234: Alguien consciente de sí mismo

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—Heh, dilo de de nuevo, ¿Yuchi Yan quiere a mi amada como emperatriz? —El príncipe entrecerró sus ojos de fénix.

Huzi retrocedió hábilmente unos pasos, no queriendo verse atrapado en el lío. Sin embargo, Mu Jinghu asintió sin miedo a la muerte.

—Así es. No puedo seguirla a un lugar como el palacio. Me descubrirían fácilmente. Pero todavía quería protegerla. ¿Sabes que cuando el nuevo emperador envió sirvientes para llevársela, ni siquiera la dejó traer a sus doncellas más confiables? Al principio ni siquiera quiso dejarla traer una muda de ropa, y definitivamente no le permitió traer ningún medicamento a pesar de que estaba herida. ¿Qué crees que quiere hacer el nuevo emperador? Obviamente, quiere aprovechar la oportunidad para aislar a tu esposa e ir a cocinar el arroz.

Huzi retrocedió aún más. ¡Señor Mu! ¡Se lo ruego! ¡No puede echar leña al fuego!

Pang Xiao soltó una risa helada y dijo entre dientes:

—¡El clan Yuchi tiene cimientos profundos! ¡El hijo heredará el legado del padre!

Mu Jinghu se sentó en un taburete y se sirvió una taza de agua mientras Pang Xiao sujetaba la empuñadura de su espada con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Sólo entonces su ira pareció amainar un poco.

Es una chica débil y herida. ¿Cómo puede resistir el poder imperial? Si realmente le pasa algo en el palacio...

Pero él era el comandante jefe del ejército y el viejo idiota Ning sabía un par de cosas sobre la lucha. Sus batallas eran muy reñidas, por lo que era aún más imposible que abandonara el campamento militar por su cuenta. Pang Xiao estaba bloqueado por su incapacidad para entrar en acción. ¡Ni siquiera podía proteger a la chica que le gustaba!

—Respire hondo, maestro. Lo que tenemos que hacer primero es pensar en un plan —Huzi intentó convencer al príncipe.

—¿Pensar en un plan? —Mu Jinghu dejó la taza de cerámica y consideró las cosas en serio—. De hecho, creo que tu esposa tiene suficientes calificaciones para ser emperatriz.

Pang Xiao miró fríamente a Mu Jinghu, quien no parecía pensar que había dicho algo malo El hombre inconsciente contó sus dedos en continuo análisis.

—Mira, su origen familiar es bueno y ella es bonita. Su talento tampoco es malo y es muy inteligente. Su padre es un buen hombre. Quien sea su yerno se beneficiará enormemente de esa relación.

»Y ella sería la madre de la nación si fuera la emperatriz. Contigo solo sería una princesa consorte. Nadie se atrevería a intimidarla si fuera la emperatriz, pero si te sigue hasta el Gran Zhou, tendría que sufrir contigo.

»Tu posición en este momento también es realmente incómoda. ¿Quién sabe cuántas personas conspiran contra ti? Ella será arrastrada a todo eso. Desde su perspectiva, no hay nada de malo en ser emperatriz.

Huzi se cubrió la cara con las manos y se retiró silenciosamente a un rincón de la tienda.

Acababa de encontrar un buen lugar cuando Pang Xiao destrozó la mesa cuadrada en el medio con un solo golpe de su palma. La tetera y las tazas grandes de cerámica cayeron al suelo, salpicando los zapatos de Mu Jinghu con líquido.

—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Mira lo que le has hecho a esta hermosa mesa, y esta tetera y tazones probablemente valen dos hileras de monedas de cobre! Realmente desperdicias demasiado dinero. —Mu Jinghu tomó con tristeza dos mitades de una taza de té y trató de volver a juntarlas.

Los que estaban patrullando se apresuraron a averiguar la situación cuando escucharon la conmoción. Huzi los recibió rápidamente afuera con una sonrisa.

El regreso de la golondrina [Parte 2]Where stories live. Discover now