Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]

✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖔𝖈𝖍𝖔:✨

Como Alex y yo llegamos por la tarde, después de las disculpas nos pusimos a hablar los cinco y se nos hizo tarde, así que nos pusimos a cenar.

Estábamos todos sentados en la mesa; enfrente tenía a mi padre, y a mi lado tenía a Alex sentado delante de mi madre. Lucía se sentó en uno de los lados de la mesa porque según ella, estar allí le hacía sentir la reina.

Charlamos, reímos, hablamos de nuestra vida en Madrid, de Rubén e Irina, de Valencia... hasta que mi hermana tuvo que abrir la boca.

- Y ¿os vais a casar?- soltó de la nada.

Casi me ahogo con el trozo de pastel de calabaza que tenía en la boca y empecé a toser, soltando rápidamente la cuchara sobre el plato y haciendo un estruendo enorme. Alex reaccionó casi igual, pero él se echó a reír en silencio.

Hubo otro silencio enorme en el comedor. Yo me había puesto rojísima, sentía que mis mejillas ardían mientras notaba las miradas de mis padres clavadas sobre mí. Alex dejó de reír después de un rato y carraspeó, volviendo a su trabajo de zamparse su segundo trozo de pastel, aluciné en colores con la calma que transmitía su mirada, se le notaba tranquilo mientras sonreía vacilante. En cambio yo... pues casi muero ahogada.

Miré a mi hermana con cara de "¿Enserio acabas de preguntar eso?", y ella simplemente se encogió de hombros como respuesta.

- E-Eh...- empecé a decir, volviendo a coger la cuchara y cortando otro trozo de pastel. Carraspeé mientras intentaba buscar las palabras con la que responderle-, p-por ahora no hemos pensado nada de eso, Lucía... es muy... MUY pronto.

¿Cómo cojones se respondía a esa pregunta con tus padres delante?

Tras mi respuesta, hubo otro silencio incómodo larguísimo, y nadie volvió a hablar ni moverse hasta que todo el mundo hubo terminado. Lucía se había quedado dormida con la cabeza apoyada sobre la mesa.

Mientras Alex ayudaba a mis padres a recoger la mesa, me quedé mirando a mi hermana un rato mientras le acariciaba el pelo. ¿Cómo una niña tan joven puede preguntar ese tipo de cosas? Con los 13 años que tenía, seguía gustándole ese tema de princesas, príncipes azules y ese rollo... y la entiendo, Disney lo hace muy bonito.

Decidí levantarme y cogerla en brazos, para después subirla a su habitación con mucho cuidado y dejarla en la cama. La arropé muy exageradamente, como si por la noche se fuera a caer o algo por el estilo, y cuando salí al pasillo y cerré la puerta, escuché unos pasos subir las escaleras... era Alex.

Sonreí al verle, y a él se le contagió la sonrisa. La única luz que había era la de la Luna que entraba por una pequeña ventana, haciendo que su sonrisa se viera mil veces más bonita... estaba enamorada.

Se acercó a mí y puso sus manos en mi cintura, a lo que yo reaccioné pasando los brazos por su cuello. Posó delicadamente los labios sobre los míos, y nos fundimos en un beso que, desgraciadamente, solo duró pocos segundos.

Cuando se separó, sus ojos se clavaron brillantes en los míos.

- El comentario de tu hermana me ha hecho mucha gracia- susurró con esa sonrisa vacilante que tanto me gustaba.

- Ya, ya lo he visto- se echó a reír y yo también.

- Tus padres me han caído bien- dijo después de un rato-, me alegra que se hayan disculpado sobre todo contigo. No me importa lo que digan de mí, pero que te hagan daño a ti...- suspiró muy despacio intentando contenerse la rabia-, no puedo, me hierve la sangre.

Me quedé en silencio, mirándole a los ojos con una sonrisa triste. No se me ocurría que responderle, así que siguió hablando:

- Ya sé... Ya sé que yo también te hice daño, porque era gilipollas y no sabía qué estaba haciendo, pero esa gente que hace daño intencionadamente y sabiendo que lo hace, no sé.

Se le notaba cabreado y molesto, consigo mismo sobre todo, porque sabía que me estaba echando ese discurso de "gente que hace daño" aunque él me lo hizo años atrás.

Puse una mano en su mejilla y la acaricié con el pulgar para tranquilizarle. Creo que lo conseguí, porque la sonrisa que se había ido momentos antes, había vuelto mucho mejor.

No pude evitar sonreír, Alex me hacía muy feliz.

Nos metimos en la habitación y fui directamente al baño para cambiarme. Antes de la cena habíamos subido ya las maletas, pero justo cuando me estaba quitando la ropa, me acordé de que no había cogido mi pijama. Salí del baño en ropa interior y me acerqué a mi maleta. Alex ya me había visto así, incluso con menos ropa, pero aún así sentí sus ojos café clavados en mí todo el rato.  

Cuando me incorporé tras coger la ropa, me atreví a mirarle. Sus ojos tenían una expresión feroz... mierda, conocía esa mirada y me encantaba.

- Me he dejado el pijama- me justifiqué.

Me estremecí cuando le vi acercarse poco a poco a mí, admirando mi cuerpo y mirándolo de arriba abajo. Yo inconscientemente retrocedí al mismo tiempo que él se acercaba, hasta que choqué la espalda con la pared y me hizo parar. Alex se paró muy cerca de mi rostro. Era alto, más que yo, y tuve que alzar un poco la cabeza para mirarle a los ojos. Esos ojos que brillaban de deseo.

Sentí un escalofrío al entender que yo creaba eso en él, que me deseaba, y es la mejor sensación. 

De un momento a otro escondió su rostro en mi cuello y empezó a besarlo muy despacio, provocándome otro de esos escalofríos recorrer mi columna. Sin querer, un suspiro salió de entre mis labios.

- Alex...- susurré. 

Se volvió loco cuando me escuchó decir eso. Acercó su cadera a la mía, pegándose a mi y haciéndome sentirle por completo. Eché la cabeza para atrás y arqueé la espalda, todavía con Alex besando mi cuello muy provocativamente. 

- Alex...- repetí-, e-estamos en casa de mis padres.

- Entonces no haremos ruido.

Me hizo soltar el pijama y lo tiró al suelo, para después coger mis piernas y hacer que le rodee la cintura con ellas. Me soltó poco a poco sobre la cama y se puso encima, besando muy lentamente mi vientre. Empezó a subir los besos hasta mis pechos y siguió hasta encontrarse con mis labios.

Yo también le deseaba, y demasiado.