nadar hasta la orilla. Esta vez no me paró, noté como me miraba fijamente y en silencio, en su sitio.

Sin saber porqué, la culpa empezó a invadirme por completo, al igual que el frío. Cuando salí del agua, temblaba a más no poder, mi ropa chorreaba, y no podía sentir ni mis labios ni mis dedos.

Miré hacia donde estaba Alex, quién había empezado a nadar hasta la orilla después de un rato, hasta que se paró a mi lado y mirando al suelo mientras se rascaba la nuca.

— Discúlpame, no era mi intención asustarte, creo que he ido demasiado deprisa...

Le abracé sin decir nada. Sentí que él también temblaba de frío, lo que él conseguía disimularlo de una manera increíble. Me devolvió el abrazo al instante.

— No te preocupes– susurré.

¡Mierda! Rubén tenía razón. ¡Más mierda!

— Vale– su susurro en mi oído me hizo separarme al instante.

— Eh...– intenté que mi voz no temblara, lo que el castañeo de mis dientes me delataba–. Volvamos a la habitación a secarnos.

— Vamos– sonrió de una manera que me hizo derretirme por dentro.

Volvimos en silencio al edificio. No era un silencio incómodo del todo, solo éramos dos personas a solas, pero sin saber qué decir ni cómo reaccionar a lo que acababa de pasar.

Si no me hubiera separado, Alex me habría besado.

Esa imagen no paraba de formarse en mi cabeza una y otra vez, haciendo que mis manos temblasen del nerviosismo y mis mejillas se sonrojaran al instante. 

Seguíamos goteando y empapando el suelo cuando entramos en la habitación. Fui rápidamente al baño y cogí dos toallas grandes, una para mi y una para él.

— Toma.

— Gracias– se rodeó los hombros y la espalda con la toalla, e hice lo mismo con la mía.

Ambos nos sentamos en la cama. Más bien, yo me dejé caer en ella. Estaba realmente agotada. Era viernes, la semana terminaba y el fin de semana se acercaba, había tenido una pequeña prueba por la mañana, el turno en la cafetería se me hizo más largo de lo que me esperaba, y después tuve que salir corriendo y huyendo de las cosquillas de Alex. 

Seguía temblando a más no poder. Los temblores eran intermitentes. Había momentos en los que temblaba, pero después paraba y me quedaba quieta durante unos segundos, para que después los temblores insoportables volvieran. Mis dientes castañeaban, al igual que los de Alex.

Y... La voz de Rubén volvió, más insoportable y fuerte que las otras veces.

¿No te das cuenta de que le gustas?

— Oye– la voz de Alex interrumpió la de Rubén, haciendo que alzara la vista del suelo–. ¿Por qué no te vas a dar una ducha caliente? Así dejarás de temblar y no tendrás tanto frío.

— Puede... Puede ser una buena idea, pero no tengo otro pijama que este y otro que está en la lavandería– me señalé el cuerpo. Sí que tenía un tercer pijama, pero era de verano, unos pantalones cortos con una camiseta de tirantes. Ni de coña me ponía eso cuando estábamos apunto de entrar en diciembre.

— Te puedo dejar una sudadera y unos pantalones.

— ¿Enserio?– alcé las cejas y él asintió rápidamente.

— ¡Claro!– se levantó y fue corriendo hacia su armario, de donde sacó la ropa. 

Esta vez me levanté yo y me acerqué, arrastrando la toalla por el suelo. Me dio las prendas con una pequeña sonrisa.

— Vaya... Gracias.

— De nada– y me metí en el baño, cerrando con pestillo.

Cuando me quité la toalla, no dudé dos veces en encender la pequeña estufa de mano que se posaba en el suelo, y la subí encima de la tapa bajada del retrete para que me diera mucho más calor. 

Me senté delante de esta con los ojos cerrados, y estuve allí unos minutos. No supe lo reconfortante que era aquello hasta que volví a levantarme para quitarme la ropa. Mi piel se puso de gallina al instante, haciéndome temblar otra vez.

Me miré al espejo. Mi nariz estaba increíblemente roja, y mis labios eran más azules que otra cosa. Me asusté un poco de lo oscuros que estaban, e inmediatamente me metí en la ducha.

Salí después de casi una hora del baño, y me encontré a Alex mirando su teléfono y empezando a estar seco.

— Hombre, pensaba que te había pasado algo.

— Lo siento, es que se está muy bien ahí dentro.

— No importa, ¿te sientes mejor? ¿Sigues temblando?– negué con la cabeza mientras me sentaba en la cama–. Me alegro, y ahora si me permites...– fue corriendo hacia la puerta del baño después de coger más ropa de su armario– ...voy a ducharme yo también.

— Vale– dije después de que cerrara la puerta.

— ¡Oh! ¡Sí que se está de puta madre aquí dentro!– escuché que gritaba, a lo que yo solté una carcajada.

Me quedé dormida antes de que Alex saliera del baño.

Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora